Tuesday, November 17, 2009

Pilotos chilenos sobre cielos peruanos

Pilotos chilenos sobre cielos peruanos

Constantes históricas en el comportamiento vecinal de Chile

Señal de Alerta

por Herbert Mujica Rojas

9-5-2005

 

Constantes históricas en el comportamiento vecinal de Chile

http://www.voltairenet.org/article125105.html

por Félix C. Calderón*

 

El teorema geopolítico que los peruanos deben tener siempre presente es que Chile ha visto al Perú, históricamente, como su enemigo natural. Y hacen muy mal los panegiristas del entendimiento y la cooperación vecinal en olvidar, soslayar o edulcorar este hecho irrebatible que es, además, inconmovible, por lo menos mientras siga vigente la concepción del Estado-nación. No es esto, obviamente, un reflejo de perdedor, como se ha atrevido a decir un peruano de última hora, a causa sin duda de una reflexión indigesta provocada por su conocimiento superficial de nuestra historia. No. Ese teorema fluye fácilmente del análisis del comportamiento histórico de Chile con respecto al Perú y nos da la pauta de cómo es menester actuar, porque nunca es tarde, para que por fin podamos encarrilar las relaciones vecinales sobre un terreno común de mutuo respeto y ventajas recíprocas.

 

Antes y después de su existencia como república, Chile ha visto al Perú como una amenaza y, por lo mismo, ha sabido encontrar su razón de ser a sus expensas. Pero no ha sido el único. Simón Bolívar fue el primero en trazar un designio geopolítico avieso contra el Perú, epicentro ancestral de la gran nación andina (principalmente Perú, Bolivia y Ecuador), usurpando Guayaquil y creando luego Bolivia. De esta forma, fragmentó el espinazo andino y contrapuso por casi dos siglos a sus pueblos. Años más tarde, el comerciante de Valparaíso, Diego Portales, hizo el resto con un designio concordante, pero por el sur, a fin de mantener la dependencia del comercio peruano de los puertos chilenos. En suma, el Perú desde su nacimiento como república tuvo que hacer frente al embate de dos pretensiones geopolíticas adversas, por el norte y por el sur, además de la penetración amazónica del imperio brasileño. Situación altamente desventajosa de la que Chile supo aprovecharse con el tiempo para satisfacer sus propias ambiciones.

 

La usurpación territorial a resultas de la guerra victoriosa que libró Chile contra el Perú en 1879, con la interpósita acción de Bolivia y ayudado por el comportamiento claudicante, como en 1837, de gran parte de la casta política peruana, se tradujo en una serie de constantes en su comportamiento bilateral, cuyos resabios aún se notan hoy en día. Estas constantes en su comportamiento no son, por cierto, exclusivas de Chile. En puridad, son patrones comunes de comportamiento que sigue todo Estado agresor y usurpador, como se desprende de una rápida ojeada a la historia universal, en la medida que se trata de preservar lo usurpado y de erosionar cualquier intento de revancha. Es decir, están signadas por la codicia y el miedo, y su lógica subyace siempre en la fuerza, porque no hay otra forma de mantener lo ajeno. Por lo mismo, no estamos hablando de un comportamiento malicioso estático, sino dinámico, aunque en este caso siempre en función del Perú que representa el peligro a conjurar y mediatizar.

 

Antes de concluir la paz con Bolivia y obsesionado por su flagrante incumplimiento del Tratado de Ancón de 1883, Chile puso en marcha un reprobable proceso de chilenización en las provincias cautivas de Tacna y Arica con el deliberado propósito de expatriar o exterminar a la heroica resistencia de los peruanos ligados ancestralmente a esos territorios. Es decir, el usurpador efectuó el primer caso mundial de "political cleansing" en el siglo XX. Convergentemente, prejuzgó la solución al problema que generaban esas provincias cautivas, disponiendo de manera arbitraria el trazado del ferrocarril Arica-La Paz, sin parar mientes en usurpar para ese efecto una porción de la provincia de Tarata que no tenía por qué ser parte de la ocupación chilena, tal como lo revelo en mi libro "El Tratado de 1929. La otra historia." En fin, para ser breve, instigó la rivalidad del Ecuador y Colombia hacia el Perú mediante la venta subrepticia de armas y acuerdos secretos con esos países, en su afán de debilitar el accionar diplomático del Perú que tenía, también, que hacer frente por el norte a pretensiones amazónicas desmedidas por obra de Bolívar, sin contar la competencia por el Acre.

