por Herbert Mujica Rojas
8-5-2009
San Dionisio por la gracia de Dios (¡y del billete!)
¿Será verdad que el gobierno actual quiere condecorar con la Orden del
Sol al banquero de los banqueros, San Dionisio, que goza de esa
santidad por la gracia de Dios y porque su billete así lo consagra?
¿quién desmiente esa información from the mule's mouth (desde la boca
de la mula), que ha tronado porque se haga respetar el inmenso cúmulo
de dinero que sus empresas pagan en publicidad, sobre todo en los
medios de comunicación, para que se evite cualquier tropiezo contra
este "objetivo" (la Orden del Sol, naturalmente)? ¡De ninguna manera
podemos dejar de reconocer que San Dionisio tiene un afecto muy
acendrado y se acuerda de las mamis de gran parte de sus colaboradores
porque las enuncia todo el día! Estando tan cerca el día celebratorio,
el asunto no es para pasarlo por alto. ¿Y sino que le pregunten a
Alvarito ese que anda con la caja de leche Gloria llena de dólares, a
diestra y siniestra?
Pero San Dionisio tiene su fanaticada. La ilustre profesora de derecho
de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Beatriz Boza Dibós, ex
jefa de Indecopi durante el régimen delincuencial del nipón Kenya
Fujimori, elevó ayer en El Comercio, a la categoría de institución
nacional al Banco de Crédito. El sub-decano, (el decano es El
Peruano), no es responsable por cuanto escriban –a veces barbaridades-
sus colaboradores. En realidad, el circunloquio estuvo empleado con
maña para no adular más a San Dionisio y aparentar el elogio a la
referida casa financiera. Parafraseando a Madame Rolland al borde de
la guillotina y cuando lamentaba la prostitución de la democracia, hay
que repetir: ¡modernidad, cuántas abyecciones se hacen en tu nombre!
Entre las virtudes reputadas a San Dionisio por la gracia de Dios (¡y
del billete!), la Boza subrayó la capacidad de relevo. ¿No sabe la
guapa y robusta maestra que hay un control remoto milimétrico, por
celular, correo electrónico, sensores especiales contra la torpeza
genética, haz de adelantos tecnológicos hasta hoy incapaces de suplir
sus celestiales dones, que usa el banquero de los banqueros para saber
qué pasa en sus múltiples empresas? ¿no ha oído la canción aquella
Puppet Man de los 70s? Y si dice que no ¡miente porque ya tiene los
años suficientes! Lancemos entonces un piadoso ¡por favor!
En cualquier país normal se premian los méritos y las cualidades. En
Perú se agasaja a no pocos delincuentes, cacos suma cum laude y hasta
autodidactas en el arte de expoliar, coimear, extorsionar, envilecer
al Perú y a todas las formas honestas de hacer negocios para, en
cambio, comprarse salas enteras con jueces al peso –en dólares y
euros-; alquilarse plumas de mermeleros en casi todos los miedos de
comunicación; avituallar a ministros que se prosternan por favores
antiguos o en proceso de plena reproducción; homenajear a legiferantes
que como Alvarito aguantan cabeza gacha que sus madres sean parte de
las discusiones o, mejor dicho, reconvenciones que vomita el santo que
se olvida de su santidad cuando estalla en cólera con sapos y culebras
en cantidades industriales. En síntesis, la contradicción se afirma
como lógica y las antípodas reemplazan a lo justo y lo limpio y
devienen en ganadoras de preseas, menciones honrosas y diplomas a
nombre de la Nación. En ese mundo surrealista sí podría entenderse que
el banquero capo di tutti di cappi acumule más "reconocimientos".
¿Qué significa San Dionisio? No es santidad, de ninguna manera, lo que
representa. Lidera grupos terrenales que no hesitan en aliarse con
Ricardo Claro, máximo armador de Chile, por supuesto que para
¡construir puertos a lo largo de la ancha costa del Perú!. Y de allí a
tener grifos y controlar múltiples intereses casi siempre de
testaferros de millonarios mucho más grandes, no hay sino un
milímetro. Por tanto forma parte del poder real, del que manda, del
que impone condiciones, del que señala qué se hace y a quiénes se
favorece y lo único que no cuenta en esta danza de vaivenes es qué
conviene al Perú y si sus intereses geopolíticos están debida y
sagradamente custodiados. ¡Al imperialismo corporativo le importa un
bledo el Perú y los peruanos!
¿Qué hacen los políticos? ¡Nada de nada! Sus discursos pasan por una
chatura nada envidiable por mediocre, repetitiva e inculta. Más bien
clubes políticos, se disputan el dudoso honor de llenar de panzones
tarados los puestos del Estado para gastar el dinero de los
contribuyentes. Incapaces de armar una polémica ideológica o de dar
vida a un frente único de trabajadores manuales o intelectuales que
capture el poder como conjunto de clases explotadas y aliente un
Estado antimperialista que contrate con el imperialismo corporativo
peleando cada cláusula o disputando todos los contratos, vegetan en el
onanismo de la democracia electoral y empujan montoneras colecticias
para ver cuánto dinero hay para las "campañas". ¿Es esa mugre la
revolución que el Perú necesita?
Para no perder el hilo santo del discurso, ¿será posible regalar la
Orden del Sol a San Dionisio por la gracia de Dios (¡y del billete!),
sin que por eso se abofetee al Perú entero, se haga escarnio de la
honradez y se establezca el precedente que es menester robar para ser
reconocido a nombre de la Nación? ¡Ay de las sociedades que consienten
en morir de a pocos, en silencio y con la cabeza gacha! Abyecciones
como la producida por Beatriz Boza Dibós, son para el Gran Libro de la
Infamia Universal. Y por eso será recordada. Todo el resto son babas.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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