From: Juan Carlos Flórez Granda <jcflorezg@yahoo.com>
Date: 2012/10/18
Subject: Saludos y comentarios a artículo edición No.126
To: prensa@hildebrandtensustrece.com, denuncias@hildebrandtensustrece.com
Miraflores, 18 de Octubre del 2012.
Señor Cesar Hildebrant Director del semanario "Hildebrandt en sus Trece". Ciudad.-
Estimado señor Hildebrandt:
Sirva la presente para saludarlo y comentar sobre el artículo titulado "Hasta la naturaleza parece ser nuestra enemiga" publicado en la edición "Hildebrandt en sus Trece" No. 126 del Viernes, 12 de octubre del 2012, el cual Ud. dirige.
Vivimos en un país donde la calidad de educación es pobre, la enseñanza de historia peruana en los libros escolares es casi ridículo, donde la población en general ya no está acostumbrada a leer libros (¿alguna vez la estuvo?) ni a investigar algo específico. Pareciera que este privilegio está destinado a ciertas élites o profesiones, pero muchas veces se peca también de conformismo y mediocridad a la hora de hacer un trabajo.
En este caso pareciera sin temor a equivocarme que el autor anónimo del artículo presentado cae en ese conformismo y mediocridad, quizás por ignorancia del tema presentado. Cierto que la totalidad del texto muestra la versión de parte, es decir, la versión de Antonia Moreno la esposa de Cáceres donde narra, según su percepción, los hechos ocurridos en el período enero–febrero de 1882, durante el quiebre político que vivía el país con los chilenos ocupando Lima y la resistencia peruana resquebrajada en la sierra.
El tema es que el autor anónimo de la nota inserta rotulados lanzando infelices términos como peruanísimo (en tono descalificativo) y traidor, descalificando, valga la redundancia, al coronel Arnaldo Panizo valiéndose solo de la versión de parte sin tomarse el trabajo de contrastar con otras fuentes. Es decir, con total ligereza da por hecho un supuesto mal proceder del coronel Panizo sin conocer los hechos.
Desgraciadamente la mediocridad pulula hasta en los profesionales de la prensa a tal punto que llega a alegorizar con términos políticos como "la derecha" presentándolos como los malos de la película. ¿Qué tiene que ver este término en el siglo XIX? ¿Entonces según la visión alegórica del autor de la nota, Cáceres representaba la izquierda y lo bueno en el país?
Llega a tal punto del convencimiento del accionar del coronel Panizo, sentenciando en el rótulo "…aunque parezca increíble, una calle lleve su nombre…" ignorando que la calle en mención, en Pueblo Libre lleva el nombre del hijo del coronel, ex Alcalde de Magdalena Arnaldo Panizo Vargas. Ciertamente con tal ceguera le faltó esforzarse e investigar más o simplemente quiso sorprender a la lectoría.
Descalifica al coronel Panizo dando por cierto la versión de la Sra. Antonia Moreno, desconociendo los hechos reales de lo ocurrido en Acuchimay y el contexto que se vivía en esa época, en un país ocupado por los chilenos, totalmente dividido y sin presidente, donde el caudillismo tenía sus seguidores en todo el territorio (entiéndase Iglesias, Cáceres, Montero, etc.). El autor de la nota desconoce que el coronel Panizo participó en la ocupación del Ecuador junto con Bolognesi. En la guerra que nos declaró Chile, fue nombrado Jefe de las fortificaciones del Puerto de Arica y como tal construyó y artilló las baterías de Santa Rosa, San José y 2 de Mayo, probándolas como Jefe de las Baterías del Norte probándolas exitosamente en los combates del 27 de Febrero y 17 de Marzo: los dos únicos combates de costa ganados por el Perú. Fue Comandante General de Artillería y participó como tal en la Batalla del Alto de la Alianza, salvando armamento y tropas del enemigo. Fue Comandante General de las Baterías de Chorrillos y Miraflores y real defensor del Morro Solar siendo apresado por los chilenos después de una encarnizada resistencia. El parte escrito por él mismo habla por sí solo. Por cierto la historia se encargó de atribuir a otras personas todos estos méritos relegándolo al olvido por una facción contraria y apasionada.
En un sistema democrático, cada persona y medio de difusión, en este caso, es libre de publicar, emitir sus opiniones y acusar siempre y cuando tengan base sólida. Caso contrario se incurriría en la difamación y por ende se pierde objetividad y seriedad. No critico el que se publiquen los "recuerdos" de la Sra. Moreno. Los respeto y acepto ya que es solo una opinión de las tantas que existen. Pero de ahí a servirse de estos textos de parte para aprovechar en difamar, atacar y mentir es otra cosa. Lo curioso es que utiliza una foto del coronel Panizo muy poco difundida y que obra en mis archivos.
Y a este punto quería llegar. El poco conocimiento histórico que puede llegar a la población es a través de artículos como el presentado, pero mostrándolos de esa manera es aprovecharse de la buena fe del lector que seguramente no conoce mucho del tema pero desde ya se le dice que el coronel Panizo fue un traidor, pro chileno, derechista y cuanto adjetivo descalificativo haya.
Como el tiempo es preciado, solo adjuntaré un relato transcrito de la colección de Pascual Ahumada Moreno, que resume lo sucedido. Algo más detallado lo encontrará en la siguiente dirección de mi blog: http://rastrosdeguerra.blogspot.com/2007/04/acuchimay-la-otra-cara-de-la-batalla.html y quizás el autor anónimo pueda darse cuenta alguna vez de la ligereza de sus sentencias pero, creo sin temor a equivocarme, lo dudo.
"…Ayacucho, Marzo 1º. De 1882.
