¡El antisocial, el
cerebro sí puede enfermarse!
por
Isabel Peña Rodríguez*; isabelpenarodriguez@yahoo.com
5-11-2019
Caso
Cecilia
es una joven de 22 años, las evidencias de su conducta desadaptada se
observaron desde su niñez. Se le notaba arrojada y confiada, la familia nunca
podía contar con ella para alguna actividad del hogar u otra situación.
Cecilia, era de familia de clase “A”, tenía de todo, pero en ocasiones seguidas
robaba joyas a su madre para venderlas en las tiendas de la ciudad.
A
veces la familia pudo recuperar las joyas vendidas por una miseria o las había
intercambiado por objetos que no parecían interesarle y no tenía ningún valor
para ella. Cecilia caminaba en la vida con aventuras dando muerte a las aves a
patadas hasta llegar al punto de prender fuego a una propiedad privada, o
también robando cigarrillos en las tiendas.
Con
frecuencia iba a la tienda y cargaba cosas a la cuenta de su padre, mentía tan
a menudo y con mucha serenidad y con aparente inocencia tan convincente,
presentando tan ingeniosamente sus coartadas o rechazando su responsabilidad.
Se
juntaba con pequeñas bandas pero ella nunca se identificó con las demás en una
causa común. A los 17 años aprendió a conducir, empezó a robar autos, su
familia preocupada por su comportamiento le compró un auto pensando que le
gustaría conducir, en una oportunidad aparcó su carro intencionalmente y lo
dejó abandonado, robó otro de inferior calidad y lo dejó levemente dañado en
las afueras de la ciudad.
Cecilia
seguía con mentiras, extendía cheques a nombre de su padre robándole dinero,
libros y otras cosas de la familia. En ocasiones vendía cosas que no
pertenecían a ella. La mandaron a un centro de rehabilitación para ayudarla en
su cambio de conducta y allí impresionó con su actitud enérgica, brillante y
aparentemente entusiasta.
Pero
pronto surgieron evidencias de una irresponsabilidad inexplicable que aumentaba
día a día. Ella ha sido arrestada y encarcelada en varias oportunidades durante
cortos y largos períodos teniendo la familia que subsanar los robos cometidos
por ellas, fomentaba discusiones, provocaba peleas por sus conductas
perturbadoras altamente organizadas hasta el punto de convertirse en una
enemiga pública y se emborrachaba hasta quedarse hundida en un estado de
confusión o estupefacción; exhibía conductas y actitudes poco sociables y
desagradables. Se desaparecía de la casa durante muchos días, esta joven nunca
ha establecido una relación íntima importante con otra persona. A nivel sexual
ha sido irregularmente promiscua bajo una amplia gama de circunstancias.
Este
caso ilustra todas las características de la personalidad antisocial de un
individuo, las facetas esenciales de este trastorno indican trastornos de la
conducta a nivel crónico. Estos comportamientos empiezan antes de la
adolescencia y continúan durante la edad adulta. Desde el punto de vista de la
psicología anormal, esta personalidad antisocial no son los actos particulares
que realiza (robar, asaltar un banco o a personas, etc.) sino la concepción tan
arraigada que tiene de la vida pues parece que siempre participa en un juego en
el cual los demás individuos son piezas que se pueden utilizar y manipular.
Este
juego lleva a Cecilia a tener problemas con la ley, estas personas son crueles,
sádicas o violentas. Nunca demuestran ansiedad y no se sienten culpables, este
trastorno antisocial provoca dificultades obvias en las relaciones
interpersonales debido a la insensibilidad que presentan estos individuos
afectados por este trastorno y la negligencia a las normas sociales.
Rasgos
clínicos del antisocial
Egocéntricos,
aires de grandeza, falsedad, carencia de remordimientos, impulsividad,
irresponsabilidad, carencia de simpatía.
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*Psicoterapeuta
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