Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-8-2024
¿Y cómo vamos por casa?
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Afirma en las redes sociales la parlamentaria pro fujimorista
Patricia Juárez:
“Se
aprobó en el Pleno del Congreso, mi moción para condenar de manera enérgica las
violaciones a los DDHH en Venezuela; rechazo a la falta de transparencia y que
se reconozca el triunfo de Edmundo Gonzáles. El Perú debe alzar su voz para que
no hayan atentados contra la democracia.”
Indudable
y categórico que la reelección de Maduro muestra aspectos discutibles, grises y
una actitud que provoca demasiados claroscuros. Los discursos van desde las
condenas más feroces hasta los panegíricos más ilusos. Los venezolanos
requieren sanear la situación y es a ellos a quienes corresponde semejante
mandato ciudadano.
Deducir
que alguien pueda alentar invasiones militares o barbaridades de ese bajo
calibre, es un absurdo.
La
especie hecha pública por la legisladora Juárez provoca algunos
cuestionamientos, el primero de los cuales es ¿cómo vamos por casa? Porque ver
el desmadre en el país norteño y no decir ¡ni pío! respecto de las reprimendas
que aplica el gobierno de doña Dina, la dictadura legiferante del Congreso y el
triunfo de las imposturas más absurdas, fabricando leyes de impunidad y
derrumbando victorias como en el tema de Sunedu, sí que son condenables y
antidemocráticas.
Hasta
hoy el gobierno, que en tándem con el Congreso, ejerce un desgobierno al que
llaman “democrático”, no ha dado cuenta de las casi 50-60 bajas civiles por
balazo militar a partir de las protestas del 7-12 cuando el ex presidente
Castillo cometió una torpeza inexcusable.
Sobre
lo anterior, la congresista Juárez no dice ni chis, ni mus. ¡Qué rara
concepción de la democracia que vierte lágrimas por lo que pasa en un país
hermano pero no se inmuta cuando los que caen son peruanos! ¿Será acaso que el
ser provincianos los ubica en otra escala de los derechos humanos?
La
señora Juárez, de un anuente pasado al 100% de cuanto decidiese e hiciese el ex
alcalde Castañeda, no arriesga dictamen en torno a estos crímenes de lesa
humanidad. La pregunta ¿cómo vamos por casa?, es absolutamente correcta.
¿Le han cuestionado
a Patricia Juárez, sobre la aprobación de su Congreso a la reelección y la
vuelta al Senado? Pareciera obvio entender que la señora aspira a seguir siendo
parlamentaria. Pero no debe olvidarse que este retroceso lo hicieron menos de
110 ciudadanos que no representan a nadie y todo el país detesta y que en
referéndum nacional, el 2018, fuera repudiado por más de ¡16 millones de
votantes!
¿Para qué se le paga
a estos legiferantes? ¿Para que sean coro áulico de las derechas más feroces
del continente, las más retrógadas y reaccionarias o para que exhiban alguna
pizca de dignidad cívica y hagan esfuerzos por los peruanos?
Acudamos a Manuel
González Prada en Los honorables, Bajo el oprobio, Lima 1914:
“¿Qué es un Congreso peruano? La
cloaca máxima de Tarquino, el gran colector donde vienen a reunirse los
albañales de toda
¿Ven ustedes al pobre diablo de recién venido que se aboba con el sombrero
de pelo, no cabe en la levita, se asusta con el teléfono, pregunta por los
caballos del automóvil y se figura tomar champagne cuando bebe soda revuelta
con jerez falsificado? Pues a los pocos meses de vida parlamentaria se afina
tanto y adquiere tales agallas que divide un cabello en cuatro, pasa por el ojo
de una aguja y desuella caimanes con las uñas. Ese pobre diablo (lo mismo que
sus demás compañeros) realiza un imposible zoológico, se metamorfosea en algo
como una sanguijuela que succionara por los dos extremos.
El congresante nacional no es un hombre sino un racimo humano. Poco
satisfecho de conseguir para sí judicaturas, vocalías, plenipotencias,
consulados, tesorerías fiscales, prefecturas, etc; demanda lo mismo, y acaso
más, para su interminable séquito de parientes sanguíneos y consanguíneos,
compadres, ahijados, amigos, correligionarios, convecinos, acreedores, etc.
Verdadera calamidad de las oficinas públicas, señaladamente los ministerios, el
honorable asedia, fatiga y encocora a todo el mundo, empezando con el ministro
y acabando con el portero.”
¿No resulta más interesante ver cómo va la fiesta en casa que hacer el
ridículo lacrimógeno de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio,
congresista Juárez?