Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
24-12-2023
¿Navidad de 1 solo día?
https://senaldealerta.pe/navidad-de-1-solo-dia/
En Navidad todos somos
buenos con el prójimo. Desde el empresario oportunista hasta el periodista que
calla porque son muchos los dólares que compran su silencio en los grandes
temas, en cambio sí levanta minucias y difunde tonterías.
Sonreímos simpáticamente
al niño de la calle que no tiene origen ni apellido real y “cumplimos” con
nuestra “conciencia” dándole una migaja o convidándole, en un día de más de
trescientos sesenta, algo de alimentos. ¡Pero el resto del año, como no es
Navidad, entonces que tenga hambre!
Ancianos, hombres y
mujeres, deambulan paseando sus humanidades declinantes y sabemos que cualquier
ayudita no será sino gesto amable en una tarea que el Estado y la sociedad debieran
tomar muy en serio.
¿Se han preguntado qué
Navidad pasarán los palestinos, esas decenas de miles de niños, hombres y
mujeres bombardeados por la ferocidad abominable, racista y guerrera desbocada
de Netanhayu y su administración belicista israelí?
Escuché alguna vez a un
locutor televisivo, decir: “como cambian las cosas en Navidad”. Y me puse a indagar
qué cosas cambian. De pronto, de repente, sí tiene razón, porque la pobreza del
peruano común y corriente, no de aquél que gana en dólares o roba mediante
concesiones tramposas o evasiones al fisco, ha aumentado ¡de manera
impresionante!
Los peruanos son más
flacos, su hambre es superlativa y su conciencia histórica de país afinca en lo
que le dicen los diarios o ve en la televisión. “Goza” con la ingesta de
panetones y banquetes que aprehende en las imágenes, pero sus estómagos rugen
porque nada de eso es verdad sino fantasía lejana y comercial.
Acaso tenga razón aquel
locutor. El Perú es menos dueño de su patrimonio porque las concesiones vía
privatización o extensiones de contratos tramposos que han, literalmente,
obsequiado recursos no renovables, puertos de importancia geopolítica y los
grandes sobornos persisten en su presencia fétida, contaminando los aires del
país.
¿Será la cacería de
delincuentes en el ministerio público, en el legislativo, judicial y en otras
instituciones del Estado, prolegómeno que celebrará el pueblo, con la prisión
por largos años de esos malos ciudadanos acostumbrados al tráfico de
influencias, a robar el dinero público, un buen obsequio de fiestas del 2023
que termina en breve?
Para variar los brutitos
de Plaza Bolívar están empecinados en tumbarse a los miembros de la Junta
Nacional de Justicia. Por lo menos más de 80 legiferantes tienen carpetas
abiertas por presuntos delitos. ¡Cómo no van a querer engullirse a la JN!
Prescindamos del
respetable, para millones, origen cristiano de la fiesta de Navidad, fuente,
ciertamente, de la que nadie se acuerda porque la prevalencia de valores
comerciales opaca hasta la recordación bíblica para dar paso a renos, Santa
Claus y trineos, en un país en que no hay renos, tampoco trineos y ¡por cierto!
ni Santa Claus.
Pregunto en voz alta: ¿qué
Navidad pueden tener los huérfanos hijos de esos policías asesinados por el
crimen organizado?; ¿qué Navidad será la de aquellos millones de desempleados que
NO tienen gratificación –y menos sueldo- ni trabajo ni esperanza de
conseguirlo, pero que sí tienen hijos, esposa y seres queridos que mantener?
¿Es que en nombre de
Conozco el caso infausto
de unos trabajadores que dieron años de su vida; horas interminables, feriados,
sábados y domingos para generar recursos para una institución dedicada a los
niños. Supe que eso costó hasta la vida sentimental y la cerrazón de caminos
amorosos, por la adicción al trabajo. ¿Y cómo les pagaron?: fueron mañosamente
expulsados de sus empleos y hasta les birlaron dinero.
Así como los antecitados,
miles en todo el país. ¿Qué Navidad será la de sus casas, plenas en desesperanza
y frustración amarga en un país cuyos políticos sólo aspiran, casi
exclusivamente, a perpetuar los sistemas de corrupción viviendo de la ubre del
Estado?
Las sociedades que
asimilan acríticamente conceptos sin digerirlos o adaptarlos a su realidad que
puede ser de pobreza digna y frente en alto, están, irremisiblemente,
condenadas al envilecimiento y a la extinción.
Navidad debe ser, y es mi
humilde y muy modesto deseo para todos, un momento de reflexión, un alto en el
camino, un otear en el horizonte, un vigoroso gesto al porvenir, un grito de
victoria, sacando fuerzas de flaqueza y un recuerdo para quienes ya no están
con nosotros y aliento para los que, tienen que enmendar el torcido destino del
Perú que es hoy madrastra y no madre de sus hijos.