Tuesday, January 14, 2025

¿Qué NO hace un narcoestado?

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

14-1-2025

 


¿Qué NO hace un narcoestado?

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Algo muy simple y de lo que millones de peruanos no tienen la más mínima idea: ¿promovería el narcoestado, un debate libre sobre qué ocurre realmente en el VRAE? Da la impresión que hay mucho secretismo. Lo que, felizmente, ya no existe, es el terrorismo violentista y letal.

 

Un narcoestado jamás tendría mayor entusiasmo de informar acerca de la decena de edificios en las principales ciudades del país y que están en casco y tienen años sin terminar. ¿No hay propietarios, gente necesitada de su vivienda? ¿O hay un simple lavado de dinero?

 

¿Pondría orden el narcoestado en una guerra firme y a fondo contra las cada día más numerosas bandas armadas y asesinas? Eso equivaldría a mejorar el servicio policial con entrenamiento, infraestructura, sueldos superiores, en buen castellano, ponerle piedras en el camino al narcotráfico, matriz cuyo vértice superior es un estado.

 

¿Alentaría el narcoestado un saneamiento del sistema bancario con tasas abusivas, desproporcionadas que cobran los bancos a personas naturales y corporativas? En Perú los bancos hacen cuanto les viene en gana. ¿Por qué tanta impunidad?

 

No debe olvidarse que, bajo pretextos mil, las antedichas entidades financieras, son la válvula perfecta para el blanqueamiento de fondos, lavado de dinero. Dentro y fuera del país y los bancos corresponsales trasvasan desde aquí sus grandes negociados a sus centrales que no dicen ¡ni chis, ni mus!

 

¿Cuántos grupos de influencia en lo económico, por tanto, en lo político, maneja un narcoestado? En los miedos de comunicación hacen publicar lo que impulsan como verdades que todos tienen que consumir, aunque se sepa que son mentiras para la platea.

 

A un narcoestado no interesa un pueblo informado, más bien hace delicias con la ignorancia de aquél. Por tanto si se trata de vírgenes que lloran o suicidas que lograron dispararse más de 10 veces, todo vale. ¿No lo comprendió así el capitán traidor Vladimiro Montesinos cuando hacía de las suyas con Kenya Fujimori?

 

El narcoestado comprende que tiene que aceitar a los políticos. No solo son sus intereses monetarios, también es su presencia vía los comprables que desde hace años hacen todo a favor de los delincuentes. Ciertamente los aventureros tienen tarifas en dólares o euros y para depósito en cuentas cifradas en paraísos financieros.

 

¿Están enfrentados los intereses y anhelos de los grupos económicos tradicionales con los del narcoestado? ¡Pamplinas, si son complementarios! Las transacciones pueden disfrazar innumerables jugarretas con robustas “coimisiones” (peruanismo que alude al soborno).

 

La uña larga del narcoestado ¿deja de tener influencia en las otras áreas de la actividad en Perú, como por ejemplo, Poder Judicial, Electoral, FFAA, ministerios importantes? Todo indica que el cáncer está diseminado ampliamente en el cuerpo social.

 

Pero el narcoestado no es una laptop o un robot, funciona desde la mano delictiva de operadores comprometidos al mal camino. No es ninguna maldición bíblica o mitología barata, es deprimente realidad, monda y lironda.

 

Entonces ¿aceptan los ciudadanos el actuar de facto del narcoestado, acatan sus disposiciones y viven con la cabeza gacha y avergonzada de ser pusilánimes porque “así son las cosas”?

 

¡Política sin moral, no es política, es cualquier cosa!

 

El Perú necesita una revolución moral. Hombres y mujeres de todos los partidos, de la multitud de colectivos, de las diferentes congregaciones religiosas y laicas, de todas las edades, de todos los confines, de todas las sangres, tienen el imperativo imperioso de pelear por la unidad y presentar una faz depurada como sólida.

 

Si no entendemos que podemos empezar a levantar el edificio de la revolución moral a través de la unidad política, estamos simplemente en el despeñadero más suicida y estúpido que pueblo alguno pueda padecer.

 

Seamos el país que desciende de las culturas preíncas. Renovemos el pacto justiciero de igualdad que alentaron los jefes incas. Hagámonos portaestandartes de un país posible y juremos, hoy y siempre, extirpar del país, a la basura convertida en seres humanos que nos ha llevado a donde estamos.

 

¿Es mucho pedir que cuidemos el futuro de nuestros hijos? ¿O que el Perú sea madre y no madrastra de sus hijos por voluntad integérrima y libre de sus habitantes?