Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
8-12-2023
Juguetes, política y mamarrachos
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Ya no parece tan
indelicado decir que el Perú es un país de juguete. Aquí tenemos mamarrachos en
política que juegan con el destino de 33 millones de connacionales y es más
importante saber quién es abogado de quién y cuáles sus pasados vinculados a las
sucesivas mafias en el poder.
O –a veces- tiene mayor
importancia el disfuerzo de quiénes, luego de haber mamado de la ubre del
Estado, hoy ofrecen desesperados sus colaboraciones eficaces para la lucha
contra la corrupción de que eran parte.
Un número considerable
muestra no hojas de vida, sino prontuarios ricos con muertos y heridos desde
hace décadas.
El señor PPK resolvió
dejar la mudez y reivindicó su indulto a Fujimori que no reunió las condiciones
exigidas y sólo fue un vulgar toma y daca con tal que no lo vacaran entonces
del solio presidencial donde daba palos de ciego impresionantes.
Menudean las “opiniones” y
cada quien, con intereses privados y oscuros, dice esta boca es mía, para que
lo tomen en cuenta en la recomposición venidera del canibalesco formato
político peruano. O, lo que es lo mismo, un país de juguete.
Escribió Manuel González
Prada: “el Perú es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota pus”.
¿Es posible no decir lo mismo en los días de hoy? Por desgracia, se lo puede
repetir, pero multiplicado por mil.
El Perú es lo que es
porque así lo han hecho sus políticos, sus empresarios (o los que así gustan
llamarse), sus intelectuales, sus gobernantes. País de contradicciones y de
diagnósticos al por mayor y según quién los sufrague, somos una colectividad
sin rumbo ni norte, y ni siquiera sabemos qué es Perú y mucho menos recordamos
nuestra historia. País que no lo hace, repite sus errores.
Decir por tanto que Perú
es un país de juguete no es inapropiado. Puede sonar fuerte pero ¿qué es lo que
la ciudadanía está viendo vía los miedos de comunicación? El gobierno de doña
Dina Boluarte no respeta a la Corte Interamericana y envía a su canciller y al
ministro de Justicia a decir que sí guardamos fidelidad al acuerdo
internacional.
La evidencia que se ha
hecho todo lo contrario porque retrasados mentales contraponen a los acuerdos
internacional de los que Perú es suscriptor, con lo que diga el Tribunal
Constitucional alegando “soberanía”, es un hecho macizo e innegable.
Toda la banda de
ignorantes que braman porque nos salgamos del pacto internacional debieran
reparar en que la denuncia es una cosa que demora en su proceso. No es como
pagar por la entrada a un espectáculo e ingresar al recinto.
Decir que los que están en
la cosa pública, en altísimo porcentaje –no menos del 95%- representan la
estulticia elevada a doctrina del ridículo, no es inexacto. Bastaría con mirar
a unos cuantos legisladores, magistrados venales e informadores torcidos hasta
el tuétano.
Por el contrario es un
reto, un acicate para superar semejante condición oprobiosa (país de juguete) y
trocar el infortunio en victoria y la estupidez ambiente en creación genuina y
heroica de buenos y esforzados peruanos y hallar puntos en común, unir a los
grupos humanos y hacer de esta idea, un enorme trabajo con miras al 2026 o
antes.
Hay en el país aún gente
dispuesta a sacrificar su cuota de tiempo con calidad y generosa gana de hacer
un Perú libre, justo y culto. Ciertamente, también abundan los mercachifles y
aventureros.
¿Cómo se hace esto? Tengo
la impresión –que no la varita mágica- que hay que movilizar a los jóvenes y
convocarlos al ejercicio político de enjuiciamiento terminal y concurso sin
dobleces.
¡Hay que enterrar bajo miles de toneladas de concreto a la
fauna política y hay que comenzar otra vez, la forja dulce y tremebunda de
construir un país desde dentro y desde abajo!
Tal como está el Perú, con
el mando nominal de mediocres logreros, sólo asimilará cuanto nos impongan desde
fuera porque aquí no hay capacidad de respuesta. Los estudiantes tienen el
sagrado derecho y deber de poner el hombro y mover al país conmoviéndolo desde
sus cimientos más íntimos. ¡Los viejos a la tumba, jóvenes a la obra!
Si la juvenilia
estudiantil se abraza con los hombres y mujeres de buena voluntad que aún
permanecen limpios de obra y espíritu, entonces, el Perú aguarda la señal de
alerta que le ilumine hacia destinos superiores como nación vertebrada y equipo
en Costa, Sierra y Montaña, los aires de Quiñones, el Mar de Grau, nuestra
proyección al Atlántico e intereses de investigación en la Antártida. ¿Es tan
difícil la tarea? El desafío se responde.
Los contingentes humanos
marchando demuestran protesta y energía. Esas mismas virtudes deben formar parte
del gran acuerdo para pulverizar a los mediocres vividores del Estado el 2026.