Wednesday, January 24, 2007

¡Protesta, propuesta, acción!

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
24-1-2007

¡Protesta, propuesta, acción!

Una nota fraterna de brillante y sugestiva inteligencia me sugiere una
trilogía de poder demoledor: ¡protesta, propuesta, acción! En efecto,
los militantes del único partido político que apenas supera, por muy
poco, la calidad de club electoral, tienen el imperativo deber de
acabar con la sumisión de esperar directivas para protestar, proponer
y ponerse en acción rutilante, constructiva y revolucionaria. Esperar,
dijo Haya de la Torre, un lejano 8 de diciembre de 1931, pero no en la
falsa expectativa del que aguarda que las cosas vengan solas, sino en
la actividad forjadora, en el esplendor de creadores de una
nacionalidad firme y orgullosa, ecuménica y fortalecedora no de un
Estado criollo y reaccionario, limeño y estúpido, sino un Perú de
todas las sangres y de todas las razas, crisol y soplo eterno de
eterna ilusión.

Hasta hoy, y estoy cierto que es una convocatoria a toda la sociedad,
ha habido un pensamiento único, totalitario, cretino, hacedor de mitos
y consagrador de imposturas vía los miedos de comunicación,
fabricantes de figuras y figurones. Se ha burocratizado la acción que
es controlada por un aparato lleno de óxido y lento como paquidérmico.
Sin embargo, si hay algo que no existe, tal como vengo comprobando en
compulsa diaria urbi et orbi, es un partido de gobierno que lo apoye o
respalde, sino un aprovechamiento electoral de aquél y ¡punto! Los del
Apra están en todas partes, menos, paradójicamente, en lo que debiera
ser su gobierno, porque así lo ha determinado la voz imperial, mandona
y minoritaria de un obediente séquito que está aherrojado a la derecha
pro-imperialista, antichola e indigna.

Oigo teóricos llamados a la "movilización de masas"; clamor por un
supuesto debate entre "socialismo versus neoliberalismo";
convocatorias a una "sociedad civil" que en las más de las veces,
maquilla la inexistencia de organismos partidarios con voz activa y
protestante en las calles y sólo disfraza, cohonesta pero no
reemplaza, la versión maciza de un trabajo político que debiera
involucrar al pueblo, protagonista eterno de todos los discursos, pero
ausente, también eterno, de la dinámica popular que unos no convocan
porque nadie les hace caso y entonces se la llama "sociedad civil".
¿Hay sociedad militar o sociedad de cualquier otra especie? ¡Se llama
pueblo, a secas! El resto es mendacidad de neologismos edulcorados y
farsantes.

Al lustro 1985-1990, se lo llamó "voluntarismo". Y esta estupidez,
simplemente disfrazó lo que fue hecatombe y ruina moral cuanto que
política atribuida a la juventud del entonces, como hoy, presidente
Alan García Pérez. Sin embargo, ese voluntarismo, que convoca, de
inmediato y sin ambages, al amiguismo, pareciera repetirse hoy, veinte
años después, con la misma carga negativa y reaccionaria, impopular y
sectaria, al régimen contemporáneo. ¿De qué otro modo se explica la
presencia de vendepatrias como Zavala, Wagner, Mazzetti, García
Belaunde, Carranza, Flores y otros en el gabinete de ministros?

Hay algo muy claro: ¡este es un gobierno de la derecha más
recalcitrante! Poco o nada tiene que ver el partido que logró los
votos para catapultar por segunda vez al señor Alan García Pérez. Sin
embargo, la oposición culpa al colectivo electoral de Alfonso Ugarte
de aciertos y desaciertos. Pero, la máquina política, no está ¡para
nada! en el gobierno, están otros ajenos y hasta enemigos
tradicionales operando desde los ministerios, burocracia y entidades
públicas de diverso pelaje. ¿Es válido este contrabando o es un yerro
político de consecuencias imprevisibles como catastróficas?

Vale, la pena, pues, hablar en voz firme como clara porque en Perú
somos campeones en disfrazar y maquillar todo y para todos los gustos.
A un estúpido químicamente puro, llamamos estadista u hombre de
Estado. A un infeliz, pseudo-ideólogo, tildamos de doctrinario o
estratega. A los cernícalos metidos a periodistas o analistas,
reconocemos, a falta de seso, como "politólogos". Si el Perú está como
está es porque los talentos, los genuinos, de todas las tiendas y
sectores, están cómodamente sentados haciendo cualquier otra cosa,
menos pensar por y para el país. Es hora, como bien dice Arturo Ojeda,
de discurrir por la protesta, pasar a la propuesta y entrar en acción.
¡Amén, así de simple!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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