Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
18-9-2020
Meritocracia de burros
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Salvo mejor opinión, siento que debe elevarse a axioma
constitucional esa sentencia que proclama que: En Perú llueve para arriba.
Lo insólito y atrabiliario ocurre en nuestro país y siempre
hay abogados, literatos, intelectuales, politólogos, periodistas, estrategas y
toda clase de …istas, capaces de dar sustento a barrabasadas mayúsculas.
Enrique Santos Discépolo en 1934 fue autor del inmortal
tango Cambalache y ¡diga usted si no se aplica lo de Argentina en los años 30,
a nuestra realidad nacional en el 2020!:
“Hoy
resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro,
generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un
gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao...
Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es
cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón.”
Luis Felipe Angell, el genial
Sofocleto en su célebre Los cojudos, ensayó los siguientes
conceptos:
“Aquí en el Perú la cojudez se
respira, se huele, tiene color y temperatura, dimensión, forma y hasta sabor,
diría. Se lanza un “¡cojudo!” al aire y es como si el idioma pusiera un huevo o
pariera un “algo” capaz de hablar, moverse, crecer y multiplicarse en miles y miles
de otros “cojudos” poliformos. Más allá del idioma, la cojudez nos penetró en
la sangre y, a través de ella, nos invadió el cerebro. Se nos hizo
indispensable para vivir, comunicarnos y resumir en sus tres sílabas todo el
contexto espiritual, social, intelectual y material de nuestro pueblo. Poco a
poco nos fuimos impregnando de cojudez en todas sus posibilidades y variantes.
Hicimos de ella un verbo, un adjetivo, un sustantivo, un título, una marca de
fábrica y una gallarda frontera que separaba a los demás cojudos de nosotros.
Sin darnos cuenta fuimos elevando la cojudez al grado místico de abracadabra,
de las varitas mágicas, del curalotodo y de la penicilina verbal. Pronto el
cojudeo surgió como una de las profesiones liberales y como base inamovible de
nuestro ordenamiento sociológico. De la noche a la mañana comenzamos a fabricar
cojudos en serie, exportando a los más completos (muchos de ellos a través del
Servicio Diplomático) para infiltrar la cojudez en los países vecinos, como
hizo Inglaterra con China cuando introdujo el opio para desmoralizarla. El
clima, el aire, el mar de nuestras costas, los microbios, el agua, el cielo e,
inclusive, los rayos de
¿Navegaríamos en la historia como
una flotilla de cojudos a la vela? No. Pero suicidarse era tan cojudo como
seguir viviendo y sólo nos quedaba la resignación, que es otra reverenda cojudez.
También nos quedaba el consuelo de acostumbrarnos a la idea de enfrentarnos a
ella, de aceptar la realidad y de cojudearnos los unos a los otros proclamando
ante la humanidad que éramos diferentes y originales.... Para esto era
indispensable limpiar a la cojudez de toda implicancia escatológica y elevar su
condición folclórica a la categoría de ciencia o filosofía social. Era
necesario clasificar, definir, organizar, remontarse hasta los orígenes
etimológicos de “lo cojudo” químicamente puro y legar ese estudio a las futuras
generaciones, para que nuestros nietos se fueran acostumbrando a la idea de ser
unos solemnes cojudos por los siglos de los siglos, amén. Esta es,
modestamente, la tarea asumida en el presente libro, que aspira a convertirse
en un volumen esencial para cualquier estudio contemporáneo o futuro de la
sociedad peruana. Esperemos que así sea.
De lo contrario, el autor habrá
perdido su tiempo como un pobre y triste cojudo”. Los cojudos, Lima 1976,
pp. 13-14-15
En Huérfanos de horizonte histórico, 2005: https://www.voltairenet.org/article126610.html
escribí:
“Ha dicho con la
habitual ferocidad inteligente que le es característica, Javier Valle Riestra:
“Es que la casta política no tiene más visión ni más meta que el reparto de
escaños, de fajines ministeriales y de embajadas. Ellos aspiran a ser los
príncipes de una monarquía siútica (cursi), hortera (de mal gusto), huachafa,
que dura cinco años. Entre ellos se aplauden; entre ellos se festejan, entre
ellos se encuestan. Lógicamente que están totalmente engañados. El país real
marcha por otro riel, por otro lado, tal como lo anunciara hace 25 años Matos
Mar. Por un lado el Perú de la bancocracia y de
Se impulsa la vacancia del presidente y lo hacen quienes
poseen la estupidez como doctrina y la angurria de patrón de sus grises vidas.
Este país de desconcertadas gentes lo hicieron curas y
abogados.
¿Admitirán las nuevas generaciones persistir en medio de una
nada impresionante y huérfana de cualquier mérito?
He allí el reto. Decía bien González Prada: “Tomar a lo
serio cosas del Perú”.