Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
5-5-2025
¿Está la revolución en el sufragio?
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Una definición simple dice:
“Cuando el
sufragio es ley, la revolución está en el sufragio" significa que la
revolución no se logra simplemente con la ley, sino con el uso de esa ley por
parte del pueblo para lograr un cambio real. El sufragio, o el derecho a
votar, se convierte en la herramienta para la transformación social cuando se
ejerce de manera activa y consciente, permitiendo al pueblo expresar su
voluntad y demandar cambios. La ley por sí sola no es suficiente, sino que
debe ser puesta en marcha y utilizada por el pueblo para que la revolución sea
efectiva”.
En el brillante discurso inaugural de la
Asamblea Constituyente, el 28 de julio de 1978, su presidente Víctor Raúl Haya de la Torre, afirmó:
“Ciudadanos Representantes:
Cuando el 18 de junio, más de
cuatro millones de peruanos concurrieron, con ejemplar disciplina democrática,
a las mesas de sufragio, en el Perú ocurrió –sin ruido ni sangre- una auténtica
Revolución. El pueblo recuperó el ejercicio de una soberanía que le fuera
negada a lo largo de diez años, y demostró madurez, responsabilidad y alto
espíritu cívico.
Superando gallardamente los
escollos de una legislación electoral enmarañada con la introducción del
absurdo voto preferencial, el pueblo peruano optó por el camino de la
democracia y de los partidos en que la democracia se sustenta y quedó
confirmada, con la experiencia peruana la luminosa frase del apóstol cubano
José Martí, quien dijo. “Cuando el sufragio es ley, la Revolución está en el
sufragio”.
Según el calendario oficial,
el 2026 se celebrarán elecciones generales para presidente, senadores y
diputados. Cientos de peluqueros sociales, farsantes anacrónicos y añosos, más
oportunistas lenguaraces creen que les ha llegado la hora.
La maraña electoral sigue
siendo una avenida de múltiples vías. El sospechoso aliento a la inscripción
desenfrenada de clubes participantes, lleva consigo su propia destrucción si no
alcanzan la valla del 5%. Más desprestigio y la certeza inevitable que, otra
vez, bandas de clowns y prestidigitadores ocuparán escaños y curules, no por
sus virtudes cívicas, sino cómicas y palurdas.
Pero, y no debe pasarse por
alto, el loquerío electoral prohíja que las dos primeras votaciones que
llegarán a la segunda vuelta, lo hagan afincadas en porcentajes que no superan
el 15% o menos del 20%. O sea la falta de respaldo ciudadano, orfandad popular
y fuerza cívica de ¡cualquier tendencia! llegará con una gravísima anemia
democrática.
En múltiples
oportunidades hemos recordado cómo fue que el Frente Democrático Nacional en
1945 dobló los votos que ganó el candidato Eloy Ureta, consagrándose entonces
en la presidencia al jurista José Luis Bustamante y Rivero.
Por entonces la
potencia en calles y plazas y en las urnas del Partido del Pueblo (Apra), era
enorme, multánime, entusiasta y en todos los planos.
Apenas pudo
Bustamante se distanció del Apra, se refugió en los brazos de la derecha más
recalcitrante y el 3 de octubre de 1948, ilegalizó al partido que lo había
llevado a la primera magistratura. El 27 de ese mismo mes y año, Bustamante
recibió un puntapié y fue echado de Palacio.
¿Se puede afirmar
como antes, que la revolución está en el sufragio? Son multiples procesos
votacionales los acontecidos desde 1978. Las decepciones no son pocas y los
latrocinios masivos desde las más altas cumbres, también numerosísimos.
En las antípodas de
convicciones históricas y célebres, el sufragio consagra a minorías
profundamente mediocres, reconocidos hampones que medran en la cosa pública
desde sus bisabuelos hasta los tataranietos y de justicia social, equilibrio,
pan y libertad ¡ni hablemos!
Un dato por demás
vergonzoso: los ex presidentes del Perú con la excepción del cobarde suicida,
están procesados por delitos comunes, sospechas fundadas y evidencias de malos
manejos con dinero del pueblo. Si el asunto está así de podrido en las cumbres
¿qué puede esperarse en los escalones inferiores?
El festival de
candidaturas en todos los rangos, tiene mucho de farsesco y trágico. Viejitos
que pisan el umbral del más allá, no se resignan a dormir los últimos alientos
y quieren seguir en el tráfico profesional de influencias al que llaman hoy
“experiencia de gobierno”.
Como el pueblo es
más sabio que todos los sabios, a esos que cacarean poseer “experiencia de
gobierno”, ha gratificado con votaciones raquíticas, respaldo nulo en todo el
país y aquellas patotas no figuran en ninguna encuesta porque así están de
míseros. Como en el norte: “cholo calato, ni pleitos tiene!
A los gonfaloneros a
troche y moche de las supuestas bondades redentoras electorales, el reparo y la
admonición que ¡no pretendan vender gato por liebre!
La mentira, aquí o
acullá, tiene patas cortas.