Thursday, March 23, 2023

Tragedia silenciosa en el mundo

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

23-3-2023

 


Tragedia silenciosa en el mundo

https://senaldealerta.pe/pol%C3%ADtica/tragedia-silenciosa-en-el-mundo

http://bit.ly/3K9QLuF

 

Con el título Eutanasia pasiva, Aura Lucía Mera en el diario El Espectador de Colombia, puso sobre el tapete una debacle sin sonido que se esparce mundialmente. Y lo hace de forma magistral.

 

Una mujer de 78 años escribió a El País de España:

 

“Conozco y desapruebo totalmente la eutanasia pasiva que se ha implantado y se ejecuta cada día con los viejos. Eutanasia pasiva es que tengamos que pedir cita previa para todo. Eutanasia pasiva es que intentemos pedir esa cita previa por teléfono y nos conteste una máquina. Eutanasia pasiva es que te atropellen hablando como metralletas o empujando en las cajas de los supermercados sin darte tiempo a meter los productos en las bolsas. Eutanasia pasiva es que te recomienden que acudas a un hijo o nieto para que haga por ti lo que no entiendas o no seas capaz de hacer”.

 

Algunas consideraciones inevitables y muy bien descritas en el texto aludido:

 

-Si eres sénior, mujer y viuda, eres una mujer invisible, no existes”. “[Hay que] producir o morir, la exaltación de la gente joven por el hecho de producir. Si eres joven te utilizamos y si eres sénior no nos importas.

 

-La eutanasia pasiva no contempla la inyección letal, pero penetra en el alma cada día. Es el desamor de los más cercanos cuando la edad comienza a pasar factura en la autonomía, con la pérdida de facultades físicas y mentales;

 

-En la identidad, cuando ya la persona mayor no es actual ni como cuando estaba joven, y en la pertenencia, cuando muchas de las personas de su círculo de amistades van muriendo y se queda cada vez más aislada, limitada en sus relaciones sociales.

 

-Los viejos se están muriendo por dentro de desamor, de indiferencia, de soledad. Esas jubilaciones súbitas a partir de cierta edad son muchas veces mutilaciones emocionales. La misma etiqueta de “jubilado” predispone al alejamiento.

 

-Ya nadie lo busca en el mercado laboral y no sabe cómo comenzar a vivir en este nuevo “estilo” de sano y fuerte por dentro, pero discriminado por fuera.

 

-Si es hombre y se enamora de alguien más, es tildado de viejo verde. Si es mujer, pues peores los epítetos, ya no está para esos trotes. Si los viejos participan en una conversación de jóvenes, nadie escucha porque “están gagá o chalados”.

 

-El sistema de salud no quiere gastar dinero en exámenes costosos, porque “ya pa qué”, y se pelotean a los viejos de un lugar para otro mientras se acaban de enfermar y, si tienen suerte, de morirse rápido, para que no sigan jodiendo más a la familia ni a nadie.

 

-Sucede en España, en Japón, en Colombia, en la Conchinchina. Más que ser humano, te empiezan a mirar como un peligro. “¿Cómo así que todavía va al gimnasio?”, “¿cómo se le ocurre seguir manejando carro?”, “¿se atreve a ponerse vestido de baño?”, “¿y esa pinta de colores a su edad?”.

 

-Hombres y mujeres en plenas facultades están viviendo sobredosis de soledad y eso se va notando en las miradas cada vez más perdidas en el horizonte, porque vivir en soledad es malvivir.

 

¡Líneas formidables de la colega colombiana que difícilmente se podría escribir mejor, por tanto el homenaje en recensión.

 

¿No hemos visto a las personas mayores en silencio, mirando un mundo extraño en que cada quien vive más pendiente del celular que de la conversación?

 

Y resulta extraño encontrar buenas maneras y cuando ocurre, es aún más raro acogerse a las amabilidades. Me pasó en un microbús cuando un joven, reparando en mi cabestrillo y mis canas, me cedió el asiento que dudé por un minuto en tomar.

 

En un banco me hicieron formar cola en Preferencial y cuando llegué al mostrador, la señorita me dijo: ¡usted no tiene edad para esta cola! Demás está decir que la fulminé con una mirada feroz.

 

Esta pandemia silenciosa, eutanasia pasiva, es una de las grandes amenazas para con todos aquellos en el nadir de sus existencias.

 

Hay países que veneran a los ancianos porque equivalen a sabiduría, camino transitado, voz de la experiencia. El amanecer y el anochecer son complementarios, la disociación es ociosa e impuesta por una sociedad metalizada.

 

¿Hay razón razonable para hacer más dolorosa la despedida cuando aún hay vigor, esfuerzo, entusiasmo, elan para continuar viviendo?