por Herbert Mujica Rojas
13-3-2007
"Epopeyas", usurpaciones y pusilanimidades
¿Fue una "epopeya" la guerra de conquista que Chile protagonizó contra
Perú y en segundo término, Bolivia, entre 1879-1883? Según el
diccionario, el término significa: "Poema narrativo extenso, de acción
bélica, acciones nobles y personajes heroicos". El conjunto de tres
capítulos así llamados bajo ese nombre impropio y hecho por la
Televisión Nacional de Chile, debió haber salido sin contratiempos ni
censuras, hoy revestidas de prudencias y conveniencias, allá y acá.
¿No hay mucho de ese narcicismo colectivo sureño que vive de lo que
arrebató, a sangre y fuego, a la casta política corrupta –y oprobiosa-
que mal gobernaba Perú en esos años?
¿Pretende el documento televisivo oficial chileno presentar como
grandioso o enaltecedor la masacre criminal de un pueblo abatido,
quebrado por obra y gracia de su propia casta traidora de pésimos
gobernantes? Que el canciller Foxley haya logrado la postergación de
la miniserie, no significa, en modo alguno, el propósito de enmienda
de los usurpadores que enajenaron al Perú Tarapacá y Arica y a Bolivia
su litoral entero y luego en 1904 consiguieran un tratado con el país
altiplánico de cerrazón absoluta a cualquier reclamo territorial.
¿Entenderá el mensaje el señor Allan Wagner Tizón, el firmante de
1985, con el entonces canciller chileno Jaime del Valle Alliende, que
no hay historias neutras ni maquilladas para dar cuenta que no existió
la pezuña bestial y abusiva del invasor porque eso conviene a las
actuales castas habitantes precarias de los diversos podios
gubernamentales? ¿Comprenderá éste cómo su entreguismo claudicante y
proditor de hace más de veinte años, le abofetea con fiereza, al
demostrar cómo desarmó con su traición, cívicamente al Perú?
Bien recordó siempre el patriota Alfonso Benavides Correa, evocando a
Riva Agüero: "la historia, ministerio grave y civil, examen de
conciencia de las épocas y los pueblos, es escuela de seriedad y buen
juicio pero también, y esencialmente, estímulo del deber y el
heroísmo, ennoblecedora del alma, fuente y raíz del amor patrio",
atendiendo a que el patriotismo se alimenta y vive de la Historia, a
que la palabra patria viene de padres y, por ello mismo, que "sobre el
altar de la patria y bajo su gallarda llama hecha de ruegos e
inmolaciones, de valor y de plegarias, deben existir siempre, como en
la ritualidad litúrgica católica, los huesos de los predecesores y las
reliquias de los mártires" (La historia en el Perú, Lima 1910).
¿A qué se debió que el embajador Hugo Otero se moviese activamente
para impedir que la serie viese la luz? Hay que presumir,
inequívocamente, que el material no presenta sino la visión del
vencedor bajo el pomposo título de "Epopeya". El eternamente muerto
canciller José García Belaunde, celebró la no exhibición dando la
convincente imagen que sabía que era un asunto lesivo a la dignidad
del Perú. ¿O no fue eso lo que se vio en los reportajes?
Sostengo que el documental chileno debe ser exhibido sin cortapisas y
tal como lo cree el oficialismo del país austral. Ello dará la pauta
de cómo nos ven, qué creen que fue la guerra contra Perú, que ni
siquiera tenía frontera con Chile en 1879, y de qué entienden como
testimonio de "reconstrucción" de la guerra. Como el asunto sólo ha
sido postergado aquello nos da idea de cómo las coyunturas hermanan a
los grupos que efímeramente disponen de los gobiernos y cómo es que la
impostura, antes que la verdad genuina, raigal, indeformable,
constituye hito vergonzoso de la manipulación política de nuestros
pueblos. Allá y acá hay quienes tienen que dar cuenta ante la
historia, ante ese ministerio grave, examen de conciencia.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
Lea www.redvoltaire.net
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica