por Herbert Mujica Rojas
27-10-2008
Perú es como un limón exprimido
El agotamiento del cuerpo institucional del país es un hecho sin
atenuantes. En todo ámbito y quien desee pronunciarse en contrario
tendrá que refutar hechos demasiado notorios e incontrastables a pesar
de los buenos deseos de quienes no tienen mayor responsabilidad en la
peste. Las castas políticas bailan alrededor de audios y vídeos,
chismes y correos electrónicos pero carecen de visión geopolítica, de
análisis exhaustivo de cómo construir un país para los próximos 100
años y hay la falta de jugo que asemeja al fruto exprimido. Y dos
circunstancias antinómicas viven en paralelo sin que ninguna
constituya real vía o alternativa: la jubilación total de los
protagonistas y la aparición orgánica del relevo generacional que bote
a la basura a los fracasados.
No es la política zona exclusiva en conflicto. ¿Qué se puede decir del
periodismo? Basta con ver la televisión y la sangre discurre a
raudales. Si se pudiera drenar estos aparatos acontecería el gran
diluvio de licor espeso y rojo por doquier. En las radioemisoras hay
no pocos débiles mentales que improvisan lo que debía ser lección
cotidiana y sed de aprendizaje continuo. ¿Y qué decir de la
televisión? A veces dan ganas de pensar, con una que otra excepción,
que aquí prohijamos preguntones de paporreta y telepronter: dicen
barbaridades indigestas del más alto calibre. Y la más repugnante
degradación.
¿Está acabado el Perú? ¿no es lo mismo que nos viene ocurriendo desde
el mismísimo 28 de julio de 1821, un país capturado por pandillas que
se pelean los negociados no para construir una nación sino para
afianzar feudos, fabricar glorias y héroes y enriquecerse a como dé
lugar? "Tomar a lo serio cosas del Perú" decía Manuel González Prada y
hoy más que nunca su sentencia toma ribetes de inconcusa reflexión
imbatible. No debiera darnos ninguna alegría semejante realidad porque
nos retrata en la pobreza dramática de una entelequia o de un muerto
viviente.
La montesinización del Perú, la prevalencia del audio y del vídeo, la
cultura epidérmica que destilan intelectuales que se venden al peso o
escriben libros para el sistema o artículos pro domo sua con tal de
conservar sus becas, estipendios u honores mediáticos, afea,
estupidiza, congela lo que necesitaría ser rebeldía, revolución,
creación genuina de un nuevo país que requiere, hoy más que nunca,
admitir su brutal pobreza organizativa y el fracaso absoluto e
irrecusable de las castas políticas que inundan su vida pública.
Visto así el país no es terreno fértil –dirían algunos- para trabajar
o vivir. No obstante los apuntes anteriores bien valen algunas
reflexiones: ¿es posible la soberanía nacional sin soberanía popular?
Es decir ¿puede un país levantar su perspectiva con castas políticas
adocenadas y podridas? ¿hay chance de educar, soliviantar y orientar a
millones de peruanos que no tienen la más mínima idea de qué es serlo
y, mucho menos, de la tarea central a que nos impele la historia y
nuestra posición estratégica en Latinoamérica? Los paradigmas
involutivos de sociedades silenciosas o ineficientes, son paraderos
vergonzosos que tienen que superarse.
Mientras que no nos preguntemos y respondamos valiente y
terminantemente ¿qué queremos, cómo lo hacemos y con quiénes contamos?
Seguiremos como hasta hoy presos de aventureros pseudo-referentes de
nada, engrilletados a dinámicas que mercenarios al servicio del
imperialismo sufragan en el país vía tallercitos y fórums gárrulos de
impresionante mentira y al servicio del status quo e incapaces de
darnos soberanamente una salida o conjunto de caminos para forjar una
nación.
Eso prevé, sin hesitación posible, la renuncia voluntaria o el
alejamiento definitivo de los ineptos que están hoy y desde hace 35 ó
40 años en la cosa pública. O –y esto es más emocionante- ¡la
expulsión vía relevo e inercia inequívoca de estos cretinos y la
aparición orgánica de originales y eficientes cuadros que hablen el
idioma peruano, para los peruanos y desde los peruanos por un país
libre, justo y culto.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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