Documento No. 102*
Cáceres espera auxilios prometidos por Montero
Ayacucho, setiembre 20 de 1883
Sr. contralmirante
Don Lizardo Montero
Arequipa
Querido amigo:
Tus cargas del 30 de agosto último y 6 del actual, tan deseadas, han
venido a dar aliento y esperanza a mi espíritu. Francamente, cuando ya
sólo pensaba en retirarme a la vida privada, con la conciencia de
haber hecho por el país cuanto ha estado a mis alcances, me llega la
noticia de que al fin te has resuelto a mandar elementos al Centro. Si
esto hubiese ocurrido antes, cuando yo lo exigía en nombre de la
patria viendo dibujarse claramente los peligros que amenazaban mi
ejército y en él la situación delicadísima del país, no pesarían sobre
nosotros los últimos desastres y antes bien nuestras condiciones
serían muy distintas e inmensamente ventajosas.
Pero, debo hablarte con ingenuidad en el seno de la confianza; los
hombres que compartían ayer el poder contigo, no eran guiados por la
antorcha del patriotismo, sino por un espíritu egoísta cuyo influjo
contenía tus arranques naturalmente generosos y tus mejores
disposiciones, con el fin de privarme de mayor acción, sin reparar que
por este torcido camino labraban la ruina del país, ya que las luchas
de esta zona no sólo mantenían en pie nuestra bandera sino que
atrayendo hacia mí gran parte de la fuerza enemiga, impedían el
proyectado ataque a Arequipa.
Ya, pues, que pones a mi disposición, fuerza organizada y elementos, y
me ofreces auxiliar esta zona con toda la decisión que su importancia
requiere, no puedo excusarme, porque pública y solemnemente he
prometido no omitir ningún sacrificio en aras de la patria.
Las circunstancias que me rodean al principiar esta nueva era, son muy
difíciles: la invasión a estos departamentos para introducir con la
punta de las bayonetas el iglesismo, está ya en Izcuchaca, después de
haber defendido el terreno palmo a palmo por los guerrilleros cuyo
entusiasmo ha crecido al verme de nuevo entre ellos, habiéndose
retirado la tropa de línea en conformidad con mis instrucciones, pues
no quiero exponerla hasta que haya probabilidades de buen éxito.
Según las noticias que he recibido, son dos mil hombres los que han
llegado a Izcuchaca; otra fuerza viene por la ruta de Pampas,
provincia de Tayacaja, y a retaguardia avanzan los cuerpos salidos
últimamente de Lima. En consecuencia, yo, una vez que reúna los 400
hombres de la división Dávila a los 200 que están aquí y vinieron del
Cuzco, iré con toda esa fuerza a Andahuaylas, donde espero encontrar
la división Luna; incrementadas y bien organizadas estas divisiones
con los 1000 rifles que también me mandas, ya se podrán tomar medidas
de alguna consecuencia. pero si quieres perfeccionar tu obra,
permitiéndome que emprenda operaciones de alguna significación; si te
convences de que el simple amago por este lado, debilita el intento
sobre Arequipa, y que la expulsión de los invasores de esta región
cambiaría ventajosamente las condiciones del país, mándame una
división más, por lo menos; entonces, verías realizarse una gran obra,
que sería exclusivamente tuya. Considera que sólo que cesen las
hostilidades en el centro, podrá el enemigo reconcentrarse sobre
Arequipa, y que mientras más vivo sea por aquí el ataque, más
disminuyen las posibilidades de realizar esa empresa, fuera de que,
llegado el caso, Bolivia tendrá que mandar auxilios o romper la
alianza. Medita sobre esto y rompiendo las vallas que antes te han
detenido, impulsa completamente este ventajoso sitio de operaciones,
que por ser el principal y el que más cuidados ha ofrecido y ofrece al
enemigo, es su preferente objetivo y trata de ocuparlo en su
totalidad. También mándame cuatro cañones de a cuatro rayados, que
ésta es arma de gran efecto en la configuración de estos lugares; y
brigadas, pues aquí ya no existen nulas. He aquí mis pedidos
aprovechando de tus ofrecimientos, que espero me los proporcionarás.
Ahora, paso a hablarte sobre un asunto muy grave y sobre el que ya en
una de mis anteriores te llamé la atención. La separación de Lucanas y
Parinacochas de este departamento ha causado la más desagradable
sensación en todos, y en la actualidad sus funestas consecuencias son
inmediatas y palpables. Ocupado Junín por los chilenos, ese
departamento no ofrece el menor recurso. Huancavelica, aunque no lo
estuviera, está organizada en guerrillas y tampoco contribuye con nada
ni tiene ya con qué contribuir. Este departamento de Ayacucho, fuera
de los disturbios de algunas provincias como Huanta y La Mar que las
tiene de hecho segregadas, está sumido en tal postración y pobreza que
su ofrenda sería insignificativa. Por manera que ¿de dónde se sacan
recursos para atender al nuevo ejército, si se separan las dos únicas
provincias que pudieran proveer por su riqueza y porque hasta ahora
están intactas? Quiero que resuelvas esta cuestión importante.
Pero al lado de este asunto, hay otro más grave y que atañe a mí
personalmente. Al separarse esas provincias se ha nombrado de
autoridad de ellas a los Flores; y esto es profundamente
desmoralizador y un desaire inmerecido a mi autoridad, porque a esos
individuos esta jefatura los ha perseguido por deudor al fisco el uno
y por trastornadores del orden ambos, pues aún en mi Memoria los acuso
por haber revolucionado Parinacochas desconociendo mi autoridad. Y,
¿se separan esas provincias para poner de autoridad a semejantes
hombres? ¿Tan poco vale mi autoridad y mi persona que se prefiere a
bandoleros de su género? No; con entera franqueza si esos individuos
siguen en esos puestos, cuenta con que de hecho dejo la jefatura. No
quiero comunicarte cómo explican aquí ese escándalo; pero juega en
ello la cancelación de una cuenta de tu ministro Herrera a los tales
Flores. Ya ves que esto no es digno de tu gobierno.
Tuyo afectísimo y seguro servidor.
Andrés A. Cáceres
CCBN.
*Campaña de La Breña. Colección de Documentos Inéditos: 1881-1884.
Luis Guzmán Palomino, Lima 1990