Columna-Diario Uno
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
3-5-2022
¿Puestos públicos o tarimas de negociados?
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Algunos ciudadanos, voluntariosos ellos, confunden el puesto
público electivo –congresista, edil, alcalde, presidente regional o nacional-
con tarimas desde las cuales pueden impulsar dinámicas comerciales o rentables,
es decir, grandes negociados para ellos y sus adláteres.
Por definición esos cargos tienen relación directa con las
responsabilidades que el pueblo encarga y que se refieren a trabajo, educación,
salud y también a urbanismo, seguridad y demás múltiples temas de cada
responsabilidad.
Lo correcto debiera ser que cada servidor público diese todo
de sí y, además de gozar con el sueldo puntual, los protocolos de saludo y
despedida, invitaciones a múltiples reuniones, cobertura de prensa escrita,
radial y televisiva, auto con chofer, pelotones de secretarias y brigadas de
asesores, también hiciese de su trayectoria un culto al trabajo por y para el
pueblo que lo eligió.
La realidad es más dura que nuestra concepción ideal de un
magnífico servidor público.
¿Cuántos alcaldes, presidentes regionales o nacionales
–algunos en la cárcel, detenidos o con amenaza de extradición- tenemos en Perú?
Me atrevería a decir que hay decenas de denuncias, algunas muy graves y la
comisión de delitos es ¡simplemente vergonzosa!
Los signos exteriores de riqueza también son imponentes y
detallan cuán impúdicos pueden ser las pésimas autoridades públicas. Que
alguien que gane no más de S/ 10 mil soles al mes, renueve auto, adquiera
propiedades inmobiliarias en barrios elegantes y en playas exclusivas, llama a
sospecha. A menos que se ganen la lotería, lo cual ocurre con poca frecuencia.
La modalidad del testaferrato –otros figuran y no el real
dueño- es muy común. Adelantos de herencias cuantiosas que nadie sabe de dónde
llegaron si los antecedentes dicen otra cosa, igual.
Hay quienes se consuelan diciendo que “se roba pero se hace
obra”. Poner el delito a la par con el trabajo devoto, es simplemente un acto
vil y cobarde.
Otros, no menos pícaros, musitan: “así es la política”. Por
eso hay renuencia y alergia a trabajar en la política que es el arte de la
concertación y de lo posible. Politiqueros baratos tenemos a montones, escasez
de los nobles y honestos, sí que hay marcadamente.
El servidor público al asumir un cargo debiera dar cuenta
pública de sus bienes. Y al salir lo propio y explicar los desbalances tan
groseros de que son protagonistas estos mismos personajes.
El reto estriba en deshacer la creencia popular que ser un
fautor de negociados es ser “vivo”. Entendiéndose por “vivo” al ingenioso y
astuto. El ratero o ladrón es por definición inescrupuloso y taimado, un simple
criminal.