Combate de 2 de Mayo: Parte de las baterías del Sur
por Ernesto Linares Mascaro; elinaresm@yahoo.com
2-5-2016
Con motivo del Sesquicentenario
del Combate del 2 de Mayo, he preparado un par de textos sobre el combate.
Las baterías del Callao
agrupaban más de 50 cañones, divididas en baterías del sur y baterías del
norte, estando el muelle al centro.
Los cañones de las baterías
eran cañones rayados Blakely y Armstrong y cañones de ánima lisa del calibre de
32 y 68 libras.
Los cañones rayados eran de
acero y fueron descritos por José Torreblanca en su obra “Descripción y manejo
de los cañones Blakely, Armstrong y Vavasseur de las baterías del Callao”, un
manual del año 1879 con motivo de la Guerra con Chile. Los Blakely eran
llamados de 500 libras, tenían un calibre de 11 pulgadas, una longitud de 4.47
m, pesaban 14 toneladas y sus proyectiles huecos pesaban 404 libras, más una
carga explosiva de 10 libras, y los sólidos pesaban 500 libras. Los cañones
Armstrong eran llamados de 300 libras, tenían un calibre de 10 pulgadas, una
longitud de 3.962 m, pesaban 12 toneladas y sus proyectiles pesaban: 261 libras
la bomba común más 17 libras y 8 onzas de carga explosiva, 265 libras la bomba
de casquete más 4 libras y 5 onzas de carga explosiva y 279 libras la bomba
segmentada más 8 libras de carga explosiva.
Los cañones de ánima lisa eran
viejos cañones de fierro que disparaban balas esféricas que pesaban 32 libras
(calibre de 6.4 pulgadas) ó 68 libras (calibre 8 pulgadas).
La conformación de las baterías
del sur, que estaban al mando del coronel Manuel G. de la Cotera, fue detallada
por el historiador naval Fernando Romero Pintado en su obra “Historia Marítima
del Perú”, Tomo VIII, volumen 2. Estas baterías eran las siguientes:
El cañón de Pueblo, conformado por un cañón Blakely de 500 libras
colocado a última hora, al mando del capitán de fragata Hercilio Cabieses.
Estaba ubicado frente al antiguo arsenal, cerca de la actual Plaza Grau, al
norte del castillo del Real Felipe.
Provisional, conformado por cinco cañones de 32 libras
al mando del capitán de corbeta José Sánchez Lagomarsino. Estaba ubicado al
oeste del Real Felipe.
Chacabuco, conformado por cinco cañones de 32 libras
al mando del teniente coronel Miguel Rodríguez. Estaba ubicado al sur de la
batería Provisional.
Fuerte Santa Rosa, tenía dos cañones Blakely de 500 libras, un
cañón de 68 y siete cañones de 32 libras, al mando del capitán de fragata
Guillermo Torres. Estaba ubicado en la actual plaza Santa Rosa en Chucuito. Era
el antiguo fuerte de San Rafael, construido en el siglo XVIII como un auxiliar
del Real Felipe, destruido por los chilenos durante la ocupación del Callao en
1881.
Maipú, tenía seis cañones de 32 libras al mando
del coronel Ruperto Delfín. Estaba ubicado al sur del fuerte Santa Rosa.
Torre de la Merced, tenía dos Armstrong de 300 libras en una
torre giratoria blindada, en donde falleció el secretario de Guerra y Marina,
José Gálvez. Estaba ubicada al sur de la batería Maipú, en La Punta.
Abtao, tenía seis cañones de 32 libras al mando
del teniente coronel Benito del Valle. Estaba ubicado al sur de la Torre de la
Merced.
Zepita, tenía seis cañones de 32 libras al mando
del coronel José Antonio Morón. Estaba ubicado en La Punta, pero sus cañones
apuntaban hacia la Mar Brava, al sur del Callao, mientras el resto de cañones
apuntaban dentro de la bahía, hacia la isla San Lorenzo.
A continuación reproducimos el
parte oficial de las baterías del sur, respetando la ortografía original.
Diario oficial El Peruano, sábado 12 de mayo de 1866
Comandancia General de las
baterías del Sur.- Callao, Mayo 2 de 1866
Al Señor General Jefe de E.M.G.
S.G.J.E.
A las doce del día de hoy, la
escuadra española dejando su fondeadero de San Lorenzo avanzó, en son de
combate, sobre este puerto, dirijéndose hácia las baterías de mi mando la
blindada “Numancia,” que llevaba la insignia del Brigadier Mendez Nuñez, y las
fragatas “Villa de Madrid,” “Almanza” y “Blanca”.
