por Herbert Mujica Rojas
27-3-2008
¡Forajidos saltapericos!
¿Necesítase una ley, disposición, punición ad hoc, que castigue el
repugnante espectáculo que dan múltiples funcionarios públicos (¡no
solamente los ex procuradores!) que con todo descaro dejan la mamadera
del Estado en que cobraban bien, para irse a merecer más dólares de la
empresa privada, casi siempre contra todos los preceptos, principios,
doctrinas, creencias, que profesaban hasta antes de venderse con
desparpajo al enemigo? ¡Afirmo que no! Es un asunto de decencia y
coherente actitud que ¡por supuesto! los forajidos saltapericos no
respetan jamás. En este país una prensa mediocre, encubridora,
taimada, disimula las cosas y envilece lo que es un festín en que las
honras se venden y se compran al mejor postor. ¡Así de simple!
Ha dicho la ministra de Justicia que hay que evitar el cambio de
vereda. En Perú, las leyes sirven básicamente como papel de letrina.
Las leyes son para que las incumplan todos aquellos que manejan sus
propios códices basados en el bien material, casi siempre mal obtenido
y exaccionado al Estado y para que adocenen los miles de libros con
análisis, exégesis, interpretaciones y salmodias como cánticos sobre y
a partir de las leyes. Resumido de este modo grotesco: ¿quién tiene la
regla o la ley de oro? ¡el que tiene el oro, tiene la regla o la ley!
¿Por causa de qué la ministra pretende encasillar estos cambios de
vereda, que no son más que vulgares, sucios, malolientes oportunismos,
en ex procuradores? Supongo que no pretenderá limpiar al ex Defensor
del Pueblo, Jorge Santistevan de Noriega quien, luego de aprovechar el
sitial que le pagaba el Estado para su raquítica como fallida
candidatura presidencial, se pasó de pico y patas, a varias empresas
privadas que litigaban, con él a la cabeza, contra el Estado y es hoy
un abogado próspero con fama de prohombre y recto, cuando apenas si es
el triste paradigma de un saltaperico otoñal y mediocre, uno de los
tres generosos que hizo un regalo de decenas de millones de soles de
los contribuyentes a Baruch Ivcher! ¿Y llaman juristas a los otros dos
compinches, Felipe Osterling y Jorge Avendaño quienes también
facturaron opíparamente por un muy discutible arbitraje en favor del
israelí mencionado?
Bajo el título Capital intelectual, Telefónica del Perú, afirmaba lo
siguiente: "La base de la estrategia de Telefónica y su visión se
asientan en la definición corporativa de contar con el mejor capital
humano, constituido por el perfil de competencias de sus trabajadores
en su relación con los clientes y en los procesos que cumplen. De esta
forma la sociedad alcanzará sus metas de negocios y contribución al
país..... Y entre otros, los que componen el Directorio al 1 de enero
del 2001, figuran: José Graña Miró Quesada, Alfredo Jalilie Awapara,
Dionisio Romero Seminario Jorge Melo-Vega Castro. Pero ¡este mismo
individuo Melo-Vega Castro, había sido Secretario General de Osiptel
desde 1997, según la resolución firmada por Jorge Kunigami y cuyo
número fue No. 057-97-PD/OSIPTEL de setiembre de ese año! En buena
cuenta, en menos de un trienio y por arte de birlibirloque dolarizado,
el caradura emigró del Estado hacia la empresa de comunicaciones que
decía supervisar antes, con sueldo pagado por los impuestos de los
peruanos.
San Dionisio Romero Seminario, el banquero de los banqueros, nombró
director del Banco de Crédito a Jorge Camet Dickman luego que éste
fuera, nada más y nada menos, que ministro de Economía y Finanzas. ¡Un
justo y necesario premio! ¡Nadie podría objetar esta regalona virtud a
San Dioni!
Igualmente el caso de Francisco Moreyra García Sayán: socio principal
de uno de los diez estudios de abogados más importantes de Lima,
estuvo involucrado en una de las operaciones de compra de deuda cuya
irregularidad fue detectada, por el acceso a información privilegiada
con la que se contaba. Moreyra formó en su estudio de abogados el Perú
Privatization Fund (PPF), que tenía entre sus integrantes al Banco de
Crédito del Perú, al que asesoraba. También eran de PPF empresas
formadas en Gran Caymán e Islas Vírgenes Británicas, de las que
Moreyra era director. Al mismo tiempo, el abogado fungía de asesor del
MEF durante la gestión de Camet. PPF fue el principal comprador de
papeles de la deuda peruana, la cual vendió, a su vez, al Estado
peruano, una vez que dichos papeles se revalorizaran por el
cumplimiento de los compromisos internacionales. A través de Moreyra
se sabía cuándo comprar y cuándo vender. ¡Este tipo se paseaba en
varias veredas a la vez!
¡Todo funcionario que ha trabajado para el Estado, tiene que guardar,
por lo menos 5 años de distancia antes de entrar en temas conflictivos
con el Estado que antes le pagaba, para adscribir a la empresa
privada! No es que el Estado sea menos tramposo y coimero que los
privados, ambos sectores disputan esas faltas de honor todo el tiempo,
sino que hay que empezar a corregir entuertos y aberraciones que nos
son mostradas todos los días como si fueran normales ocurrencias
cotidianas que no llaman la atención. En efecto, no son disonantes ni
provocan los vómitos respectivos porque, así como pasó con los muertos
del violentismo terrorista, hemos incorporado esos traumas y
enfermedades en el imaginario colectivo. Ese hecho no da patente de
corso para que los delincuentes que le roban al Estado y a la empresa
privada, se paseen como Pedro por su casa y haciendo tabla rasa de
cualquier rasgo de decencia.
No ha mucho un individuo de apellido Chehade pasó de ser amamantado
por el Estado, en movimiento pendular, a la defensa del ex candidato
presidencial Ollanta Humala. Y más que defenderlo ha dedicado buena
parte del tiempo en "convencer" a la gente que no hay incompatibilidad
en la sinverguencería de litigar hoy contra el Estado que le pagaba
sueldo y que lo sacó del anonimato que no ha podido vencer con algún
buen libro, una excelente cátedra o un compendio de textos que den la
más mínima luz jurídica aunque sea a los que viven bajo su techo, a
excepción de la anomalía que protagoniza con ayuda de prensa cómplice
que justifica esta barbaridad.
Insisto. ¿Es éste un asunto de códices y castigos? ¿o es un tema que
la sociedad debía singularizar en la deleznable persona de estos
individuos a quienes hay que acusar por calles y plazas y zaherirles
en la comisión de sus faltas morales? Recordemos, cómo, años atrás,
cuando le fue echada basura a Martha Chávez, en un espectáculo de los
pocos que la República puede recordar como clímax estelar de
escarmiento, una huella quedó marcada y un camino apisonó su andadura:
el fusilamiento moral. Ni las leyes, códigos o adefesios por el estilo
pudieron con la irreductible fujimorista. No falta mucho para que
cobre resarcimiento porque así lo dicen estas mismas leyes. Pero
¡jamás podrá olvidar el país lo que ocurrió y el rostro de ella
castigada por su crueldad y los hechos que nadie podrá dejar de
recordar en todo momento!
¿Difícil el asunto? ¡De ninguna manera! Sólo que hay matrimonios de
interés en que unos se tapan a otros y por eso la moral pública es un
dechado de bascas a granel. ¿Y el pueblo? El pueblo siempre es el
convidado de piedra, que paga a los inmorales que son sus funcionarios
para que regalen el país, enfeuden el patrimonio nacional y
engrilleten el destino de vida de 28 millones de habitantes.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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