Querido amigo:
Aprovecho de la ida a ésa de un amigo para sacarte del cuidado en que estarás por las exageradas que allí deben correr con motivo de la batalla que tuvimos el 22 del pasado en las alturas de Cuchimain, entre nuestras fuerzas y las de Cáceres. A consecuencia de que este General se adhirió al titulado Gobierno provisorio, siempre por él desconocido, las fuerzas de Ayacucho suscribieron un acta negándole su obediencia, puesto que dejaba de ser Jefe Supremo y reconocido.
No podíamos tampoco reconocerlo como Jefe Político, porque la Constitución invocada por el Gobierno a quien debía obedecer no reconoce esos cargos, creado por la dictadura en fuerza de las circunstancias y en mérito de su omnímodo poder. Solo nos quedaba para proceder honrosamente, uno de dos caminos: o disolver las fuerzas, privando al país de ese elemento de defensa, con tanto trabajo acumulado, o reservarlas para ponerlas a disposición del Gobierno que se forme alguna vez y que sea fruto de la voluntad de los pueblos y no de motines de cuartel o de la violación escandalosa de la misma Constitución que se invoca para alcanzar un prestigio que nunca se obtendrá.
Nos decidimos por lo último procediendo con un patriotismo levantado y que la pasión política no comprende, pero al que se hará justicia cuando el tiempo pase y haga volver el juicio a nuestros conciudadanos.
Informado el General Cáceres de nuestra resolución, el que había huido del enemigo común perdiendo casi íntegro el ejército del centro, dirigió sus fuerzas contra nosotros, que no éramos aun amenaza para nadie, y aprovechándose de que era hijo de este pueblo y tenia muchas relaciones, hizo introducir armas y municiones a las haciendas y caseríos de los suburbios y decidió sorprendernos en la mañana del 22 pasado. Nosotros solo tuvimos noticias de su aproximación a las 8am, y mientras nos preparábamos y municionamos las tropas, se pasó una hora. Desfilamos a las 10, pero no sabíamos por donde nos traerían el ataque; mas al dejar el pueblo se sublevó éste con las armas que había recibido y nos comenzó a hostilizar por retaguardia.
A la 1pm. las guerrillas anunciaron la presencia del enemigo por el lado del Carmen Alto en son de combate. Entonces pasamos del cerro de Santa Ana al de Cuchimain, y allí tendimos nuestra línea.
No bien había concluido esta operación, cuando se rompieron los fuegos muy nutridos, tanto de artillería como de infantería hasta las 5.30pm, durante tres horas tres cuartos.
Como el General Cáceres hubiese traído armas sobrantes, armó al pueblo de Carmen alto, y esta gente con las de las haciendas y la tropa que trajo, ascendía como a 3000 hombres. Nosotros teníamos 1200 escasos, y sin embargo, sufríamos fuego por vanguardia y fuego de la población por retaguardia; aquello era un infierno; y en medio de todo, lo más raro es que después de vencedores estamos prisioneros, debido a la generosidad del Coronel Panizo y su noble corazón. Es el caso que se pasaron a nosotros, ya en la tarde, la mayor parte de los principales jefes y oficiales con tropa, las tropas con culatas arriba y los jefes implorando nuestra generosidad y tratándonos de hermanos. Panizo, al fin caballero, como lo es, no quiso inferirles el desaire de desarmar ni a los jefes, ni a los oficiales, ni a la tropa, y esperábamos que llegase el General Cáceres a rendirse, pues veíamos que también venía. Mientras tanto se fueron organizando a retaguardia de dos compañías del Batallón Libres, que mandaba en persona el intrépido Coronel Vargas, y también a retaguardia de la artillería, todos pasados con sus armas. Sube el General Cáceres y se pone a cuestionar con el coronel Panizo; los desleales pasados dan sorpresivamente el grito de ¡Viva Cáceres! y todo se vuelve un espantoso laberinto.
El coronel Vargas pudo mandar a hacer fuego, y habría castigado esa vileza; pero habrían muerto inevitablemente los coroneles Panizo y Bonifaz, y aun el mismo General Cáceres y sus demás jefes. Ante tan dura extremidad, y recordando que la guerra aun no ha concluido y que quizá son necesarias esas vidas para la salvación de la patria, el coronel Vargas prefirió entregarse como prisionero, convencido de que las victorias entre hermanos no son verdaderos triunfos y que era muy caro el precio de que él pudo obtener. Está, pues, preso por sus nobles sentimientos, y dice que no se arrepiente de haber perdonado la vida a los que se llaman sus vencedores.
Los que hemos sido honrados soldados y hombres de honor, estamos, pues, en una prisión. Nuestra culpa es no haber reconocido a un Gobierno que no lo fue jamás para los mismos que creen delito hoy nuestro modo de juzgar; que juzgaron ayer lo mismo que nosotros. Y se nos llama traidores, a los que solo hemos defendido la bandera de la patria y caído defendiéndola, por los que la han traicionado dos veces...
El resultado de tantos escándalos es la ruina del país, pues el ejército del centro y la magnífica división del Coronel Panizo casi no existe. Están reducidos a 500 hombres cuando más, porque todas las fuerzas se han dispersado. Así ha acabado este drama abominable, dejando una pagina de vergüenza en la historia de nuestras desgracias..."
Agradecería pueda acceder a mi derecho de réplica con esta carta o con algún artículo que gustosamente puedo remitirle acerca de este incidente. Por demás recomendaría al autor anónimo de la nota se esfuerce un poco más, deje de descalificar sin conocimiento y en el futuro sea más objetivo y serio, que es la única forma que en el futuro gane respeto en su profesión.
Lo saluda atentamente,
Juan Carlos Flórez Granda Publicista e investigador de la Guerra del Salitre Director de la Sociedad de Estudios Históricos |