 

Una vez que suscribió la paz con Bolivia en 1904, Chile se aprovechó del entredicho con el Perú que provocó Bolivia al rechazar el laudo arbitral del presidente argentino Figueroa Alcorta, para azuzar a ese país a la guerra e inclusive venderle armas. Por cierto, ayudaba indirectamente a esta manipulación interesada del vecino del sur el hecho que el Perú accediera al siglo XX con una casta política visiblemente mediocre e incapaz de poner fin al desgobierno y de acometer con resolución la solución definitiva de algunos de los diferendos limítrofes que se mantenía con los cinco países fronterizos.       

 

Cuando el presidente Augusto B. Leguía, el único estadista que ha tenido realmente el Perú con prescindencia de sus maneras dictatoriales, zanjó definitivamente en setiembre de 1909 las fronteras con Brasil y Bolivia, tras una faena negociadora histórica de tres semanas, la diplomacia chilena buscó arrinconar al Perú exacerbando otra vez las pretensiones de Ecuador y Colombia, mientras se esforzaba inescrupulosamente por consolidar sus posiciones en Tacna y Arica. Basta traer a colación en abono de este aserto la tensión bélica que vivió el Perú en la segunda década del siglo XX, en el frente amazónico, con incidentes como el de "La Pedrera", o la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares con Chile, entre otros. Mas, fue otra vez Leguía quien logró romper la secular inteligencia colombo-ecuatoriana con el Tratado Salomón-Lozano, cuyo efecto inmediato fue malquistar entre sí a esos dos países que en 1916 se habían repartido a su regalado gusto la margen izquierda del río Marañón-Amazonas, disponiendo sin ir muy lejos de la precaria posesión peruana en Leticia. Asimismo, fue Leguía quien zanjó en 1929 de manera definitiva la dolorosa cuestión de las  provincias cautivas, logrando el regreso de Tacna a la heredad nacional, aunque parcialmente mutilada por culpa de la propensión usurpadora de los chilenos, como lo prueban las azufreras de Tacora, ahora en poder de Chile y arrancadas al Perú en la hora undécima. 

 

A partir de ese momento, 1929, reducidas las aristas de confrontación del Perú, el interés de la diplomacia chilena se centró, como es lógico suponer, en soliviantar al Ecuador, único país con el cual el Perú mantenía un diferendo limítrofe, como mejor manera de complicar el accionar diplomático de Torre Tagle que debía, además, procurar la plena y satisfactoria ejecución del Tratado Rada Gamio-Figueroa Larraín. Tras el conflicto del Zarumilla en 1941 y producido el cese de fuego, como lo detallo en mi libro "La negociación del Protocolo de 1942: mitos y realidades," la diplomacia chilena buscó afanosamente con el apoyo del Ecuador, sumarse al trío de Estados (Argentina, Brasil y Estados Unidos) que por años venían ejerciendo sus buenos oficios para resolver la controversia limítrofe. No fue, dentro de este contexto, un gesto altruista ni desinteresado de Chile; sino una previsible maniobra, íntimamente ligada a sus pretensiones portuarias en el Pacífico (no obstante mediar condiciones geográficas adversas) que lo obligaban a poner cortapisas a la ejecución del artículo 5° relacionado con el muelle de atraque a favor del Perú para así reducir a la nada la ventaja arrancada por Leguía al final de la negociación en 1929. Por eso, la venta de municiones y armamentos que hizo Chile al Ecuador en 1995, en plena guerra del Cenepa, no fue un hecho casual o accidental. Nada de eso, fue una acción deliberada propia de quienes actúan con mentalidad usurpadora. Y si un japonés sin raíces peruanas no le dio en ese entonces la importancia debida, esto no inhibe de responsabilidad a quienes ejecutaron por esos días la política exterior del Perú. Porque si en el caso de Argentina se ha llegado a determinar que hubo una operación delictiva, conducida clandestinamente, de allí el juicio al que fueron sometidos los responsables; en el caso de Chile fue una acción consentida por su propio gobierno, y esto es lo grave, al punto que a nadie en ese país se le haya juzgado por ese hecho protervo y felón, una vez puesto en evidencia.

