¡Volver a Víctor
Raúl, lo demás es pura farsa barata!
por Edmundo Haya de la Torre Barr; jorgerauledmundo@yahoo.com
21-9-2016
Víctor Raúl Haya de la Torre creó la doctrina del APRA como
una nueva filosofía que superaba al capitalismo, que devenía en imperialismo y
al capitalismo de Estado –mal llamado comunismo- y se adelantó notablemente a
su época. Grave error cometido en el discurso de la Plaza de Acho en 1931,
porque al anunciar su programa de gobierno, por primera vez en el Perú, todas
las fuerzas vivas que usufructuaban el gobierno junto con las Fuerzas Armadas y
el clero, cerraron filas para evitar que les alborotaran el gallinero y seguir
medrando de las ingentes riquezas de nuestra nación. Todas las doctrinas
político-económico-sociales como son el liberalismo, neo-liberalismo,
socialismo, marxismo, el capitalismo en sus dos versiones, el privado y el
estatal, populismo, social-democracia, cooperativismo o cualquier otra que se
vaya creando con el transcurrir del tiempo, nunca cambiarán, son inamovibles.
La magnífica tesis científica de la plusvalía que por primera vez estudiara
Carlos Marx, sigue vigente y más aún, se ha confirmado con los últimos
descubrimientos del internet y sus aplicaciones, sino, cómo creen que hicieron
sus ingentes fortunas los señores Bill Gates o Steve Jobs.
El país, que subrepticiamente aplica la teoría marxista de
la plusvalía, pero que no lo declara abiertamente, ¿saben cuál es?: pues los
Estados Unidos de Norteamérica. En esa nación existen medidas sociales tales
como el sueldo temporal a los desempleados, educación pública de primera y
gratuita que va desde la inicial hasta la superior, seguro social para todos
sus ciudadanos, bajísimo índice de desocupados, ayuda efectiva para los
minusválidos, vivienda propia para la gran mayoría, atención médica en los
hospitales del Estado, donde un gran porcentaje de su población vive gracias a
los vales de alimentación (food stamps) que es la ayuda económica a las
personas necesitadas, nadie se muere de hambre, etc., medidas que disfrutan los
ciudadanos norteamericanos llamados por nosotros “gringos” y que ningún país de
los llamados comunistas posee en su totalidad. De otro modo ¿por qué creen que
todos quieren escaparse de nuestros países subdesarrollados y hacen cola en las
embajadas de las naciones del primer mundo para ir a trabajar en ellos? El
sueldo mínimo mensual en Estados Unidos está por encima de los 3,000 nuevos
soles que, comparado con los 750 soles del Perú, es más de cuatro veces mayor,
y ojo que la hora extra por encima de las 8 horas/día se paga 50%
adicional.
La modernización, la globalización en la economía, solo son
consecuencia de la revolución en las redes de comunicación que simplemente han
acelerado y acortado el tiempo en intercomunicarnos, ya que con el toque de una
tecla, podemos al instante conversar, comprar, vender, anunciar, publicitarnos,
comentar, informar, diseñar o hasta dibujar, etc. con cualquier parte del mundo
en que vivimos en el lapso de segundos.
Y esa velocidad y rapidez de nuestras acciones, no cambia
para nada las doctrinas políticas, económicas o sociales. No hay nada que
tengamos que actualizar, modernizar o reformar a las teorías filosóficas ya
mencionadas y mucho menos a la trascendental filosofía del APRA. La decencia,
honestidad e integridad seguirán siendo las mismas en la historia de la
humanidad. Y no cambiarán jamás.
Al respecto, no tiene nombre lo que la cúpula dirigencial
pretendió imponernos en agosto del 2011 con el documento “Justicia Social Para Todos los Peruanos” – “Orientación política del
PAP ante los nuevos desafíos”. Este mamotreto de palabrería hueca
extranjerizante, aprobado y avalado por la “Comisión Política” del PAP y el
secretario nacional de política, parece elaborado por gente extraña al partido,
intentando cambiar nuestra doctrina partidaria e imponernos otra doctrina con
el fin de justificar la debacle electoral en las elecciones de ese año y el
desastre partidario, al perder no solo el Sólido Norte sino en toda la
república. Si el Jefe viviera, los hubiera expulsado en el acto, o no recuerdan
las temidas purgas que Víctor Raúl aplicaba en el Partido Aprista cada vez que
detectaba una indisciplina o acto infraterno. Uno de los expulsados en la
década del 60 fue nada menos que su sobrino Luis Felipe de la Puente.
La disyuntiva del pueblo peruano, y mas aún de toda América
Latina, es, respecto a sus gobiernos, la siguiente: lograr una eficiente
democracia social que cumpla la revolución para obtener la justicia social; o
la regresión a una tenebrosa dictadura que reprima las aspiraciones populares
agravando el desenlace y abriendo las puertas a la subversión violentista. Y es
gracias a la existencia del aprismo con su nueva filosofía que las doctrinas
totalitarias no pudieron tener acogida en los países de Indoamérica, con la
excepción de Cuba.
Así que no me vengan esos pseudo-militantes con sus consejos
de cómo recuperar las bases populares y que el Apra vuelva a ser el partido más
numeroso en la historia republicana. Dejen esos “compañeros” de utilizar
palabritas en inglés como management,
tips, cluster, hubs, staff, focus group, etc. o términos en castellano
estrambóticos como organizacional,
diversificado, propositivo, ratios, etc. Nuestro idioma es lo suficiente rico en palabras para tener que recurrir a
la jerga extranjera.
El Partido del Pueblo perdió su inmensa mayoría nacional a
causa de la pésima conducción de su “presidente” y de todos los que lo
acompañaron, que únicamente pensaron en servirse de la política y no cumplir
con la doctrina de nuestro programa, olvidándose de los menesterosos y
aceptando las dádivas del club de la derecha para hacer más ricos a los ricos y
más pobres a los pobres. Lo que sucedió, fue que como la mayoría de los
miembros de la cúpula provenían de hogares de clase media baja, cuando llegaron
al gobierno y empezar a vivir de la mamadera fiscal, quisieron ser como los
niños ricos, que secretamente, en lo más hondo de sus torcidas mentes, siempre
ambicionaron. Y no hacer la revolución social en favor de los más necesitados,
pensaron solo en sus cuentas bancarias, en cobrar por sus favores políticos, en
favorecer con sus leyes a los millonarios y a no cambiar la Constitución apócrifa de Fujimori de 1993 que desconoce
los derechos laborales; y por supuesto, ni pensar en regresar a la mejor
Constitución, la de 1979 de Víctor Raúl.
Basta ya de crear grupos “salvadores” en el PAP. La única
salida es practicar las ideas del Jefe y su programa, tal como él lo definiera
visionariamente desde la entrega de la bandera indoamericana a los estudiantes
mexicanos el 7 de mayo de 1924, y así lo planteara en su discurso, pues en esa
oriflama, ya se mostraba a los Estados Unidos de Sudamérica como una sola
nación antimperialista. De ese modo, las grandes mayorías populares regresarán
otra vez a creer en el APRA como la única solución para salir de la situación
de miseria en que se encuentran, poder obtener salud y educación, que en
nuestro rico país no pueden lograr. No nos olvidemos, que hasta hace algunos
años, el dicho que era conocido por todos era ¡Vale un Perú! Así estaba escrito
y así debe volver a ser.