Wednesday, June 28, 2006

Caos, sinverguencería y traición

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
5-5-2005

Caos, sinverguencería y traición

Una cosa –o mejor dicho, un montón de sucesos son- las desverguenzas
diarias en que incurre el régimen de Alejandro Toledo vía una
parentela infecciosa que no aprenderá nunca a distinguir los temas del
Estado con la rapiña de baja escala y otra la actitud nacional frente
a hechos que configuran claras ofensas ante las cuales hay que
reaccionar con dignidad, entereza y una plena convicción que la
exigencia de respeto al país y, sobre todo, a sus 26 millones de
habitantes, es una forma de vida irrenunciable.

Se ha pretendido, por boca de supuestas autoridades diplomáticas o
periodísticas, decir que el vídeo de LAN es un asunto desdeñable, de
poca monta, de ninguna significación importante porque esta aerolínea
de bandera chilena ya pidió disculpas y que esto basta para reparar la
"inocentísima" metida de pata de esta empresa. Más lejos llegó el
ministro de Comercio, Alfredo Ferrero, quien pidió "no politizar" el
vídeo. Hay derecho a preguntarse si este señor es peruano y si tiene
alguna pizca de identificación con el país cuya gente le paga el
sueldo y le aguanta en ese puesto desde los tiempos del gobierno
fujimorista.

Entonces, con una lógica discutible, cuanto se diga hay que entenderlo
como "cortina de humo", como tapadera de yerros propios y ajenos y
como parte de un siniestro plan que pretendería esconder los
escándalos lesa moral en que transita la administración Toledo, el más
claro ejemplo, el caso de los planillones con firmas falsas que se
ventila en el Congreso.

Con vocación de carniceros y degolladores hay que cortarle la cabeza
al canciller Manuel Rodríguez Cuadros porque sería él el culpable del
incumplimiento de formalidades con el país sureño. También el autor de
la –según varias opiniones- errática política exterior de Perú y –en
especial- en este caso grave con Chile, de los desaciertos que
incluyen el asunto de la OEA y la supuesta –y anodina- candidatura
nonata de Valentín Paniagua.

¿No sería interesante preguntarle a todos los cancilleres desde 1995,
vice-ministros, embajadores peruanos que estuvieron en Chile, por
causa de qué callaron por años enteros, todo este conocimiento que no
podían haber ignorado de ninguna manera?

Caído el fujimorato, fautor –real o supuesto- de gran parte de
nuestros cánceres en el decenio 1990-2000, ¿no era el interinato de
Valentín Paniagua el llamado a aclarar estos temas de armas durante el
conficto del Cenepa? ¿Qué hizo Javier Pérez de Cuéllar?

Cuando ministro de Relaciones Exteriores, Niño Diego García Sayán, en
lugar de hurgar e investigar por asuntos ríspidos como las armas
vendidas por Chile a Ecuador en plena guerra, ¿no condecoró a la
canciller chilena Soledad Alvear en el 2002 aquí en Lima en los
precisos instantes que en Santiago se hostilizaba y pulverizaba a
Aerocontinente?

Alfonso Rivero, Jorge Valdez y Eduardo Ponce, embajadores en Chile o
vinculados ad hoc al acápite Chile, ¿no son acaso los mencionados en
múltiples crónicas periodísticas como los involucrados en desmanes en
la propia cancillería? Alfonso Rivero no podía ingresar al Perú porque
se iba directo al calabozo por un juicio que por difamación le había
planteado un ciudadano. Jorge Valdez nunca aclaró del todo su relación
con el alquiler de helicópteros y su íntima relación con el
fujimorismo. Y Eduardo Ponce batió todos los récords porque perdió, en
noches de francachela aberrante, importantes documentos del Perú que
Chile devolvió con notas diplomáticas ricas en sorna y burla para con
Perú: no todos los días, los embajadores pierden –literalmente- los
papeles que les encomienda la patria defender hasta con su vida. ¿Qué
autoridad moral tienen o qué referentes son los integrantes de esta
troika íntimamente relacionada al régimen inmoral de Kenya Fujimori?

¿No era Allan Wagner Tizón, uno de los pocos embajadores que ha pasado
los 2 mts, un visitante asiduo de Chile, país de donde guarda
recuerdos imborrables que le acompañarán toda su vida, un conocedor de
estos intríngulis uno de los llamados a componer las cosas cuando
ocupó, por segunda vez, la cartera de Relaciones Exteriores? ¿Qué hizo
entonces?

La estrategia de envilecimiento del Perú tiene a vectores o
acompañantes de ruta que a duras penas si distinguen un piano de cola
de un teléfono celular, pero su angurria de figuración es tal que no
paran mientes en lograr sus propósitos. Tal el caso del parlamentario
Gustavo Pacheco quien no dudó en hacer públicos documentos secretos
proporcionados desde el interior mismo de la Cancillería, asunto que
hasta el día de hoy no ha merecido una exhaustiva investigación
punitiva. Pero este señor sólo sigue órdenes: las de Fernando Olivera,
"embajador" en España pero que vive más en Perú coyunturalmente.

Es probable entonces que cualquier ofensiva diplomática y estratégica
de los países vecinos, al norte y al sur, decline sus planes propios
para montarse en la aguda torpeza vernácula que desnuda
sub-inteligencias, revela indefinición y termina por presentarnos como
un país de confundidas gentes, burócratas incompetentes y hombres y
mujeres desnaturalizados con poco o nulo amor por la tierra que los ha
visto nacer a la que repudian en la práctica con sus desmanes e
improvisaciones.

No hay que ir muy lejos para encontrar las claves del sempiterno
desconcierto nacional frente a asuntos tan delicados como Chile para
citar uno de los más urticantes.

Algunos quieren negar en actitud proditora lo que Jorge Basadre
sostenía: "Nosotros debemos repetir: Acordémonos de que tenemos cinco
vecinos y de que nuestro litoral es largo y accesible".

Dijo el historiador canónico de la república: "Después de la
guerra-invasión, contrastes militares, mutilación territorial,
empobrecimiento, desolación en campos y ciudades, conflicto posterior
creado por la retención de dos provincias más, el Perú se rehizo con
sorprendente vitalidad. Quedó, sin embargo, un hondo complejo de
inferioridad".

Hay una trabazón que une a los embajadores que hoy descubren que su
labor de años pasados fue una maravillosa contribución para el Perú y
a los periodistas o analistas que con virtud zahorí también pergeñan
interpretaciones sospechosas que culpan de todos nuestros fracasos a
quienes no son de sus simpatías o interfieren con sus planes de
apropiarse de lo que llaman opinión en radios, periódicos y
televisoras. Un denominador común: ¡Primero los chilenos que Piérola!
parece revivir sin vergüenza y con descaro que no sonroja en lo más
mínimo a sus escritores que disimulan su labor disociadora,
destructora de la espiritualidad nacional, profundamente traidora con
la historia patria.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

Lea www.redvoltaire.net

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