 

La vinculación de su ambiguo papel de garante con la plena ejecución del artículo 5° del Tratado de 1929 queda evidenciada cuando al año siguiente de haberse concluido la paz con el Ecuador, en 1999, Chile concluyó con el Perú un Acta de Ejecución destinada a cerrar la controversia portuaria que fue la que mayores dificultades creó durante la negociación del tratado entre noviembre de 1928 y mayo de 1929. Como era de esperarse, el Perú estuvo lejos de obtener en 1999 lo que Chile propuso originalmente al presidente Leguía, si se compara el imponente muelle atribuido al Perú que figuraba en el plano del desarrollo portuario de Arica entregado por el embajador chileno Figueroa Larraín al mandatario peruano, en mayo de 1929, con el inútil y dependiente mini-atracadero situado fuera del marco original de la bahía de Arica que hoy se considera como el "muelle" peruano (véase los anexos de mi libro sobre el Tratado de 1929).

 

Sin embargo, en honor a la verdad, no fue éste un logro reciente de la diplomacia chilena, pues ya en 1964 y más tarde en noviembre de 1985, Chile había sentado mañosamente las bases de esa nueva usurpación, una vez que el taimado Ríos Gallardo intuyó en la década de los cincuentas que el Perú había perdido el plano entregado a Leguía y, por lo tanto, la diplomacia peruana desconocía ese importante compromiso. Claro que lo mismo no puede decirse de quienes negociaron el Acta de Ejecución, por cuanto quien esto escribe exhumó literalmente dicho mapa del archivo central de Torre Tagle a fines de 1998, tras casi setenta años de haber sido ignorado. Ergo, hay responsabilidad histórica por parte de quienes en 1999 transigieron con la arremetida chilena a sabiendas de que hacía trampa. Es más, hay razón para preguntarse si no era mejor reabrir las negociaciones en materia de ejecución del artículo 5°, justamente porque existía, además, el problema colateral de la delimitación de la frontera marítima con Chile, en el cual la mentalidad usurpadora amenazaba inclusive con apropiarse del pequeño triángulo de playa situado al norte del arco que sigue la línea limítrofe y, por ende, peruano.    

 

Para recapitular, ha sido la lógica implacable del teorema geopolítico enunciado al inicio de este artículo, la que explicaría la persistencia por parte de Chile en la observancia de esas constantes de comportamiento en su relación con el Perú. Aparte de ser muy redituable en términos territoriales, le ha permitido guardar coherencia en su accionar, al margen del carácter civil o militar de sus sucesivos gobiernos, dar continuidad a su diplomacia y ha hecho previsible su proyección geopolítica. Obsesionados como siguen con ese enemigo natural, algo que no ocurre en el Perú en que a un sector de la burguesía le gusta ver a Chile como su aliado, el miedo a la revancha es un fantasma omnipresente en los chilenos, como igualmente lo es la gran amenaza que supone la reconstitución de la gran nación andina.

 

De allí que la diplomacia chilena haga ahora todo lo posible por profundizar la división entre los pueblos andinos (echarle la culpa al Perú en la solución de la aspiración marítima de Bolivia, en virtud de la cláusula cerrojo de su autoría incluida en el Protocolo Complementario, es un ejemplo de ello), puesto que ha descubierto que si quiere mantener cierta supremacía en esta parte de mundo, vale decir asegurar su supervivencia, no tiene más remedio, ante la imposibilidad de nuevas guerras de conquista, que transformar al Perú y Bolivia, por lo menos en el corto y mediano plazo, en su hinterland vital habida cuenta de la clamorosa carencia que adolece su tripa territorial de recursos energéticos, hídricos y los limites asfixiantes de su diversidad biológica. Y es aquí cuando el Perú debe imaginar, concebir e implementar una política de respuesta y contención igualmente duradera, ambiciosa y agresiva en diferentes planos, sobre la base del principio rector que en los tratos con el usurpador es éste quien tiene que hacer las concesiones y no al revés.