La “Numancia” se adelantó de
las otras naves, y situándose á mil metros frente al fuerte de Santa Rosa,
disparó dos cañones sucesivos, los que fueron contestados inmediatamente por
mandato mio con una de las grandes piezas Blakely.
Yo había comunicado á las
baterías que daban frente á la escuadra, que el primer cañonazo que disparase
el fuerte, seria la señal de hacer fuego; así que, siendo la mayor parte de los
cañones del calibre de treinta y dos, quise dejar aproximar al enemigo todo lo
posible para tenerlo aun al alcance de mis menores piezas. Efectivamente, la
descarga que se le hizo debió haber producido grande efecto, por la confusión
que se notó en sus movimientos.-La “Numancia” y los buques enunciados,
continuaron el combate ya en línea ó alternándose respectivamente y haciendo un
nutrido fuego por secciones.
La preferencia que el enemigo
daba á las baterías del Sur, acumulando para destruirlas, la mayor y mejor
parte de su escuadra, sirvió tan solo para que sus defensores multiplicáran su
denuedo y esfuerzos, manteniendo así incólume el honor del pabellón nacional.
Poco tiempo después principiado
el ataque se notó una extraordinaria en la Torre de la Merced. Supuse que aquel
acontecimiento, cualquiera que fuese, debía haber deteriorado la fortaleza, y
para reparar el daño y conocer la verdad de lo ocurrido, mandé al ingeniero en
jefe Señor Malinouski, que se constituyera en ese lugar y prestase sus
servicios profesionales si acaso eran oportunos. Mientras tanto, el enemigo
redoblaba sus esfuerzos; pero las baterías Maipú, Chacabuco, Provisional y
Santa Rosa, cuyo último punto había elegido yo como el más céntrico para que
mis órdenes fueran rápidamente ejecutadas, sostenían ventajosamente los fuegos
con acierto y entereza.
El ingeniero en jefe, y ántes
que él, el Capitan Quiñones, me comunicaron la sensible catástrofe que tuvo
lugar en la Torre. El Señor Secretario de la Guerra y todos los valientes que
se encontraban en ella habían perecido á consecuencia de un incendio; no siendo
posible dar á US. ni aproximados detalles del origen y causas que motivaron tal
desgracia, porque los pocos que han salvado, aun no pueden dar razón de lo
ocurrido.
Como los fuegos del enemigo se
aumentáran con una tenacidad extrema, tuve que concretar mi atención
exclusivamente al ataque. Cinco horas de un reñido combate contra fuerzas tan
notablemente superiores, produjeron al fin el glorioso resultado de poner en
retirada á los que protestaron apagar en media hora los fuegos de la batería é
incendiar la población del Callao.
Al primer tiro que descargó el
cañón de grueso calibre, situado frente al Arsenal y al mando del Capitán de
fragata D. Hercilio Cabieses, perdió su nivel y quedó inutilizado; á los diez y
siete sobrevino igual accidente á otro de los cañones Blakeley del fuerte Santa
Rosa, mandado por el Sargento mayor graduado D. Manuel Suárez. La batería de
Abtao se vió precisada á suspender sus fuegos, en medio del combate, por no
estar ya el enemigo al alcance de sus piezas. Por último, dejando de funcionar
los dos cañones Armstrong de la Torre, quedé reducido á uno solo de Blakely de
Santa Rosa. Todas estas circunstancias favorecieron un tanto al agresor, pues á
merced de ellas, pudo salvar sus naves aunque con no pocas averías.
Eran las cinco menos dos
minutos de la tarde, cuando emprendió su retirada el enemigo, sin contestar los
últimos vigorosos fuegos con que lo provocábamos á continuar el combate. Duró
este cinco horas menos ocho minutos; en todo ese tiempo los españoles lo
sostuvieron con ardor: sus fuerzas centuplicadas y sus movimientos rápidos,
léjos de arredrar á los defensores de la patria, avivaba cada vez mas su
bravura y entusiasmo.
La fortuna ha estado de nuestra
parte, y esto tenía que ser: se luchaba por la libertad y la honra de la
América.
A excepción de la deplorable
ocurrencia que tuvo lugar en la Torre de la Merced, poco ha habido que lamentar
en las demás baterías de mi mando. Maipú sufrió un ligero incendio en el que se
inutilizaron los hermanos Cárcamo, que después de haberse desrielado la pieza
que servían, frente al Arsenal, se incorporaron á esta batería.
Los accidentes ocurridos en los
cañones de mayor calibre, no son por cierto ocasionados por los proyectiles
enemigos que estuvieron muy léjos de tocarlos; no habiéndose podido preveer sin
un sério ensayo, los pequeños defectos de las cureñas de los Blakely, no era
estrañarse, sobre-vinieran tales acaecimientos; mas todos estos cañones
quedarán á primera hora de la mañana en mejor actitud que ántes y en perfecto
estado de servicio.
