Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
27-3-2013
El seductor encanto de la presidencia
http://www.voltairenet.org/article177984.html?var_mode=recalcul
¿Qué sortilegio o embrujo posee la presidencia de un país? Algunos matan, a los suyos y a los ajenos, por alcanzarla. Golpes de Estado, trampas aviesas, crímenes mil desde su solio, se han cometido desde que Perú alcanzó el grado simbólico de República el 28 de julio de 1821 cuando San Martín proclamó la independencia con medio país ocupado por los españoles. El sueño angurriento, el clímax estentóreo del político hambriento constituye llegar a la primera magistratura.
¿Tiene poder realmente un jefe de Estado? Personifica a la Nación dice la Carta Magna, pero no puede dejar de reconocerse que algunos de los que estuvieron en el cargo, constituyen máculas indigestas del peor gusto y de la más grande indignidad. Unos por claudicantes y mediocres, otros por rateros vulgares y exaccionadores de la cosa pública. ¿Qué, sino, es el patrón del mal que se compra casitas de 1 millón de dólares y desea repetir por tercera vez la presidencia?
En otro trabajo, ¿Poder? ¿cuál poder?
http://www.voltairenet.org/ecrire/?exec=articles&id_article=135298&bonjour=oui , afirmamos:
"A menudo, con la fragilidad que surge de una criminal ignorancia, a veces adrede, se confunde poder con gobierno. El cuento del sistema democrático contribuye en no poco a esta falta de claridad porque se enmascara un comicio como la muestra feliz y sublime de la "expresión ciudadana". Cuando el hombre común y corriente debe escoger lo hace entre ilustres desconocidos, no pocos payasos o conocidos demasiado viles y corruptos. Por tanto, la democracia no sólo no se renueva sino que vulgariza su contenido, lo empequeñece y torna cualquier cosa menos un ejercicio cívico de profilaxia social. Cualquiera llega al gobierno y ejemplos recientes y vigentes hay múltiples. El poder mayestático, insolente, fuerte, está allí, mandando por encima y con todas sus correas de transmisión.
Nuestros esquemas productivos no se deciden en Perú. Los planifican y seleccionan poderes foráneos. Si hay que suministrar gas, para que Chile y otros países del sur tengan su gigantesco gasoducto y produzca el país vecino austral energía eléctrica para venderla a Perú, entonces ¡ese es el rumbo! El poder y sus genízaros, empujan sibilinamente esta "conveniencia". ¿No hemos visto a PPK, el ciudadano norteamericano, operador de las transnacionales, sosteniendo las bondades de estos esquemas?
¿Poder? ¿cuál poder?
Las más de las veces, los que llegan al gobierno tan sólo administran la hacienda para los poderes. Detrás de un sillón con mando aparente, hay otros que cotizan nuestra moneda, nos definen como riesgo país, nos colocan como despensas gasíferas, energéticas, acuíferas o minerales de sus logísticas unipolares y que están tomando las previsiones contra el inevitable dragón chino que despertó con furia multitudinaria y procurando que América Latina sea un patio trasero funcional y engrilletado a Estados Unidos a través de TLCs, tratos bilaterales, Planes Colombia, etc." Y no hay nada de lo que debamos desdecirnos.
No obstante lo antedicho, el ciudadano común y corriente, para quien la presidencia o hasta el más mínimo y modesto empleo en la cosa pública está casi vedado de por vida si no pertenece a las pandillas electorales, la presidencia tiene ribetes mágicos. Son miles los oficios, cartas, emails y documentos que llegan a diario a la oficina administrativa de cualquier presidente. La magia del cargo, el encanto seductor de una responsabilidad, es creación popular que atribuye virtudes resolutivas a quienes son simples administradores del poder que se maneja en alturas multinacionales y millonarias. Aquí se reparten las migajas.
Verbi gracia: pregunté ayer porqué no se ordenaba la publicación para conocimiento de la sociedad del contrato que renueva por 18 largos años más la concesión a Telefónica-Movistar. Cierto que ninguna importancia tiene quien esto escribe, pero los cientos de miles de usuarios que pagan precios abusivos a Telefónica y que sufragan sueldos de la burocracia, de presidente a paje, tienen derecho a saber qué están contratando en su nombre. Pero ¡no se oye padre! Y lo que debiera ser de oficio, natural y transparente, ha generado la monstruosidad que en Perú NO se conozca el documento que obsequia casi dos décadas pingues más en ganancias a Telefónica-Movistar. ¿Y el presidente? De repente está muy ocupado en otros temas.
Para miles su sueño de opio es ser presidente del Perú. Gran parte de esos millares no califica ni para mozo de restaurante modesto. A menos que ser claudicante, concesivo, ramplón y gárrulo signifiquen "virtudes" de nuevo cuño y "méritos" para serlo.
Un país no se construye con candidatos que dicen algo en campaña y una vez en la presidencia y abrazados por el poder real y cruel de ultramar, se entregan anuentes al diktat que emiten los que mandan realmente. La aberración podría graficarse en la criolla sentencia: una cosa es con guitarra, otra con cajón.
En Perú el presidente no debe ser palurdo, bocatán, deshonesto y ratero, como tampoco un aprovechador de los dineros del Estado para fines egoístas prolongadores de nuestros seculares males de corrupción y molicie social.
Y las nuevas generaciones deben exigir todo esto y pulverizar a los réprobos con la muerte civil vitalicia.