Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
9-12-2020
¿Qué sabe el burro de alfajores?
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Lastrado por una innegable escasez académica o intelectual,
huérfano de miras superiores insospechables en su opaco e inerte devenir, hay
un burro que se pasea por dos miedos de comunicación, muy a las derechas y
profundamente reaccionarios y que son los únicos que dan cabida a sus rebuznos.
El susodicho alega una primera magistratura de la que fue echado sin pena ni
gloria y un ridículo republicano oprobioso.
El jumento es sospechoso de haber ordenado severidad cruel
ante las marchas que ¡precisamente! le desalojaron de un puesto que no merecía,
no califica y de alta responsabilidad. Piajeno ya tiene abierto un proceso
penal que lo llevará a responder por los crímenes cometidos la noche del 14 de
noviembre. Y con él al ex primer ministro y al titular de Interior.
Lo que llama la atención es la falta de apego a la
sindéresis o al mea culpa más honesto. Pero ¿qué sabe el burro de alfajores? Si
supiera algo ¡jamás! habría sido alfil esforzado de la vacancia y ¡mucho menos!
hubiera osado la pretensión de vulgar vanidad de ser el primer funcionario del
país. Ergo, la ignorancia es muy insolente y campea en un país con políticos
cuyo cociente de inteligencia los sitúa al nivel de débiles mentales con
mención honorífica en estupidez.
Los fascistas, aquellos a quienes seduce la violencia
conservadora, sostén de un status quo inmóvil, basado en la fuerza y en
“verdades” correctas (o sea privilegiadoras del poder de grupos minúsculos),
están muy activos en los miedos de comunicación, en las redes sociales y,
literalmente, vomitan su odio en forma de campañas de demolición. Ex
parlamentarios, ex ministros breves y políticos de muy endebles credenciales
morales y que han pasado por todas las tiendas, pontifican acerca de lo que
llaman más “conveniente” para el país y que se reduce a que los ricos sean más
ricos y los pobres, cada día más pobres.
Organizaciones empresariales pretenden con su poder
dinerario mantener al Perú engrilletado por 100 años más, a vender piedras
desde la minería y aborrecen los caminos del valor agregado por una simple
razón: es más fácil, con dinero de la exportación, sobornar a políticos,
burócratas, abogados, jueces y autoridades policiales, para que nada cambie y
todo siga igual. En buena cuenta: el azúcar caro y el cholo barato.
Los clubes electorales ponen todos sus empeños en la
democracia formal del voto y la periodicidad. Estos cascarones no convocan a
nadie, no lideran nada y buena parte de ellos ha envejecido en la custodia de
sus negocios (estar a como dé lugar en las noticias) y en la obtención de
sinecuras, privilegios, viajecitos y doctorados honoris causa como chapitas de
gaseosas. Divorciados del votante de la calle, NO representan a nadie.
El burro del que hablamos pertenece a una Federación de
Independientes cuyos dos gobiernos aún no han sido examinados exhaustivamente
porque otros son los intereses que predominan en Perú y es necesario mantener
la “imagen democrática” de esos 10 años. Lo cierto es que lo que se conservó
fue el modelo en que los más adinerados gobernaron el país a sus anchas y
ganando cada día más.
¿Y el pueblo? El pueblo es el eterno convidado de piedra. A
veces iba a las manifestaciones, pegaba propaganda, cotizaba en su grupo
político, pero nunca recibía sino mendrugos de los sucesivos gobiernos. Con el
agravante que pagaba por todos los daños ocasionados por empréstitos, malas
decisiones, crisis financieras, etc.
Si Perú fuera un país con alguna dosis de inteligencia
colectiva, el burro que NO sabe de alfajores ni de nada, ya debiera estar
desaforado y abominado por calles y plazas y despreciado por su insolencia
antidemocrática y sepultado con el castigo del fusilamiento moral.
Algún día será.