Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
12-6-2004
Confiep: pandilla de rastreros*
La Confiep se gasta
decenas de miles de soles en avisos a toda página y derrama lágrimas porque no
se renovó el contrato con Telefónica, porque se han impuesto regalías a los
intocables mineros y muestra su extrañeza porque también se cuestione la infame
concesión del Aeropuerto Jorge Chávez a una firmita, LAP que apenas tenía un
capital de S/. 10 mil soles. Pero en toda esta exposición plañidera no hay una
sola mención de fondo o forma al truculento festín que se está haciendo de
Aerocontinente, 2000 familias peruanas y el comienzo de lo que mañana podrá ser
moneda común con cualquier otra empresa. ¡Qué tales sinverguenzas los de la
Confiep!
Cada vez que hay que
justificar el cholo barato y el azúcar caro, allí está la Confiep. En nombre de
garrulería barata siempre se hacen presentes los poderosos para decir que su
dinero vale y que nadie, en nombre de ningún principio, va a a cuestionarlos.
El espíritu de cuerpo aparece coherente en su diversidad enorme porque son
caníbales que ni siquiera entienden que hoy son otros y mañana podrían ser
ellos las víctimas de la globalización que según ellos invierte miles de
millones de dólares que nadie ve o disfruta.
La Confiep fue la
organización que se mantuvo fiel al régimen delincuencial de Fujimori. Sus
integrantes (en inmensa mayoría) se han beneficiado de contratos con nombre
propio, licitaciones amañadas, favoritismos de toda índole. Cada vez que pueden
se arropan con fondos del Estado o de entidades del exterior. ¡Nunca ponen su
dinero porque éste no está en el Perú sino custodiado y ganando intereses fuera
del país! ¿Empresarios?: ¡no, sanguijuelas aprovechadas!
La aguda socióloga y
analista política María del Pilar Tello ha propuesto en artículo reciente que
los empresarios no son enemigos sino aliados. ¡Sin duda alguna! Pero ¿con estos
tipos de la Confiep, se puede llegar a alguna parte? ¡Jamás invierten si no
tienen seguro que ganarán por 10 ó 20! Las leyes, los plazos, la economía
honesta, son para los idiotas y bobos, para los de la Confiep basta con lo que
tienen en su enorme red corrupta de conexiones, contactos, ministros y
congresistas, amén de burócratas en el aparato del Estado.
Estos empresarios
rentistas no tienen ninguna visión de país. Son peruanos por casualidad.
Piensan en inglés y veranean en Miami. Sus hijos son tecnócratas vendepatria
educados en cómo mejor concesionar o regalar los patrimonios nacionales. Se
consideran ajenos al Ande y el hombre de a pie, cetrino y de pronunciación
diferente es un número frío en sus estadísticas de rentabilidad. Si se tratara de
alguna emergencia, toman un avión y se largan. No luchan aquí y sólo, para
guardar apariencias, dejan a los alfiles. Cobardes por antonomasia sólo
constituyen una rémora para el Perú. ¡No son de avanzada, son reaccionarios y
momios!
Lo que ha ocurrido la
semana pasada en el Perú es un hecho iniciático: será la primera gran
experiencia -¡qué ironía democrática!- de la destrucción de lo nacional,
funesto precedente para todo lo que se viene. Los diarios, canales televisivos,
radioemisoras, no dicen nada. El canibalismo ha recibido el honor de ser ya una
costumbre nacional. En el momento menos pensado, aquellos que hoy aplauden esta
autodestrucción estarán entre las fauces hambrientas de otros más poderosos. Y
entre estos, a los despreciables de la Confiep.
¡Atentos con la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto
infame y tácito de hablar a media voz!
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La foto es de los actuales
días turbulentos de la política peruana (feb-marzo 2018)