 

Desde este punto de vista, el problema de la delimitación marítima debe involucrar a los Estados Unidos como árbitro por haber puesto Chile en tela de juicio el punto final de la frontera terrestre que es hacia abajo en el sentido del arco, y no del paralelo geográfico. Asimismo, se debe reglamentar de conformidad con las disposiciones constitucionales sobre seguridad y defensa la penetración chilena en el sector terciario, principalmente de los servicios, teniendo en cuenta los riesgos que entraña esa mentalidad usurpadora del hinterland. No deja de ser paradójico que Chile figure como un exportador mundial de maderas tropicales sin tener selva. Tampoco parece lógico que el Perú venda gas a Chile para atender las necesidades energéticas de los territorios que fueron usurpados, salvo que pague el doble o le vendamos, mejor, energía eléctrica. En fin, antes de poner una serie de etcs., se debe exigir a Chile que, sin mayor dilación, proceda a la rectificación histórica brindando las disculpas debidas y otorgando las reparaciones del caso por las atrocidades cometidas durante la invasión usurpadora de 1879 y con posterioridad hasta 1929, incluyendo la compensación a los peruanos de Arica y parte de Tacna por sus propiedades privadas arrebatadas, la edición de libros de historia que pinten los hechos tal como ocurrieron para escarnio de sus llamados héroes, la supresión del homenaje a sus glorias nacionales porque eso es una afrenta para el Perú (sobre todo en el Morro de Arica), y la devolución de lo robado. Pues no hay peor injuria que la subliminal, como lo ha demostrado ese infamante vídeo de Lan, obra de imberbes. En Europa solo se ha podido hablar de reconciliación una vez que los agresores han hecho propósito de enmienda y han reivindicado la dignidad de los pueblos ofendidos.                                   

  

Por último, sin ser menos importante, en cuanto al objetivo de la reconstitución de la gran nación andina, que es lo que aterra a los chilenos, éste solo podrá ver la luz si los prolíficos pueblos andinos en los tres países involucrados ponen el sincretismo histórico al servicio del mandato telúrico.

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Embajador, autor de los libros "El Protocolo de 1942: mitos y realidades." (Academia Diplomática del Perú, 1997), "El Tratado de de 1929. La otra historia." (Congreso de la República, 2000), y "Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar.- Tomo I: La usurpación de Guayaquil" (Aleph, a publicarse este mes de junio), entre otros.

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Petroaudios y cultura de negocios (III). Petroperú en el “Petrogate”

Petroaudios y cultura de negocios (III). Petroperú en el "Petrogate"
por Oscar Llerena Recoba; oallerenarecoba@hotmail.com
http://www.voltairenet.org/article162921.html
13-11-2009

En la quincena de noviembre del 2007, el empresario dominicano
Fortunato Canaán envió instrucciones precisas a Rómulo León Alegría
para que le preparara un cronograma de reuniones con los principales
funcionarios públicos relacionados con el sector petrolero.
Como se recuerda (ver primera entrega), Canaán acababa de reunirse en
Madrid con el mexicano Mario Díaz Lugo, por entonces representante
para Latinoamérica de las compañías noruegas Discover Petroleum
International (DPI) y Petromarker, así como de otras empresas
relacionadas con el negocio de los hidrocarburos. León Alegría, en
tanto, trabajaba representando los intereses del dominicano en el
Perú.

Canaán comprobó rápidamente la efectividad del ex ministro de
Pesquería, pues para el 10 de diciembre éste ya le había agendado
citas con César Gutiérrez y Juan Valdivia, quienes entonces ejercían
los cargos de presidente de Petroperú y ministro de Energía y Minas,
respectivamente. Como ha constatado tanto la Comisión Investigadora
del Congreso de la República como el Ministerio Público, ambas
reuniones se efectuaron. En ellas, Canaán hizo una presentación en la
cual explicaba las bondades de las tecnologías que quería vender
localmente: Kurata y Geoprobe.

El método Kurata había sido patentado por una compañía japonesa a la
que representaba Díaz Lugo, y ofrecía convertir el petróleo pesado en
ligero. A su vez, Geoprobe era una tecnología noruega de análisis
electromagnético –de propiedad de Petromarker– que permitía ubicar con
un importante grado de certeza los yacimientos petroleros en el fondo
marino.

Luego de estas demostraciones, el 11 de diciembre León Alegría le
mandó un correo electrónico a Gutiérrez en el cual le señalaba: "Tal
como te comenté, el Ing. Fortunato Canaán se permite enviarte estas
líneas, para que si lo crees conveniente las consideres en la Carta de
Intención que le entregarás el día de mañana (…)" (ver documento).

