por Herbert Mujica Rojas
31-12-2007
Ancón judicial a la vista
Denunció Fernán Altuve, la proximidad de un Ancón judicial,
claudicante como todas las traiciones y abyecto por la cuota
pusilánime y de ignorancia contumaz que en esto tiene la infeliz
decisión de nombrar a Allan Wagner Tizón como representante del Perú
en La Haya. El parangón no es desdeñable. Antes por el contrario,
infiérese que la historia se repite y que hay un nuevo Miguel
Iglesias, Allan Wagner, y un tratado con pronóstico de derrota
anunciada, lesiva y garantizada por la trayectoria de quienes en su
factura intervienen. Así de simple. Y es el silencio cómplice el que
rodea estos momentos de absurda claudicación que vive Perú.
Es cosa común no contestar en Perú. Hay ministros acusados de ladrones
y estafadores y siguen como si nada ocurriera. Monreros públicos
permanecen atornillados sin que juzgado o comisaría alguna, siquiera,
les convoque o aprese. La patente de corso es parte de la vida
cotidiana. Conocidos cómplices de dictaduras y protagonistas de robos
encubiertos caminan felices por todos lados. Cuando una sociedad calla
y se habla de traiciones a la patria ¿puédese entender, otra vez, esa
neumática de silencio? ¿o empieza la disolución sistémica de un país
que ha sido considerado como inviable? Frente a la impostura del
callar, insurge, indómita como clamorosa, la denuncia directa y
patriótica.
¿Puede compararse a Wagner con Iglesias? No del todo y sí en parte. Ni
siquiera en eso alcanza el diplomático al controvertido personaje
cómplice de la invasión chilena y de la paz financiada por aquél en
1883. Por lo menos, había Iglesias peleado y rendido, con la muerte
heroica de parientes cercanos, el testimonio para con la patria.
Enfeudó sus esfuerzos y alquiló su muy discutible buena voluntad para
arribar a la paz deshonrosa como la definió Andrés Cáceres, pero así
fue la historia y no podemos cambiarla. Cuesta sí, digerir que en
calles y plazas, se adopte el nombre de traidores. ¿En el embajador de
marras, hay algo de heroico? El saldo es muy desfavorable, toda la
trayectoria que algunos, a falta de argumentos, llaman "brillante", de
"lujo", es una colección vergonzosa de puestas de hinojos ante Chile.
En los últimos tiempos, en sospechosos negocios conjuntos,
historiadores han mostrado afición a re-escribir la historia y por una
"cultura de paz". Preciso es contraponer a este mohín atildado, el
testimonio imborrable de qué fue la pezuña bestial de la ocupación del
invasor; del abuso y exacción a que fueron sometidas las poblaciones
peruanas y cómo es que Perú fue escenario del primer caso de "limpieza
étnica" que hoy miserables, financiados por los del sur, quieren
maquillar y disimular so pretexto de una historia "en común".
El Ancón judicial que denuncia Fernán Altuve, tiene un propósito muy
claro: poner la papa hirviendo en manos de un tribunal internacional.
En efecto, el presidente García y su primer ministro, del Castillo,
ambos conspicuos ignorantes de la historia y sus lecciones, testigos
de la humillante expectoración de Allan Wagner del ministerio de
Defensa, convinieron en darle, como premio consuelo, la defensa del
Perú en La Haya. No contaron con que la dignidad nacional, sus
portaestandartes y quienes quieren al Perú, por encima de banderías y
parroquias, lanzarían, de inmediato, sus protestas justificadas ante
el enorme despropósito de nominar a un traidor. Plenos en cundería,
desean que el fallo lo otorgue un juzgado internacional que libere a
la actual administración de un fracaso anunciado. La "calidad" de las
capitanías y la historia proditora prevén ese lamentable como
inequívoco pronóstico.
El silencio al interior de Cancillería es asombroso. Puede alegarse
que allí, como en las FFAA, las órdenes se cumplen sin dudas ni
murmuraciones. Pero todos saben perfectamente la aberración que se
está cometiendo. Los partidos políticos no existen sino como logias de
amigos y argollas de intereses, carecen de cuadros entrenados y apenas
funcionan como factorías productoras, clubes o asociaciones,
proveedoras de ordeñadores del fisco. La rabanería caviar es
chilenófila y pro-yanqui. Su única hazaña ha consistido en cuasi
lograr que Chile llegue a ocupar un puesto en la comisión de DDHH de
NNUU por entregar a Fujimori a la justicia local, cuando, en cambio,
¡nunca juzgó al criminal Augusto Pinochet! Los miedos escritos,
televisivos o radiales, tapan la traición y se solazan en la cantinela
boba de zalemas y supuestos méritos de quienes sólo han mostrado el
engaño, el timo y la espalda a la patria como pendones de sus
vergonzosas carreras "profesionales". La historia vuelve a repetirse
y, como es costumbre en pueblos que no aprenden de sus yerros, en la
misma manera infame y obtusa. Anunció reiteradas veces Manuel González
Prada: Tomar a lo serio cosas del Perú.
Advertido está el país, admonizados los lectores. Cada uno sabe cuál
es su deber. El nuestro, en horas apenas de terminar el 2007, seguirá
siendo el mismo, con modestia y constancia. A todos, la esperanza de
un combate ganador el 2008.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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