Thursday, November 22, 2007

¡Las goleadas nuestras de cada día!

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
22-11-2007

¡Las goleadas nuestras de cada día!

¿Causó sorpresa la avalancha de goles que recibió el cuadro peruano
por parte del equipo ecuatoriano? ¡De ninguna manera! Perder y hacerlo
del modo bochornoso, por resultados obesos y en contra, suele ser
característica del fútbol nacional, signo distintivo, marca indeleble,
demostración incontestable que ¡no somos un país hábil en esa
disciplina! A menos que...... usted preste oídos a esos mandriles con
micrófono, pasaporte ultra-sellado y huachafos que se hacen llamar
"periodistas deportivos".

No hay cómo, en castellano o en cualquier otro idioma, disimular lo
que fue un fracaso sin atenuantes, una derrota abrumadora y una señal
más que si se trata de fútbol, mejor es que se dediquen a turroneros,
lo que aconteció en Ecuador y ya están esos simios empleando toneladas
de palabras para almibarar y aderezar el indigesto resultado.

Podrá argumentar algún exaltado, de esos cuya humanidad consiste en
poseer DNI y bastantes dólares en el bolsillo que Campolo Alcalde,
Titina Castillo, Valeriano López, Lolo Fernández, Juan Joya, Mago
Valdivieso, Teófilo Cubillas, Pedro Perico León, Roberto Challe, Lucho
Cruzado, Enrique Cassaretto, Juan Carlos Oblitas y decenas más,
"constituyen" jalones del "buen fútbol peruano". ¡Error típico de
estimativa confundir lampos individuales, talentos geniales, con la
sensación colectiva y asociativa imprescindible para vencer al rival!
En Perú, no sé si en otras partes (tampoco me importa un bledo), una
morisqueta, cabriola o picardía, concitan el aplauso popular y se
pierde por goleada pero se celebra por decenios, la "huacha", el
"sombrerito", la "barrida" o el gol olímpico que hizo fulano o
mengano. En buena cuenta, para los peruanos interesa el episódico,
epidérmico, suavísimo, gesto, aunque no el gol que decide, marca la
diferencia, nos pone en la calidad de ganadores y no como siempre, de
perdedores.

Ocurre igual en política. Es que eso, señores y señoras, es el Perú de
siempre. Con leves cambios que el tiempo se encarga de señalar, la
patria se debate en una muerte continua y un sacrificio que tiene más
rasgos de estupidez institucional que de inmolación heroica. Los
liderazgos casi siempre mueren con sus notables portaestandartes.
Hasta ahora no hay un sólo émulo de José Carlos Mariátegui y tampoco
un líder de multitudes como Víctor Raúl Haya de la Torre. En el primer
caso, hay teóricos, muy bien financiados que dicen lo que sus
patrocinadores financian que elucubren (por eso son capaces de
"pensar" que la tierra es plana y que los marcianos son fujimoristas)
y en el segundo, un vector electoral, mintiendo a diestra y siniestra,
es decir convirtiendo la política en vil negociado culpable, logró
hacer llegar a su partido a la administración del gobierno desde donde
protagoniza claudicaciones a diario.

Sucede en el fútbol algo muy parecido. Se hace creer, mandriles
deportivos dixit, que estamos frente al cambio y que las nuevas
hornadas sí serán campeones mundiales. No se analiza que detrás hay
negocios múltiples: venta de entradas, réditos en la transferencia de
jugadores estrellas y ancianos de relleno, expendio de artículos
deportivos y marcas famosas que alquilan conciencias, es decir, el
privilegio del vil y fenicio comercio por encima de la valoración del
conjunto humano.

Nótese que no vamos a nombrar a ninguno de los muchachos que
estuvieron ayer en la debacle. ¡Todos son culpables porque a eso se
les ha enviado: a perder! Mientras que la mentalidad colectiva del
escuadrón de ataque siga siendo una mazamorra sin rumbo, dirección ni
querencia alguna porque hay que cuidar piernas, físico, aspecto,
compromisos, seguiremos asimilando goleadas al por mayor. Y tendremos,
para variar, decenas de brutos con micrófono cohonestando la estafa.
¡He allí el enorme problema de falta de líderes porque los que están
incurren en el vicio de hacer lo que todos hacen y eso les lleva,
indefectiblemente, al precipicio! ¿Qué más prueba que la goleada de
ayer en Ecuador?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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