Señal de
Alerta
por Herbert
Mujica Rojas
13-7-2010
¿Democracia estúpida, insuficiente o inútil?
Tres
décadas y media atrás los peruanos en su mayoría pugnábamos por la
reinstauración del voto pleno. Recordábase el dicho de Martí: cuando el voto es
libre, la revolución es el sufragio. Y la panacea la representaron la Asamblea
Constituyente de 1978-79, la elección presidencial de 1980 y el Congreso de
entonces. No obstante esas conquistas, el mismo sistema democrático no
satisfizo la eterna y crítica postura disconforme de muchos sectores.
Pasados los
decenios todos abominan de un sistema en que el voto popular consagra a cuasi
tarados, con excepciones escasas, como legiferantes de inigualable mediocridad
e ineptitud orgánica para producir debates y leyes a favor de las grandes
causas del país. En el plano edilicio o regional no hay, tampoco, mucho que
rescatar. La enorme publicidad blanquea el pasado cercano de algunos
delincuentes y estos se refocilan en la chance de postular por dónde los
intereses comanden sus proas.
Por la
cantidad de torpezas ínsitas de la democracia, podríamos concluir en que ésta
es sumamente estúpida. ¿O es insuficiente por la razón simple que no llega a
contentar a las mayorías? O ¿es la democracia inútil para nuestras sociedades?
Las
preguntas son pertinentes y simples.
¿Cómo se
mide, hasta hoy, el respaldo de aquellos que se sienten capaces de representar
al resto?: por la opinión ciudadana en las urnas. Hasta hoy no se ha inventado
otra fórmula que no sean aquellas atrabiliarias en que minorías intelectuales, tuertos
en pampas de ciegos, pretenden ser los intérpretes de la historia…….¡y del
resto! Y para ello han inventado desde fraseología cohonestadora de su estafa
hasta premios y diplomas que se reparten entre sí, los unos a los otros para
“legitimar” los supuestos méritos.
Cierto es
que ya no basta el acto comicial. Es muy común que el elegido se sienta en
capacidad de traicionar cuanto dijo en campaña y de hacer todo lo contrario a
lo que ofreció cuando cautivaba por los votos. El ejemplo más palmario lo
constituye el presidente Alan García Pérez. Son pocos los días en que no
anuncia medidas de tal jaez que hay sospechas fundadas que cambió de ideología
si alguna vez tuvo una. Prometió, gobernó para los menos y busca impunidad para
los cinco años que vienen. No pocos pueden pensar distinto y eso es legítimo
pero los hechos son los hechos.
¿O es,
atajo señaladamente facilista, la democracia una dinámica inútil? A los
violentistas de viejo cuño, deleita repetir que el poder nace del fusil. Pero
la información ha reemplazado la eficacia de la pólvora. Hoy se matan
sociedades enteras con mentiras distribuidas por cable, circuito abierto,
satélite y demás medios de comunicación que con bombas o tomas demenciales de
riendas gubernamentales. ¿Quién mide de qué tamaño es el timo de las armas
nucleares en Irán y el bombardeo y destrucción que llevó a cabo Estados Unidos
en la zona? Lo cierto es que de esa hecatombe advinieron muy buenos negocios. Y
que diga Dick Cheney si no es cierto.
La
profunda, inconcusa y abyecta incapacidad de los partidos políticos, meros
clubes electorales, de constituirse en vectores válidos del encaminamiento de
la voluntad y opinión ciudadana, les hace despensas suculentas en que recalan
no pocos fenicios formados en base a dinero sucio y que compran puestos,
candidaturas e imponen negociados desde las episódicas alturas del sillón de
mando. ¿Qué hay, por ejemplo, de ese Metropolitano que costaba US$ 180 millones
y ahora su precio es superior a US$ 300 millones? El conchabo infame del
silencio, amordaza cualquier denuncia, la desaparece en el listado que aparece
en la red y, no pocas veces, persigue judicial, policial y hamponescamente a
quienes señalan estas acciones bastardas.
Reyes del
descontento, los peruanos hemos descubierto la piedra filosofal al revés y
criticamos hasta por el simple deporte de criticar cuanto nos rodea y nos
regodeamos del destino que impone la inutilidad de cualquier esfuerzo para
corregir estas taras. “¡Así es!” repiten las cacatúas con forma humana.
Por tanto, ¿es
la democracia: estúpida, insuficiente o inútil?
¡Atentos a
la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos
al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos
el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el
talento salvará al Perú!
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