Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
28-10-2008
¡Acabemos con los abogángsteres!*
Para variar la nación se
ha visto conmovida por la acción delictiva, manipuladora, aviesa, fraudulenta
de los abogángsteres, esa raza maldita que denigra la virtud genuina de aquella
profesión pero que la eleva –si a eso puede llamarse altura- a los planos del
crimen organizado que se traduce en concesiones, audios, vídeos, asesorías,
coberturas, complicidades y, en suma, maromas todas para inclumplir la ley,
ganar mucho dinero e imponer a fantoches como “referentes” porque tienen prensa
adicta –y comprada-, compinches en múltiples giros y una desverguenza que ya no
asombra. ¿Cómo puede una sociedad aguantar la acción negativa e insolente de
semejante cáfila de delincuentes? Mientras que siga silenciosa e impávida, nada
podrá hacerse no obstante la urgente necesidad de acabar con los abogánsgteres.
¿No hay, por ejemplo, la
jugada de caraduras que trabajaron para el Estado y que luego se fueron
jugosamente contratados a las empresas que antes “cuestionaban”? ¿no es el caso
de un miserable petiso que fungió de Defensor del Pueblo y que luego terminó al
lado de Telefónica y regalándole, con la troika tristemente célebre, varios
millones de soles al dueño de un canal en Jesús María? ¿se ha preguntado por
causa de qué no se les cuestiona y siguen saliendo en portadas, respondiendo a
micrófonos y dando entrevistas? ¿lecciones de qué podrían dar estos
pinchasapos?
Conozco de cerca un caso.
Un periodista está enjuiciado en dos instancias penales diferentes. Los
querellantes y supuestos agraviados son por un lado el gerente general de la
empresita concesionaria de un terminal aéreo, el más importante del Perú,
ganada a “pulso” y en carrera de un solo caballo, años atrás, y por otro, la
firma como tal. El supuesto delito: difamación agravada. Y si alguien se toma
la molestia de leer las demandas incurrirá en carcajadas porque hay un señorón
que cree que su honra ha sido mancillada pero no contesta los gruesos cargos
que se hacen en el libro ¡Estafa al Perú! ¡Cómo robarse aeropuertos y vivir sin
problemas! publicado y agotado el 2007. Y la querella a posteriori tiene la
desopilante cantidad de ¡21 páginas! que repite párrafos enteros del libro en
mención. Y teóricamente explican ante el juzgado lo que debieron haber
esclarecido ante la opinión pública nacional sobre cómo han hecho para no
cumplir con la segunda pista del Jorge Chávez y respecto de endeudamientos con
aval del Estado peruano y con destinos desconocidos. ¿Quién está detrás de este
asunto? Un estudio de abogángsteres que cobra, gane o pierda, decenas de miles
de dólares mensuales a la concesionaria. ¡Qué tales sinverguenzas!
Lo antedicho tan solo a
guisa de referencia. Cualquier parecido con la realidad, como en las películas,
es pura casualidad. Lo objetivo es cómo, cuando se trata no de la ley sino de
cómo birlarla y sacarle la vuelta para imponer el rédito y el delito, así sea
asesinando en vida, silenciando a secas, a los que se crucen en el camino, los
abogángsteres se encargan del trabajo sucio, de la presión en los juzgados, de
la compra de secretarios obtusos o de la sorpresa de decentes inexpertos. ¿Cómo
permite el grueso de abogados sin mácula que una minoría de pillos gobierne
desde la comisión de actos delincuenciales el ejercicio de la profesión? Los
cacos actúan porque el resto mira, calla y silencia cualquier protesta o acción
orgánica. ¿De qué se quejan entonces si son parte por omisión de la fiesta
corrupta?
Es hora de acabar con los
abogángsteres. Y es el momento de aplicarles el castigo moral mucho más
efectivo que las leyes hechas en Perú para incumplirlas y horadarlas todo el
tiempo. El día en que se expulse a los abogángsteres de sitios públicos, se les
escupa y arroje al ostracismo de sus tristes vidas por farsantes y estafadores,
entonces, el Perú habrá adquirido el pasaporte a los fastos morales que tanto
reclama su humilde como oprimido pueblo que no tiene acceso a la cosa pública
sino como motivo de discurso plazoletero o convidado de piedra. Años atrás un
entusiasta grupo castigó echando basura en su casa a la fujimorista Martha Chávez.
Más allá de las reivindicaciones que ganó aprovechando de las leyes, ésta tiene
un puesto en la historia como la recipendiaria de una paliza moral desde abajo
y con justicia. Sus maldades y justificaciones de matanzas y abusos durante el
largo túnel de infamias que fue ese régimen delincuencial le condecoraron con
la presea de bolsas plenas ¡en basura!
Los pueblos que no toman
la decisión de apartar con la más dura cirugía a sus miembros gangrenados no
merecen sino la suerte nefasta de que están “premiados” y de la que no pueden
abominar porque ¡no hacen nada contra aquella! En cambio, ganan en calidad de
vida y dignidad cuando se alzan sobre sus problemas y acometen la revolución
moral que dé ejemplo sembrando el paradigma de limpieza que anhela la nación.
Por tanto el grito: ¡acabemos con los abogángsteres, es de plena justicia y
razón!
¡Atentos a la historia,
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará
al Perú!
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica
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*Publicado originalmente
en la Red Voltaire el 28-10-2008 http://www.voltairenet.org/article158441.html