Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
31-12-2024
¡Montones de mentiras sueltas……la mitad son ciertas!
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"There are a lot of lies going around... and half of
them are true”, la sentencia pertenece a Winston Churchill. Y como estamos a
punto de cerrar con este artículo, la producción modesta y con buen humor del
2024, naveguemos por una de las columnas centrales en que se ha basado este
país llamado Perú: las mentiras.
Recordemos la traviesa interpretación que del buen humor
hacía Luis Alberto Sánchez, para el feraz autor, éste se debía a un magnífico
estado de salud o a la posesión de dientes extra largos.
Y aunque el rosario cotidiano de noticias es más bien
pesaroso y crudo, no dejemos de referirnos al refrán que dice que no hay mayor
poder, que poder joder.
¡En la boca del mentiroso….! ¡Lo cierto se
hace dudoso!
Tras 204 años casi de instalada oficialmente la era republicana, la
cantidad de fetiches, mentiras, leyendas, trasgresiones y mitos, representa la
base de nuestra “historia”. Traidores de apellidos fabricados sobre la
explotación de gente humilde, rateros vulgares autores de estudios y libros
casi cómicos, impostores de toda laya, se los encuentra a montones, en cada
recodo, debajo de cada árbol.
Popular como trágica realidad la constatación que nuestros hombres y
mujeres públicos no hesitan en mentir. El embuste tiene personalidad y se lo
pronuncia con voz académica y dicción saboreada. ¡No importa que sean
tonterías, las expresadas, “suenan” mejor!
La mentira es un mensaje ecuménico instalado desde siempre en el ADN
social peruano. Quien no miente se arriesga a ser considerado tonto o, peor
aún, estúpido que no aprovecha la ocasión de engatusar a unos y otros.
Otro dicho reza: la mentira tiene patas cortas. Aunque, hay que agregar,
de larga duración. Especies repetidas y deformadas con el tiempo, han
persistido en su torvo mensaje de generación en generación.
Si la definición de mentira es que su carga es lejana de la verdad ¿cómo
se la asimila y repite corregida y aumentada en todos los ámbitos de la
abstrusa sociedad peruana cuyos fragmentos, más de una vez, han amenazado con
gatillar una diáspora terrible?
Los responsables de ordenar, metodizar la memoria y el documento
histórico incurrieron en pecados y se cuidaron muy mucho de obliterar verdades
y “rescatar” falsedades. ¿Cuántas calles y avenidas, parques y sitios públicos,
llevan el nombre de traidores?
La historiografía miope y selectiva, por así llamarla, contribuyó a la
edificación de falsos valores que en vida fueron torvos hampones y se los
“recuerda” como probos y selectos hijos de la Nación.
Sobre el barro o el fango no se puede construir parapetos de ilustración
o limpieza. ¡Todo lo contrario! La típica costumbre peruana de justificar todo
so pretexto que “roba pero hace obra”, ni es nueva y menos original, es sucia
como sus fautores!
Por tanto, a nadie asombra que los discursos demagógicos exhiban
mentiras impúdicas. La “crítica” se remite a la belleza gestual y oratoria del
emisor y el discurso. Pero una cosa es el deseo y aspiración y otra la realidad
fragorosa que vencer y derrotar.
En eso estriba una clave fundamental: para los peruanos la mentira no
constituye la aberración cancerosa que es. ¡Es una herramienta “indispensable”
en el camino al “éxito”. El antídoto que debiera ser la vergüenza y prudencia
contra los malos actos, no funciona, es más bien, pasaporte para la gestión
delictiva.
Y el asunto viene desde los bisabuelos a los bisnietos. No se considera
a la zancadilla o embuste como un acto deleznable y sucio, se lo acepta,
olvidando que quien prueba el veneno, no se sana, se muere lentamente.
¿Cómo contribuyen los miedos de comunicación en esta trapisonda que
describimos? ¡De manera muy importante. Y negativa!
¿Cuántos hombres y mujeres a quienes nadie conocía, desaparecieron del
anonimato para formar parte diaria de crónicas y reportajes? Casi nunca van al
meollo del tema en cuestión, hablan, pronuncian garrulería de la más barata,
pero “forman” opinión.
Luchar contra esos mensajes viles es tarea desde la casa y en todas
partes. El niño tiene que aprender a conquistar sus logros, a valorar el
esfuerzo, a saborear que el camino del éxito no es gratuito, sino la suma de
alegrías inteligentes y genuina limpieza y pundonor.
Pero, además, la ciudadanía debe castigar a los políticos mentirosos no
depositando su voto por ellos. El invento de “Tú lo conoces, vota por él” es
otra engañifa del peor calibre. ¡Precisamente porque conocemos al 99% de
inútiles en la cosa pública, es que hay que limpiar, sanear y desinfectar la
política peruana.