Friday, May 01, 2009

Primero de Mayo….sin mucho quĂ© celebrar

Primero de Mayo….sin mucho qué celebrar
por Luis Alberto Salgado T.; luisalgadot@aol.com
1-5-2009

Quisiera poder saludar y felicitar a los trabajadores del Perú,
hombres y mujeres, en este Primero de Mayo, decirles que hay que
celebrar y estar orgullosos de lo logrado hasta hoy, transcurridos
nueve años del siglo XXI, celebrar encontrarlos y encontrarnos todos
en sosiego personal y con tranquilidad social, sin mayor
conflictividad, al saber que el futuro inmediato y el mediato nos
depara cosas buenas para todos; quisiera decirles que tenemos razones
para estar contentos en este Primero de Mayo, pues sus hijos, aunque
vengan períodos de desempleo, tendrán asegurada su educación de
calidad y, en caso de enfermar, tendrán garantizada la atención
porque, además, el Estado planifica y concreta eficaces y eficientes
políticas públicas de salud, preventivas y curativas….pero no puedo
hacerlo.

Quisiera poder felicitarnos todos porque aparte de un sistema
educativo óptimo y eficiente, hay en el Perú, o por lo menos se
avizora en la Patria, un Seguro Médico y un Seguro Social acordes con
las jornadas de lucha del pasado, con la entrega que hicieron de sus
vidas muchos hombres y mujeres en el siglo que terminó, en la
esperanza que, algún día, se instalara la justicia social, serena,
equitativa y razonable, para todos….pero, lamentablemente, no puedo
hacerlo.

Y lo lamento, además, pues en mi formación aprista la conquista de los
derechos sociales, y concretamente a la jornada de las 8 horas de
trabajo, que se remonta a la segunda década del siglo pasado tiene una
vinculación muy cercana, entrañable, de ninguna manera exclusiva ni
excluyente, con los albores del aprismo que empezaron a forjar un
grupo de jóvenes que formaban el llamado "Grupo Norte" de Trujillo
dirigido por Antenor Orrego y que integró el fundador del APRA, Víctor
Raúl Haya de la Torre. De manera que hay en esta fecha una especie de
sentimientos encontrados por lo que uno piensa que deberíamos haber
alcanzado ya transcurridos 90 años de esa gesta y lo que realmente
tenemos en el Perú en el siglo XXI.

Pues más allá del recuerdo y homenaje a quienes en el Perú y en el
mundo, precedieron en sus luchas como sindicalistas, luchadores/as
sociales, o líderes políticos, a quienes hoy se preparan a conmemorar,
o celebrar, el Día del Trabajo o de los Trabajadores, según el prisma
con que se vean las cosas, esta fecha, nos plantea, una vez más, una
exigencia de reflexión para la acción.

El hecho que en el Perú los derechos económicos y sociales, plasmados
en los Tratados que obligan ineluctablemente a los Estados, para hoy,
no para mañana, a concretar políticas públicas claras y sostenibles en
favor de los trabajadores, hayan sido sistemáticamente incumplidos y
violados impunemente desde inicios de los años 90, con plena
conciencia, por quienes tenían la responsabilidad de respetar y
garantizar esos derechos, nos plantea rediseñar una estrategia
diferente, tan realista como pragmática para ir avanzando,
verdaderamente, hacia formas mejores, más justas, de convivencia
humana.

Los empresarios y el capital
Es probable que algunos empresarios y dirigentes empresariales
comprendan que está en su mejor interés el replantear la forma de
defender lo que consideran sus intereses inmediatos frente a los
trabajadores y ante el Estado nacional. Como que percibieran que ya
hay un desbalance muy grande y preocupante. Otros no lo comprenderán
y añorarán formas aún más elitistas y ventajosas de organización
social. La experiencia histórica es que la demolición de derechos
económicos y sociales nunca dio buenos resultados y, a la postre, es
receta para seguras situaciones de conflicto. El deterioro sostenido
de las condiciones laborales, así como del poder adquisitivo de la
gran mayoría de trabajadores en general, producido año tras año,
mientras aumentaba exponencialmente la pobreza y la extrema pobreza de
millones de seres humanos, si bien fue un factor de "ahorro" (por la
drástica y absurda reducción de los llamados costos laborales vía
reducción de salarios y beneficios laborales) y de ganancia inmediata,
no ha sido, ni lo será, un factor de estabilidad social ni de
seguridad a mediano y largo plazo, todo lo contrario. ¿Alguien habló
de conflictos y conflictividad en el país?

