Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
14-12-2025
¿Qué cosas cambian en Navidad?
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En Navidad todos somos
buenos con el prójimo. Desde el empresario oportunista hasta el periodista que
calla porque son muchos los dólares que compran su silencio en los grandes
temas, en cambio sí levanta minucias y difunde tonterías.
Sonreímos simpáticamente
al niño de la calle que no tiene origen ni apellido real y “cumplimos” con
nuestra “conciencia” dándole una migaja o convidándole, en un día de más de
trescientos sesenta, algo de alimentos. ¡Pero el resto del año, como no es
Navidad, entonces que tenga hambre!
Ancianos, hombres y
mujeres, deambulan paseando sus humanidades declinantes y sabemos que cualquier
ayudita no será sino gesto amable en una tarea que el Estado y la sociedad debieran
tomar muy en serio.
¿Se han preguntado qué
Navidad pasarán los palestinos, esas decenas de miles de niños, hombres y
mujeres bombardeados por la ferocidad abominable, racista y guerrera desbocada
de Netanhayu y su administración belicista israelí?
Días atrás, en el mes de
Navidad, diciembre, la Premio Nobel de la Paz, la venezolana María Corina
Machado, declaró que ella alienta la invasión de su país a cargo de los Estados
Unidos, nación que cauteló todos los cuidados para que abandonara la patria de
Bolívar y fuese a recoger la presea que obsequió la academia sueca.
Por Navidad, los
parlamentarios decidieron regalarse algo más de S/ 46 mil soles y con la más
descarada desverguenza ostentan la convicción cínica que “lo merecen”. Pocos
momentos tan asqueantes de la abisal historia peruana.
Escuché alguna vez a un
locutor televisivo, decir: “cómo cambian las cosas en Navidad”. Y me puse a indagar
qué cosas cambian. De pronto, de repente, sí tiene razón, porque la pobreza del
peruano común y corriente, no de aquél que gana en dólares o roba mediante
concesiones tramposas o evasiones al fisco, ha aumentado ¡de manera
impresionante!
Los peruanos son más
flacos, su hambre es superlativa y su conciencia histórica de país afinca en lo
que le dicen los diarios o ve en la televisión. “Goza” con la ingesta de
panetones y banquetes que aprehende en las imágenes, pero sus estómagos rugen
porque nada de eso es verdad sino fantasía lejana y comercial.
Acaso tenga razón aquel
locutor. El Perú es menos dueño de su patrimonio porque las concesiones vía
privatización o extensiones de contratos tramposos que han, literalmente,
obsequiado recursos no renovables, puertos de importancia geopolítica y los
grandes sobornos persisten en su presencia fétida, contaminando los aires del
país.
¡Y sicarios, asalariados
de poderosas empresas de energía extranjeras, braman y rugen por la
privatización de Petroperú! Repetir la infamia de Kenya Fujimori que regaló a
Repsol por US$ 186 millones Refinería La Pampilla, sería la delicia de estos
miserables!
¿Gratis? ¡Ni lo piense,
cada uno de estos filibusteros gana su coimisión (peruanismo que une los
términos coima y comisión) robusta, sale como las correas del cuero de la
carroña de malbaratear Refinería Talara, una de las 9 más modernas del mundo!
¿Será la cacería de
delincuentes en el ministerio público, en el legislativo, judicial y en otras
instituciones del Estado, prolegómeno que celebrará el pueblo, con la prisión
por largos años de esos malos ciudadanos acostumbrados al tráfico de influencias,
a robar el dinero público, un buen obsequio de fiestas del 2025 que termina en
breve?
Prescindamos del
respetable, para millones, origen cristiano de la fiesta de Navidad, fuente,
ciertamente, de la que nadie se acuerda porque la prevalencia de valores
comerciales opaca hasta la recordación bíblica para dar paso a renos, Santa
Claus y trineos, en un país en que no hay renos, tampoco trineos y ¡por cierto!
ni Santa Claus.
Pregunto en voz alta: ¿qué
Navidad pueden tener los huérfanos hijos de esos choferes de microbuses
asesinados por el crimen organizado?; ¿qué Navidad será la de aquellos millones
de desempleados que NO tienen gratificación –y menos sueldo- ni trabajo ni
esperanza de conseguirlo, pero que sí tienen hijos, esposa y seres queridos que
mantener? ¿Es que en nombre de
Conozco el caso infausto
de unos trabajadores que dieron años de su vida; horas interminables, feriados,
sábados y domingos para generar recursos para una institución dedicada a los
niños. Supe que eso costó hasta la vida sentimental y la cerrazón de caminos
amorosos, por la adicción al trabajo. ¿Y cómo les pagaron?: fueron mañosamente
expulsados de sus empleos y hasta les birlaron dinero.
Así como los antecitados,
miles en todo el país. ¿Qué Navidad será la de sus casas, plenas en desesperanza
y frustración amarga en un país cuyos políticos sólo aspiran, casi
exclusivamente, a perpetuar los sistemas de corrupción viviendo de la ubre del
Estado?
Las sociedades que
asimilan acríticamente conceptos sin digerirlos o adaptarlos a su realidad que
puede ser de pobreza digna y frente en alto, están, irremisiblemente,
condenadas al envilecimiento y a la extinción.
Navidad debe ser, y es mi
humilde y muy modesto deseo para las fiestas venideras, un momento de
reflexión, un alto en el camino, un otear en el horizonte, un vigoroso gesto al
porvenir, un grito de victoria, sacando fuerzas de flaqueza y un recuerdo para
quienes ya no están con nosotros y aliento para los que tienen que enmendar el
torcido destino del Perú que es hoy madrastra y no madre de sus hijos.
