Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
19-10-2023
Hasta la inercia es boba
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Definida la inercia como:
incapacidad que
tienen los cuerpos de modificar por sí mismos el estado de reposo o movimiento
en que se encuentran en nuestro país hay que insistir, insistir, hasta que
alguna cosa salga bien.
Los
cultores de la inercia boba, esperan que todo caiga del cielo.
Díceme un amigo de
inteligencia potente que las cosas se caen de puro maduras. De repente eso
ocurre en alguna nación civilizada pero en un país bananero como el nuestro,
pleno en historiadores plásticos, rico en políticos de nivel zoológico, colmado
de intelectuales a la carta, premunido de organizaciones de nuevos gángsteres,
eso es raro.
El menú que se ofrece en
el mercado está lleno de formadores de opinión, doctos autores de muchos libros
que ni ellos releen y de profundos pensadores a quienes importa un bledo el
resto, total, ellos cobran puntualmente.
En simple enunciado nada
viene solo si no es por acción y empuje.
En efecto. La lobotómica
inacción del esteta que aguarda esas maduraciones es la viveza criolla que todo
lo facilita engrasando mecanismos o aprovechando simplemente del conocimiento
sabio que es entender a la entelequia que espera que las cosas lleguen o caigan
del cielo. La bobería esa de los peces y los panes sólo puede leerse en pasajes
bíblicos.
Pongamos ejemplos
imbatibles. ¿Por causa de qué, si junta usted cinco peruanos obtendrá más de
cien opiniones distintas sobre cualquier cosa? No es del caso atribuir al
ingenio semejante chisporroteo cerebral.
De repente es todo lo
contrario: cuando la inercia boba produce esperpentos con saco y corbata que
llegan a ministros, embajadores, congresistas, cuando no intelectuales al peso
avaluados en dólares y euros para resguardarse de los vaivenes de la moneda
gringa, se producen caos de marca mayor.
¿Tienen alguna
representación los partidos políticos? No, son meras corporaciones proveedoras
de burócratas, en no pocos casos de sinverguenzas con pasados delictivos y
monreros. ¿Funcionan los controles o filtros al interior de estos grupos?
¡Tampoco!
Por el contrario, imperan
las maquinarias cerradas, sectarias, conservadoras del status quo que manda no
perturbar en nada el perverso diseño que apunta a enriquecer a los vectores y a
las sociedades que lideran los negociados y en la sucia actitud de regalar el
país vía concesiones, contratos con nombre propio, TLCs claudicantes y decretos
leyes reaccionarios y so pretexto de no generar “inestabilidad política”.
Los entronizados permiten con
su silencio que la inercia boba in extremis sea aprovechada por otros, los que
entienden que aquellos NO van a hacer nada.
¿Qué perpetra el gobierno?
Obedece al diseño, lo administra en nombre de quienes son el real poder por una
razón fundamental: el gobierno lo tiene cualquiera. El poder es otra cosa y es
el que nos embute sebo de culebra y nos tasa la moneda, nos dice si somos
elegibles para créditos, nos radiografía cual guarismos fríos y nos sindica
como conejos experimentales para sus armazones económicas que no se salen del
modelo clásico: los ricos se hacen más ricos, y los pobres y tontos, más pobres
y bobos.
¿Qué sociedad doctrinaria,
pensante, ideológicamente formada, opone algo o estructura acción política
contra semejante realidad cruel? ¡Y no vengan a decir que los fautores de
recetas de hace cuarenta años muestran originalidades otoñales! Cuando la
inercia boba se une a la mediocridad sempiterna, se genera un hueco negro
inextricable.
Insisto. En Perú no hay
nada que madure y evolucione per se. La historia que desde hace más de 200 años
se cuenta en los colegios, está plagada de mentiras, héroes falsos, hechos
inexactos, protagonismos superlativizados, en suma negra: un fardo de monsergas
y basta con recorrer las calles y plazas y ver qué nombre llevan.
Verbi gracia: ¿serán pocas
las que tengan el nombre de Piérola, el regalador de Lima en 1881 y las de
Bolívar el que declarara la guerra al Perú y que le enajenó Guayaquil?
¿Y qué se ha enseñado por
decenios en el país? Es que la inercia boba dejó hacer, permitió el imperio de los
vivos que siempre supieron que los muertos en vida, nunca fueron más que eso.
En los días actuales
brillan por su ausencia los iconoclastas. Hay los repetidores de las ideas de
otros. No pocos viven, duermen, copulan y citan hasta el hartazgo a Norberto
Bobbio, pero no examinan las monumentales imposturas que nos han contado los
historiadores de plástico.
Y aún así se lucen como
formadores de opinión y apenas si superan el suma cum laude que les otorga la
inercia boba premiadora de mediocres ante la mirada impávida, consentidora,
cómplice, del resto.