Por otro lado, mientras los gobernantes actuales del Perú, persisten
en aferrarse a un modelo económico fracasado y decadente, y creen que
todo se reduce a que las inversiones "vengan como vinieran" al Perú,
sin preocuparse en qué condiciones quedan los trabajadores; en los
países con mayor desarrollo cultural, tecnológico, económico y social
sí se plantean la exigencia de concretar políticas decisivas que
protejan a sus clases trabajadoras y cuestionan severamente la
ortodoxia arrogante y obtusa de los años 80 y 90. Y reflexionan sobre
la falsa certeza que subyacía al Consenso de Washington.

Perú, mayo del 2009

Despedidos por centenas de miles durante los años 90, excluidos de
golpe fueron puestos al margen del sistema económico/productivo. Hoy,
miles de jóvenes citadinos laboran en bancos, tiendas y otros
servicios bajo el sistema de "service" o tercerización, en el sector
privado de la economía en jornadas de 10 ó 12 horas diarias sin
derecho a horas extras, ni a vacaciones, ni seguro médico ni social. A
esas horas se agregan un promedio de dos horas para ir al centro de
labores y regresar a sus hogares. ¿En qué momento y condiciones pueden
estudiar, y hacer deporte o simplemente divertirse, lo cual es una
actividad humana necesaria, para sorpresa de algunos? Otros miles
laboran en el sector estatal bajo el régimen eufemístico de "servicios
no personales", igualmente sin mayor derecho que una remuneración.
Similar situación de indefensión afecta a quienes laboran en el campo
en actividades agroindustriales, agroalimentarias o agropecuarias.
¿Así estamos protegiendo a nuestra juventud?

Problema adicional es el desempleo encubierto a través de las
distintas formas de subempleo que son otro factor de un deterioro
ampliado de la calidad de vida de la población.

Si a lo anterior le agregamos el hecho que el salario mínimo vital se
mantiene en 550 soles mensuales (uno de los más bajos de la región
sudamericana) tenemos un escenario que se comenzó a instalar en los
90, se mantuvo durante el régimen de Alejandro Toledo y subsiste,
lamentablemente, durante el gobierno de Alan García.

Cohesión social, consenso nacional y proyección a todo el Perú

Por lo anterior, modestamente, estimo muy necesario que las diferentes
organizaciones sindicales, federaciones y confederaciones, y los y las
trabajadores en general, se propongan alcanzar sus propios consensos,
a fin que logren una mayor cohesión y que ello puede hacerse sobre
plataformas comunes que son proporcionadas por los pactos y convenios
internacionales que como, por ejemplo, el Convenio 169 y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales cubren y
protegen a todos y todas los/as trabajadores/as y obligan legal,
política e internacionalmente a todos los Estados, desde presidentes
de la República, pasando por ministros, fueros laborales y poderes
judiciales.
Quizás el mejor presente, actual y vigente, posible y real, que puedan
hacerse los y las trabajadores/as es el de comenzar a ser solidarios
entre sí mismos, pero no sólo eso, también y no menos importante,
solidarios con quienes son aún más débiles y vulnerables que ellos,
los y las desempleadas. Esto los –nos- hará a todos más fuertes y será
poderoso argumento ante el actual Estado para que replantee con toda
la preocupación y seriedad del caso sus actuales equivocadas políticas
laborales y sociales.

Creo que no todos perciben ni sopesan el impacto que esta situación
laboral prevaleciente en el país tiene en la atmósfera general de las
relaciones sociales y en la relación Estado-sociedad. Las evidentes
deficiencias y asimetrías de un sistema productivo y económico que
beneficia ostensiblemente a una minoría transmiten una fuerte
sensación de injusticia y malestar que en el balance provisorio atenta
contra la democracia misma.

En este Primero de Mayo, saludo y reconocimiento a los hombres y
mujeres dignos del Perú, honor y respeto a quienes cayeron ofrendando
sus vidas por la causa de los trabajadores, y reflexión y claridad
para seguir el camino de la justicia social con libertad y dignidad
para todos. Y en lo que se refiere a los apristas, la comprobación y
el compromiso de que queda aún mucho por hacer.

Surco, 30 de abril, 2009