Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
17-11-2023
Moscas cambian. Desechos son los mismos
https://senaldealerta.pe/moscas-cambian-desechos-son-los-mismos/
Censurado por un Congreso cuyo mejor baluarte es ser
desaprobado por más del 90% de la población, el ex titular del Interior,
Vicente Romero, engrosó la luenga lista de los desaforados.
Más de un opinante bramó que lo antedicho significaba un
“retraso” en la lucha por la seguridad ciudadana. Y no es broma, el brulote
anida en mentes primarias y epidérmicas.
El diseño sobre el cual mueve su dinámica el Estado, reposa
en gobiernos de asaltantes, cuyos edificios enormes de falta de honestidad son
aliento a la estafa condimentada por la superchería gárrula que suena bonito
pero que no arregla ninguno de los males seculares de este proyecto fallido de
república que es nuestro Perú.
Un ministro menos y por la forma que fuese, no cambia a una
burocracia esencialmente corrupta o con predominio inmenso de los depredadores
como tampoco hace mella en las dinámicas de contratos con nombre propio,
dirección y coimas institucionalizadas.
La inequidad monstruosa que representa que cogollos
minúsculos, taifas que vienen de tatarabuelos a tataranietos, que todo lo
disfrutan, incluyendo la impunidad ante los tribunales, persista aquí. Las
moscas cambian. Desechos son los mismos.
Grupetes que se autodenominaron de “buena familia, apellido,
decentes” y con pinceladas de blancura aunque sea aquella que consigue el
dinero deshonesto, reinan avasallando a millones de excluidos para quienes no
hay siquiera la más remota idea de proyecto de vida. La suya, sólo se confina a
sufrir, vivir en la miseria y votar por monigotes cada 5 años.
Por tanto, la especie que la salida o cancelación de un
ministro, pone de patas arriba algún diseño, es más una expresión primaria que
exégesis aguda y a pesar que 202 años de quimeras por toneladas nos grafican
que la promesa de vida peruana nunca pasó de aquella formulación.
Publicamos días atrás cómo el señor Contralor General de la
República, el economista Nelson Schack, carecía del indispensable requisito de
diez años de ejercicio profesional, para asumir el cargo. Así lo acreditan los
documentos y él también mintió ante el Congreso porque afirmó reunir todo lo
requerido.
¿Pasó algo? En las altas esferas de la Contraloría no hubo
¡ni chis, ni mus! Acostumbrado a imponer sus entusiasmos e iniciativas, por
alguna razón ignota don Nelson cree que es intocable.
Un señor de apellido Iglesias, secretario general de la Contraloría,
produce un texto que ha merecido refutación extensa de los trabajadores de la
entidad. Pero esta persona presentó un diploma universitario de una institución
de Hawái que no está acreditada ni reconocida en Perú. ¿Cómo puede ocupar el
puesto, el señor referido, con esa fragilidad?
En buen castellano, la entidad responsable que afirma: Supervisamos
y verificamos la correcta aplicación de las políticas públicas y el uso de los
recursos y bienes del Estado, a través de nuestras gerencias regionales de
control, los Órganos de Control Institucional (OCI) y las Sociedades de
Auditorías (SOA), tiene a la cabeza, en puestos principales, a personas que
incumplen reglamentos indispensables.
Otro mal ejemplo. ¿A qué se dedicó el Congreso en sus
primeros 15 meses? ¿No fue al golpe contra el ex presidente Castillo? Su
proverbial mediocridad era de tal magnitud que ¡ni siquiera pudieron lograrlo!
El día decisivo carecían de los votos y si no fuera por la maniobra del propio
Castillo, con su autogolpe, no lo conseguían.
Referirse al Parlamento es penoso. Cuanto escribió Manuel
González Prada, cien años atrás, deviene exacto a las trapacerías
contemporáneas: mochasueldos, tramposos, ignorantes, irrespetables, racistas,
patanes.
Entonces las moscas pueden cambiar aunque los desechos sean
los mismos o peores.
Los agentes del cambio, juventud, nuevos profesionales
honestos, tampoco parecen muy convencidos de su tarea histórica. Días atrás se
confirmó que 500 mil peruanos abandonaron el país para buscar nuevos caminos en
el exterior.
No pocos juzgan lo foráneo con ojos criollos y terminan
siendo mozos de restaurantes, limpiadores públicos o lavaplatos, siendo todos
esos oficios manera honesta de ganarse la vida. Pero haber estudiado años para
bajar la escalera, sí es un retroceso.
Obligación urgente es señalar la realidad de la lucha. No
hacerlo es perpetuar las cadenas ominosas de atraso y falta de autoestima en
que se expiden, casi sin entenderlo, millones de peruanos.
No hay derecho a que nos embutan “democracias” que sólo
consagran en las cúspides a hampones logreros y oportunistas criminales que viven
de los tontos. Y los tontos de su trabajo.