Alanismo: crónicas de traición y deslealtad
por Jesús Guzmán Gallardo; jeguzga@hotmail.com
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30-1-2021
El título es sugestivo, pero más lo es la realidad. Así que sin pecar
de tremendista ni invocar el sensacionalismo, me voy a sumergir en relatos que
no son anecdóticos sino históricos. La motivación, no es la envidia o el afán de
hacer mal, menos de venganza. El genuino motivo es la indignación y desprecio
por la mentira y sus practicantes (profesionales de la farsa y el fraude) que
han hecho de su vida un timo permanente.
El Partido Aprista ha tocado fondo y no es por generación
espontánea; hay responsables cuya personalidad se dibuja mejor con el tiempo y
me libera de suspicacias innecesarias o sospechosas.
La destrucción del PAP la venían planificando los civilistas y sus
herederos que cohonestaron dictaduras para el efecto. No lo lograron. El germen
de su destrucción estaba adentro, lo estuvo y se acentuó poniéndose en
evidencia con la aparición de Alan García Pérez y sus adláteres o secuaces
(también cómplices) como Carlos Roca Cáceres, Fernando Arias Vera, Alfonso
Salcedo, Luis Gonzales Posada, Hugo Otero Lanzarotti, Remigio Morales Bermúdez
y muchos otros, cuyos nombres irán apareciendo en los siguientes escritos. A
los tres primeros los conocí en el Partido, los demás aparecieron cuando
falleció Haya de la Torre, pero todos desarrollaron la astucia necesaria para
colgarse del saco del anti-Haya y para dar nacimiento a esa pléyade de sobones,
arrastrados y miserables que la sabiduría popular identifica como alanistas.
De García haré mutis, por ahora. Pero me quedo con las
declaraciones de Héctor Vargas Haya (un verdadero aprista) a un diario local,
en que alude a las expresiones del escritor colombiano José María Vargas Vila: “Si la vida es sufrimiento y dolor, el
suicidio es un derecho; si la vida es una infamia, el suicidio es un deber”.
Debo ocuparme de Carlos Roca Cáceres que como García, nunca
trabajó, no porque sea un personaje ejemplar e importante, sólo impresionó a los
tontos e intonsos y sé que hay muchos, sino porque es necesario deslindar y
desmitificar a quienes han hecho de su vida un perfecto engaño y con sus actos
han contribuido a destruir y no a construir o enseñar a quienes vienen detrás
de nosotros.
Confieso que muchos me han aconsejado desistir, que es mejor
dejarlos que ellos mismos se pongan en evidencia pero desde mi óptica es mejor
ganar tiempo antes que sigan haciendo más daño. Sobre todo en política que,
como lo afirmara Giovanni Sartori: “La política es el “hacer” del hombre que,
más que ningún otro, afecta e involucra a todos”. Creo haber explicado mis
razones.
A comienzos de los años 70, apareció este sujeto por Alfonso
Ugarte con la aureola de haber estudiado en Turín-Italia; al final nunca
estudió ni se tituló o se matriculó en la Universidad Católica, tampoco estudió
ni se graduó, pero embaucó a muchos con ese antecedente sobre todo a muchachos
y adultos que por sus pocas posibilidades económicas les sonaba lejos,
envidiable e impresionable. Típico acto del vendedor. No le resto inteligencia
ni habilidad, porque hay que tenerlas para hacer de farsante. Su voz siempre
meliflua y aflautada, como se lo espetó Haya de la Torre, su oratoria dulzona y
su aire de niño mimado, de personalidad narcisista, seducía efebos con los que
se enredó en más de un escándalo por diferentes partes del país cuando andaba
de gira. Como no era dirigente ni estudiaba, ni nada, disponía del tiempo del
mundo.
Es cierto que durante años gozó del favor y apoyo del jefe del Partido,
por eso formó parte de esa fantasía que se llamó Buró de Conjunciones que agrupaba a ciertos jóvenes que,
además de tocar guitarra y otros cantar mal, no hacían otra cosa en el Partido.
Todos “estudiaban” o hacían que estudiaban. Nunca participaron en alguna
actividad juvenil, ni escolar o universitaria. Por eso fracasó sin pena ni
gloria. Siempre fue un misterio saber si Roca y García estudiaban o trabajaban.
Muchos de los jóvenes de ese tiempo estudiaban, trabajaban y tenían tiempo para
involucrarse en tareas partidarias.
Debo recordar que después de las elecciones para la Asamblea Constituyente
de 1978, Haya se desencantó del joven Roca al extremo que en sus últimos seis
meses de vida, Víctor Raúl nos comunicó a los miembros de la Secretaría General
Colegiada que Roca y García (entre otros dirigentes), tenían prohibido el ingreso a Villa Mercedes, por traición o
deslealtad. Haya nunca designó
discípulos, podríamos ser todos o ninguno, de allí que hay que tener mucho
cuidado con presentarse como herederos del legado del jefe del Partido.
