Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-6-2025
1879: ¡porqué se perdió la guerra! III
https://senaldealerta.pe/1879-porque-se-perdio-la-guerra-iii/
Siempre cordial y afable, don Héctor Vargas Haya
y absolutamente lúcido a sus más de 98 años, absolvió unas consultas en torno a
los infaustos sucesos en la guerra de 1879. Sus respuestas, in extenso, abordan
temas disimulados u obliterados por la historiografía oficial.
Leamos este III capítulo (Final).
1929: Tacna retornó al Perú
Tacna retornó al Perú, en 1929, por el Tratado
Rada-Figueroa, luego del laudo de los Estados Unidos y la mediación del general
John Joseph Pershing, presidente de la frustrada Comisión Plebiscitaria.
No se es patriota, por más acciones plausibles realizadas,
si se claudica, entregándose al enemigo. El honor es un valor supremo
inquebrantable. Los actos positivos practicados en algún momento, no pueden
servir de escudo para la iniquidad.
Un solo gesto de oprobio lo borra todo. Grau se inmortalizó,
lleno de gloria, porque sabiendo que iba a morir, ante la superioridad chilena,
tal como lo revelaba en cartas a su esposa, fue a defender el honor de la
Patria, antes que rendirse.
Similar acto patriótico fue el del héroe de Arica, Francisco
Bolognesi, ante el pedido de rendición formulada por los chilenos a los que
respondió con estoicismo: “tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré
hasta quemar el último cartucho”.
Iglesias fue el causante de la
devastadora guerra civil entre sus tropas habilitadas por los chilenos. Las de
Cáceres debieron luchar contra dos frentes, lo que facilitó la victoria
chilena. Iglesias, nombrado presidente regenerador, agradeció y felicitó al
general chileno Gorostiaga, por su victoria en Huamachuco del 10 de julio de
1883.
Felones descarados
Entregado Iglesias a Chile, junto
con los felones Arnaldo Panizo, Tadeo Antaysa, Luis Milón Duarte, Mariano
Castro Saldívar y Manuel Encarnación Vento, entre otros adictos de Piérola, se
enfrentó a las fuerzas de Cáceres en Ica, Cañete, Ocros, El Infiernillo,
Chiquián, Topara, Ungara y Sara, donde fue notable la acción de los Húsares de
Junín.
Sobre el drama del Perú en la guerra
con Chile, y el desastre de 1879, el historiador Tomás Guillermo Santillana
Cantela, se apena de los actos de felonía, como el del coronel Agustín Belaunde
desertor que favoreció al enemigo, tal como lo refiere el oficial José Joaquín
Inclán, quien había dado cuenta al coronel Francisco Bolognesi, que el 1 de
junio de 1880, el referido coronel Belaunde se insubordinó y desapareció. Los
no pocos actos de felonía son los que contribuyeron con el desastre peruano.
Oficial obediente
De Iglesias, Cáceres decía
"Yo no veo en Iglesias sino a un teniente chileno, que obedece a los
propósitos chilenos, que vive bajo la sombra de los chilenos y que, en suma,
subsistirá con el aparato de poder que tiene en Lima, tanto tiempo cuanto el
que permanezcan en el territorio nacional, los ejércitos chilenos".
En Historia de la República, Basadre expresa que Iglesias
apareció en la escena política para hacer el juego al enemigo y volver
estériles las hazañas de Cáceres y las gestiones de García Calderón".
Y en el New York Herald de Nueva York, el 13 de agosto de
1883, declararon los chilenos sobre Iglesias: "Le dimos toda clase de
ayuda: dinero, armas y destrucción de sus enemigos". El historiador chileno Gonzalo Bulnes expresa
“si Iglesias hubiera nacido en Chile, sería considerado como el mayor héroe
chileno”.
Piérola funcional
La historia de la traición, no
termina en este breve relato, sólo diremos que mientras el Perú se desangraba,
caída Arequipa y ocupada la ciudad de Lima, donde era alimentado el ejército
chileno con presupuesto peruano, Piérola pasaba vacaciones en París, donde
vivía en la opulencia.
En Piérola y
Lynch, el 7-1-2025 https://tinyurl.com/4ea9369z
pregunté puntualmente:
“¿Qué hacía el señor
Nicolás de Piérola en diciembre de 1881 con el jefe de la ocupación chilena en
Lima, Patricio Lynch? Ya había resignado la dictadura porque nadie le hacía
caso desde el 28 de noviembre y fue Tarma la ciudad que registró el hecho.
No representaba a nadie y tampoco era funcional –ya había sido lo
suficiente en enero los días 13 y 15 en San Juan y Miraflores, cuando la
trágica derrota de la capital ese mismo año- a los chilenos que le desconocían
en absoluto y en cambio apresaban a García Calderón y le enviaban deportado al
sur. ¿Quién aclara esta oscuridad proditora tan poco tocada? Y muy ignorada.
Si Piérola ya no era dictador porque nadie le reconocía mando alguno o
capacidad de negociación, la más mínima. Si, precisamente, había resignado en
Tarma el 28 de noviembre y de modo oficial –ese año trágico de 1881- su
dictadura, porque los invasores no le reputaban importancia ni liderazgo,
retorna la pregunta filuda que no tiene respuesta de los historiadores: ¿qué hacía Piérola “conferenciando” con
Patricio Lynch y Jovino Novoa en la Lima ocupada y sobre un suelo ensangrentado
por la matanza que los chilenos habían perpetrado en San Juan, Chorrillos,
Barranco y Miraflores? ¿cómo así que “se embarcó al extranjero con pasaporte
del gobierno de Chile”?, tal como apunta Basadre”.
Cabal y convicto agradecimiento al patriota Héctor Vargas Haya por su
tiempo e investigación detallista de zonas oscuras y tristes aunque escondidas
de la historia del Perú.