El texto que León Alegría somete a consideración de Gutiérrez decía lo
siguiente: "Por la presente les expresamos nuestro interés de obtener
la información referente a exploración electromagnética y de
perforación en aguas profundas, que ustedes han desarrollado, para la
exploración y explotación de hidrocarburos. Con tal propósito nos
gustaría celebrar con ustedes algunas reuniones en nuestra sede en
Lima, para que nos muestren en detalle las bondades de su importante y
novedosa tecnología, con el propósito de obtener la exclusividad para
su uso y promoción en el Perú".

Queda claro, por tanto, que el objetivo de Canaán y León Alegría era
hacer que Petroperú comprara la tecnología Geoprobe. Esto, en el marco
del proceso de fortalecimiento y modernización de la estatal peruana
(iniciado por la Ley Nº 28244 aprobada durante el gobierno de
Alejandro Toledo), que era entendido por ésta como una oportunidad
para volver a la actividad exploratoria (Petroperú dejó de hacer
exploración petrolera como consecuencia del proceso de preparación
para su privatización en el que se vio inmersa desde inicios de los
noventa).

Tres días después de recibir la comunicación de León Alegría,
Gutiérrez le remitió a Fortunato Canaán y a Mario Díaz Lugo una carta
en la que no cambió ni una coma de la redacción que le propusiera el
ex ministro aprista; sólo la imprimió en papel membretado con el logo
de Petroperú y la firmó (compare las cartas).

En respuesta a la carta de Gutiérrez, entre el 21 y 25 de enero arribó
a Lima Díaz Lugo, acompañado del ingeniero mexicano Manuel Hurtado y
de Canaán (ver registros migratorios de Canaán y Díaz Lugo). Los tres
se alojaron en el Country Club Lima Hotel y la suite presidencial 357
se convirtió nuevamente en escenario de las visitas de los entonces
ministros Jorge del Castillo, Juan Valdivia, Hernán Garrido Lecca (ver
segunda entrega). Durante su estadía, los representantes de las
empresas noruegas volvieron a entrevistarse en el despacho del
presidente de Petroperú.

Para Canaán, la alianza con la estatal peruana era clave, como él
mismo se encargó de explicitar en el documento conocido como la "Ruta
Crítica" o "Proyecto Perú". Éste contenía indicaciones expresas para
León Alegría sobre cómo proceder en el Perú con miras a que DPI
pudiera adjudicarse lotes de exploración petrolera. En última
instancia, la asociación con Petroperú se asumió como un requisito
ineludible para participar en la licitación internacional de lotes que
Perupetro preparaba en ese entonces, pues, como se verá en la entrega
de mañana, la empresa noruega no estaba en condiciones de hacerlo por
sí sola.

Cabe indicar que también se barajó inicialmente la posibilidad de
suscribir una alianza con Petro-Tech Peruana (la compañía con la mayor
área concesionada para exploración petrolera en el zócalo continental
peruano), pero las negociaciones no prosperaron debido a que dicha
empresa venía negociando en aquel momento su venta a la colombiana
Ecopetrol y la coreana KNOC.

El lote Kugarakori-Nahua-Nanti

En un principio, lo que buscaba Discover era adjudicarse lotes
exploratorios en el Perú bajo la modalidad de convenios de evaluación
técnica. En particular, a la compañía noruega le interesaba el lote
Kugarakori-Nahua-Nanti (lote 157), al cual se le estimaban reservas de
gas cercanas a los 2 trillones de pies cúbicos (TCF), es decir, 0.5
TCF más de las que el gobierno le acaba de atribuir jubilosamente al
lote 58 de Petrobras.

Véase, en ese sentido, el correo que el 24 de mayo del 2008 León
Alegría le envió a Ronald Egúsquiza, entonces gerente general de
Perupetro:

"Sentí muy positiva nuestra reunión del pasado jueves. Ahora estoy a
la espera de la carta respuesta por la cual nos hacen conocer el
acuerdo del Directorio que concedió algunos lotes por la modalidad
Convenio de Evaluación Técnica, a Discover Petroleum International.
Los noruegos tienen especial interés en explotar de forma conjunta con
Petroperú el lote Kugarakori-Nahua-Nanti".