Para muestra, una perla.
El 5 de febrero de 1975 durante la huelga policial, el Ejército
tomó en la madrugada el cuartel de Radio Patrulla de La Victoria, apenas
conocidos estos sucesos los estudiantes y el pueblo iniciaron una marcha
inmensa que desembocó en la Plaza San Martín y la ira popular incendió el
Casino Militar y se atacó el Club Nacional.
Se incendió el diario Correo que dirigía entonces Hugo Neira, años
después devoto simpatizante alanista.
Se atacó el diario Expreso y La Crónica, de este último salió por
la ventana su mandamás Luis Gonzales Posada con una subametralladora y disparó
a quemarropa.
El Ejército salió a tomar control de la situación recién a las
3:00 pm, dedicándose a fusilar a los saqueadores en el centro de Lima. Se habló
de 350 muertos, pero los observadores contabilizaron por encima de los 1000
fallecidos.
A las 3:00 pm se reunió la Secretaría General Colegiada y la
Comisión Política con carácter de urgencia ya que se discutía en el gabinete
militar poner fuera de ley al Partido Aprista.
Carlos Roca se hizo eco de una calumnia urdida por la CTP y la “moña”
en el sentido que los estudiantes apristas habían recibido dinero de parte de
Acción Popular y Sinamos para comprometer al partido. Como Secretario General Colegiado,
encargado de la división de juventudes, tuve que explicar los acontecimientos
que personalmente había puesto en conocimiento de Haya, pero luego Roca, en
público, me reclamó que se debía expulsar a los dirigentes escolares, japistas
y universitarios, en un acto de deslealtad con la juventud del Partido que mostró
entereza y valentía que él nunca tuvo. Hubo que realizar una tenaz para evitar
la conjura a la cual se sumó el joven de marras, al final quedaron en nada las
expulsiones que solicitó.
Roca siempre conspiró contra las posiciones contestatarias de los
jóvenes sirviendo como soplón de las actividades juveniles y demagógicamente
vendía en las bases una posición de izquierda que nunca defendió cuando las
papas quemaban.
Fue Secretario de Relaciones Internacionales sólo para viajar, ahí
están las excursiones que hasta hoy en día hacen a las reuniones de la social
democracia que está derechizada.
Roca Cáceres se terminó burocratizando, no importando si estaba al
lado de corruptos como Elías Rodríguez, Mauricio Mulder y Jorge del Castillo
entre muchos sinvergüenzas.
Es recordado el caso cuando sin consulta con las bases del
partido, se nombró a dedo como candidata a la presidencia de la República, el
año 2011 a Mercedes Aráoz (alfil de la derecha más extrema) ex ministra de la
Producción y de Economía de García, la misma que renunció pocas semanas
después, dejando colgados a los entusiastas con su candidatura. El inefable
Roca la recibió versallescamente en la puerta, hincando la rodilla y en gesto
ridículo y mejor dicho huachafo, le besó la mano. Esta figura lo pinta bastante
bien y me evita ahondar en ello.
También, como lo recuerda el c. Santos Alejos, fue eterno
Secretario de Ideología y Doctrina sólo para traficar con una posición
progresista y en la práctica tener la conducta de un convenido y ventajista
reaccionario. Como ideólogo es un buen charlatán.
Una de sus acciones “revolucionarias” fue sumarse con trastes y
todo a la alianza con el PPC en el año 2016 y luego santificar la alianza
pestilente con el fujimorismo ramplón.
Ahora, después de medrar al lado de Elías Rodríguez y Mulder, se
pasó al bando (a la banda) de Jorge del Castillo quien tiene que responder por
sus cuitas como los Petroaudios entre otras denuncias. En fin Carlos Roca se
comportó como un buen alanista y ahora es una de las viudas más lloronas del
desaparecido.
El colofón de esta crónica es cómo los héroes y mártires dieron su
vida por un ideal luchando por una sociedad sin explotados y explotadores,
otros por el contrario, como el sujeto mencionado, se dedicaron a entender y
hacer “del gobierno y la política vil negociado culpable” (Haya de la Torre).
Irresponsables, entreguistas, frívolos y promiscuos, NO podrán
hacer nunca una revolución porque la traicionarán y destruirán.
Así pulverizaron al Partido de Víctor Raúl Haya de la Torre desoyendo
u olvidando adrede su advertencia en 1979 cuando dijo pocos meses antes de
morir: “No vayan ustedes a convertir esta formidable y disciplinada maquinaria
política que he creado para el servicio del pueblo trabajador, en un club para
aspirantes a una carrera política personal.”