La batería de Zepita, situada
hácia la mar brava no ha podido tomar parte en el combate por la posición en
que se halla; pero no ha quedado exenta de recibir las balas enemigas que
sobre-pasaban la línea de batalla, ni sus servidores han dejado de mostrar la
serenidad y noble entusiasmo de que estaban poseídos.
Tan uniforme y manifiesto ha
sido el valiente comportamiento de todos los defensores de la República en las
baterías que están bajo mis órdenes, que apenas me atrevo á recomendar á
algunos ante la consideración de S.E. el Jefe Supremo Provisorio, sin que por
hacerlo se menoscabe en ninguna manera el esclarecido mérito que á todos
corresponde, séame permitido mencionar la batería de Maipú al S. Coronel Gdo.
D. Ruperto Delfin. Teniente Coronel D. Gregorio Arana. Sarjento Mayor D. Isaac
Recabarren, Jefe de dicha bateria. Al Sarjento Mayor Gdo. D. José Manuel La
Fuente. Al Capitan D. Mariano Cruz. A los agregados Coronel D. José Santos
Monzon. Al Coronel D. Bonifacio Franco. Al Teniente Coronel D. Cárlos Montes.
Al Sarjento Mayor D. Juan Gamero. Al Sarjento Mayor Gdo. D. Enrique Quimper. Al
maestro mayor de montaje José María Pardo.
De la de Chacabuco, Teniente
Coronel D. Miguel Rodríguez. Al Teniente Coronel Gdo. D. Nicolás Barra. Al
ídem. Ídem. D. Vicente O. Alvarado, Jefes de la batería. Al S. Coronel Gdo. D.
Miguel Zamora que herido mortalmente por el caso de una bomba, espiró vivando
la República.
De la Provisional del Callao.
Al Comandante de Corbeta D. José Sanchez Lagomarsino. Al segundo, Teniente D.
Marcos Matiche.
De la Torre de la Merced. A D.
Antonio Alarco, que murió heroicamente según informes recojidos de personas que
merecen fé; hallándose todos los demás comprendidos en la relación de muertos y
heridos.
En la de Abtao. Al Teniente
Coronel D. Benito del Valle Comandante de dicha batería. Al S. Coronel Gdo. D.
Eusebio Pomareda, Jefe de la Columna de oficiales que sirven en esta batería.
De la de Santa Rosa. Al Capitan
de Fragata D. Guillermo Torres, Jefe de la batería. Al Sarjento Mayor Gdo. D.
Pedro Mas, y al de igual clase y empleo D. Manuel Suarez, ambos Comandantes de
las piezas. A los agregados al servicio de la misma batería, Capitan de Navio
D. Alejandro Muñoz, Capitan de Fragata Lino de la Barrera, Teniente Coronel de
Caballería D. Baltazar La Torre, Capitan de Corbeta Gregorio Miro Quesada. Los
agregados voluntariamente, S. Coronel Comandante General de Artillería D. Juan
Antonio Ugarteche. Al de la misma clase D. Francisco Alvarado Ortiz. Al Coronel
Gdo. D. Antonio Rodriguez y Ramírez. Al S. Injeniero en Jefe D. Ernesto
Malinousky, y á su ayudante Teniente D. Manuel Ugarteche.
De igual modo á los ayudantes
de esta Comandancia General, Teniente Coronel D. Mariano Menant. Al Sarjento
Mayor Gdo. D. Jenaro Muro. Al Capitan Gdo. D. Guillermo Zavala. Al Alferez D.
Julio Ayulo. Como también al S. D. D. José Manuel La-Puente, y al ciudadano de
los Estados Unidos del Norte S. D. Guillermo D. Coursey.
No es el que habla, S.
Secretario, quien debo decir, los defensores de la Patria hemos ó no
correspondido á la inmensa confianza con que nos ha honrado el Supremo
Gobierno; pero habiendo presenciado tan glorioso como desigual combate, algunas
naves de las mas poderosas potencias del mundo, es á sus imparciales é
ilustrados Jefes á quienes corresponde pronunciar su veredicto, decidir si
somos dignos de pertenecer á un Pueblo Libre. Con testigos tan irrecusables, y
á presencia de S. E. el Jefe Supremo Provisorio, no es posible poner en duda la
justa apreciación de los hechos.
Adjunta se servirá U. S.
encontrar dos relaciones: la una de los S. S. Jefes Oficiales y tropa que se
hallaron en el combate, y la otra, de los muertos y heridos que resultaron de
tan memorable jornada.
Dios Guarde á US. S. S.- Manuel
G. de la Cotera