Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
8-4-2024
Despilfarro y turismo en Cancillería
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Varias centenas de millones de soles, costará el viaje a
Lima de decenas de embajadores peruanos para una reunión que fácilmente se
puede hacer usando la tecnología. Cancillería y su titular, Javier González
Olaechea, caminan por la cornisa antieconómica del despilfarro.
Hasta donde se sabe los ministros no tienen licencia para
botar los fondos que paga el pueblo vía sus tributos y llevar a cabo
conciliábulos sobre los que hay mucho cuestionamiento de su importancia.
Habiendo, hay que ser claros, otros temas mucho más sensibles y decisivos.
¿Necesita Perú que sus embajadores urbi et orbi, vuelvan a
Lima, con vacaciones pagadas y dejen sus importantes puestos en las oficinas a
que están designados y que le cuestan al pueblo, millones mensuales?
En la agenda del
evento se abordarán temas cuya competencia recae en otros sectores del Estado,
cuyos funcionarios no han sido convocados, como son, por ejemplo, “reactivación
del turismo”, “crecimiento y diversificación de las exportaciones” y “captación
de fondos verdes”.
Tampoco han sido
llamados, representantes del sector privado ni de las universidades para
aportar sus perspectivas especializadas sobre tales temas. Otros de los acápites
de agenda simplemente invitan a la perplejidad, por su falta de vinculación con
los quehaceres del Ministerio de Relaciones Exteriores, como lo es por ejemplo,
el de “economía circular”.
A la vez, el
programa de esta reunión de embajadores peca por la ausencia de diversas materias
que sí debieran estar al centro de las reflexiones estratégicas de la
Cancillería, tales como “acciones a adoptar para recomponer relaciones con
países latinoamericanos con los que el Perú se ha enemistado”, “política
exterior peruana frente al actual escenario de alta conflictividad global, con
especial énfasis en las guerras en Ucrania y en Gaza”, “nuevos espacios
geopolíticos de potencial proyección internacional del Perú”.
O “propuestas
para la mejora de la defensa jurídica del Estado peruano ante mecanismos
internacionales de solución de controversias (derechos humanos, inversiones)”,
etc.
Más aún, el
infaltable tema de la difícil vecindad con Chile está clamorosamente ausente.
¿No saben en Torre Tagle que el Memorándum de Entendimiento Aéreo, suscrito por
el gobierno de Alan García, el 2011, de facto ya se convirtió en un tratado con
el país sureño?
Gracias a este
memorándum Perú, por falta de reciprocidad y por el obsequio de segmentos de
quinta libertad, a favor de LanChile (hoy LATAM), ha dejado de percibir miles
de millones de dólares. ¿Se toca algo de esto en el jamboree convocado?
En lo referente a
los asuntos organizacionales de la Cancillería, nada se discutirá sobre cómo
crear mayores oportunidades de desarrollo profesional para funcionarias
mujeres, o cómo atender mejor la pesada carga que recae sobre las familias de
funcionarios debido a sus constantes cambios de destinos.
Un factor
adicional que presagia pobres resultados, radica en que no se han elaborado
notas conceptuales por temas ni guías metodológicas para encausar las
discusiones, ni se ha convocado a facilitadores especializados en ellos, por lo
cual éstas acabarán siendo maratones poéticas de buenas intenciones e rezos y
plegarias de todo calibre.
¿Qué hay detrás
de todo esto? ¿Alguna vanidad requiere catapultar su candidatura presidencial?
Ese opio de la presidencialitis es legítimo. Nadie puede dudarlo, ¡pero que la
haga con la suya, sus recursos y no se puede despilfarrar millones en un
cónclave apresurado!
El ríspido tema
que se refiere a la Auditoría Extraordinaria que hizo la autoridad
estadounidense de aviación, FAA a la DGAC peruana, que la misma Cancillería
solicitó por escrito para enterarse de su resultado, tampoco forma parte del
plan de discusiones.
Los embajadores y
Cancillería no pueden pretextar que ignoran qué puede ocurrir si la FAA nos
rebaja la categoría al Aeropuerto Jorge Chávez. Ciertamente es un detalle
importante porque por el primer terminal aéreo se van y vienen las principales autoridades.
El programa de
esta reunión de embajadores es un claro reflejo de la decisión personal del
canciller González-Olaechea (no es un profesional diplomático), quien -vale
recordarlo- en agosto pasado, sugirió públicamente a través de un medio de prensa
escrita que la presidente Boluarte podría requerir atención psiquiátrica.
Semanas después
con giro radical, se fue a las antípodas, olvidó su prédica y aceptó
gustosamente la cartera ministerial donde casi ha cumplido cinco meses. Y, hay
que decirlo, sin logros sustanciales y significativos para la política exterior
del Perú.
La reunión de
embajadores convocada por González-Olaechea será pues un despliegue de garrulería,
un inmenso despilfarro de fondos públicos, y un ejercicio intelectual y profesionalmente
inútil.
¿A eso se llama
“política exterior reforzada”? ¡Pamplinas!