Sunday, August 06, 2006

La gringada de la “seguridad cooperativa”

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
6-8-2006

La gringada de la "seguridad cooperativa"

Desde hace unos días, el ministro de Defensa, Allan Wagner Tizón, está
hablando de "seguridad cooperativa". Es el emblema de su "gestión" y
como no es raro, ya merece los elogios incondicionales de los
intelectuales de ONG subvencionados por la cooperación internacional
proveniente en grado sumo de Estados Unidos. ¿De dónde viene esta
monserga de "seguridad cooperativa"? Se origina en Gringolandia y a
raíz de las nuevas formas que según el Departamento de Estado ha
adquirido el terrorismo internacional a posteriori el 11 de setiembre.
Por tanto, es una gringada, monda y lironda, que el ministro de
Defensa está difundiendo con las potentes luces intelectuales cuanto
originales que todos le reconocen.

El general Izurieta, jefe de las Fuerzas Armadas chilenas, acaba de
declarar, menos de 24 horas atrás, que su "instinto" o intuición le
hacen prever "roces", ¿con quién?: ¡Con el Perú! Y es que mientras los
fanales luminosos de Allan Wagner hablan de "seguridad cooperativa" en
abandono evidente del concepto irrenunciable de seguridad nacional (a
menos que se ostente una capacidad de traición a la patria
desvergonzada), la autoridad castrense del sur, nos dice, en la cara
pelada, que hay nubarrones en el horizonte. Todo indica que en este
intríngulis hay una dosis surreal y también de marcada debilidad
mental.

Ante el silencio vergonzoso de los intelectuales, de los medios, hay
que denunciar algunas cosas imprescindibles. A saber:

Primero, la seguridad cooperativa es de origen estadounidense y con respecto al
9-11. Más aún, contra lo que ellos llaman "nuevo terrorismo
internacional" y a cargo de grupos violentos.

Segundo, ¿cómo se concilia eso con el Estado armamentista y feroz
chileno que sí tiene, a la vista, problemas con Perú, tal como lo
confiesa su comandante en jefe?

Tercero, todos los caviares e intelectuales de ONG son parte
institucional mercenaria al servicio de Estados Unidos, vía la
cooperación internacional que financia sus talleres, fórums y
conferencias, destructoras de los paradigmas de nación, Estado,
territorio, Ande e Historia.

Cuarto, la cobardía de los intelectuales peruanos cede ante la pitanza
y al embuste pagado con dólares copiosos.

Quinto, los medios de comunicación, vía el auto-elogio entre los
pandilleros integrantes de estos grupos, disimula cualquier
discrepancia y no critica, en absoluto, ni pone de relieve, otras
opiniones disímiles. El "espíritu de cuerpo" se traslada de la simple
complicidad a un peligroso cáncer contra la misma historia del país.
Jorge Abelardo Ramos, el brillante crítico social argentino,
denunciaba a los intelectuales enfermos de servilismo orgánico.

Sexto, so pretexto de culturas de paz y respeto a los derechos
humanos, se pretende destruir el poder disuasivo de las Fuerzas
Armadas y desmoralizarlas al extremo que no las tengamos operativas ni
con balas mínimas. Lo que no se dice es que ¡serán otras, y esta vez
invasoras, las fuerzas militares que reemplacen a las connacionales en
casus belli! Para eso se procura la confección, a cargo de
historiadores, de historias comunes y el olvido amnésico y oprobioso
de cuanto ocurrió con respecto a la pezuña invasora en 1879.

Sétimo, ni los partidos con alguna solera popular y democrática, ni
sus cuadros y mucho menos está en su proyecto nacional o nacionalista,
se aperciben del contrabando y declinan traidoramente confrontar esta
clase de quintacolumnismos tan tradicionales y vergonzosamente
históricos en el Perú.

El servilismo de seguridad cooperativa no es más que una monserga
gringa y como tal, deleznable y da cuenta del profundo sentido
colaboracionista de Wagner y su corte de validos y tullidos.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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