El 29 de mayo, León Alegría le escribió a Miguel Atala, vicepresidente
de Petroperú, para solicitarle que lo ayudara a convencer a la estatal
para llegar a un acuerdo que les permita explorar conjuntamente dicho
lote:

"El Directorio de Perupetro aprobó darle a Discover Petroleum ese
lote, por Convenio de Evaluación Técnica, pero Petroperú lo tenía
solicitado para explotarlo en alianza con Petrobras, pero según César
Gutierrez los brasileños no tendrían mucho interés y él considera que
una alianza con los noruegos es más eficaz. En efecto, de firmarse un
acuerdo entre Petroperú y Discover, ellos asumirán los riesgos
financieros y técnicos y Petroperú podrá acceder a algún beneficio por
la explotación conjunta. El beneficio para el país es indudable y AG
[Alan García] lo celebrará" (ver documento).

Como se aprecia, León Alegría se aprovechaba hábilmente del renovado
interés exploratorio de Petroperú para ensalzar los beneficios que le
traería a ésta la alianza con los noruegos. De hecho, el ahínco de
León Alegría responde también a que en su contrato con DPI se estipuló
expresamente que una de sus obligaciones era gestionar que la compañía
noruega se hiciere de este lote.

DPI finalmente no pudo adjudicarse de manera directa el lote en
cuestión, por cuanto éste pasó a formar parte de una licitación
internacional que venía organizando Perupetro, que fue lanzada en mayo
y cuyos resultados se conocerían el 10 de setiembre del 2008. En vista
de ello, el presidente de DPI, Jostein K. Kjerstad, decidió venir al
Perú a comienzos de junio junto con otros representantes de la empresa
(ver Ficha Migratoria y Agenda) y, tras reunirse con César Gutiérrez;
Miguel Atala; Daniel Saba, presidente de Perupetro; Alberto Quimper,
vicepresidente de Perupetro; y de visitar el Ministerio de Energía
Minas, regresó a su pa&iacu te;s seguro de que todo estaba encaminado.

De hecho, el pequeño road show realizado por los directivos de DPI
tuvo efecto. El 14 de junio, Gutiérrez mandó un oficio a Kjerstad en
el que le explicitaba el interés de Petroperú de asociarse con DPI
para iniciar actividades exploratorias. "En las próximas semanas
tendrán novedades cuando se vea este asunto en el directorio de la
empresa", señaló el entonces presidente de la petrolera estatal.

En pos de la alianza

El 25 de julio del 2008, DPI fue considerada apta para postular a la
licitación internacional de Perupetro. Tanto León Alegría como
Quimper, quien para ese entonces ya venía trabajando en coordinación
con el primero para allanar el camino de la petrolera noruega,
movieron cielo y tierra para obtener que Petroperú se asociara con
DPI.

Así, el 30 de julio, León Alegría le escribió un correo electrónico a
Miguel Celi, entonces gerente general de Petroperú y con quien tenía
una enorme familiaridad, en el que le indicaba:
"Con la finalidad que puedas tratar el asunto en el Directorio de
mañana, te envío la carta de DPI suscrita por el Dr. [Ernesto] Arias
Schreiber [representante visible de DPI –ver primera entrega–], que en
unos minutos llegará formalmente a Petroperú. Es importante proceder
al acuerdo para participar juntos en el Proceso de Selección 2008,
también para la exploración - explotación del famoso lote
Kugarakori-Nahua-Nanti. Es conveniente que mañana logren una
definición de [Daniel] Saba [presidente de Perupetro y director de
Petroperú] al respecto, en su Directorio también le demandarán dicha
definición. Como podrás ver, COMESA [una empresa de exploración
petrolera 60% de propiedad de la estatal mexicana Pemex] está
acordando una participación conjunta con DPI" (Link al documento). En
efecto, la filial de P emex le envió a DPI una carta con dicho tenor,
pero en la cual sólo mostraba su interés por iniciar conversaciones.

La carta suscrita por Ernesto Arias Schreiber es un extenso documento
en el que DPI señalaba que, habiendo sido calificada como postor para
la licitación internacional de Perupetro, estaba en condiciones de
asociarse con Petroperú. La comunicación hace alusión a la supuesta
solvencia financiera y tecnológica de DPI y al apoyo que tendría de
Comesa (aun cuando éste nunca fuera confirmado).

Unos días después, Quimper intervino a favor de los noruegos. El 7 de
agosto le remitió un correo electrónico a Saba, en el cual adjuntó un
escrito que tenía como única finalidad que Petroperú fuera calificado
como postor en el concurso de lotes del 10 de setiembre. Solicitó que
el tema fuera visto en el directorio de Perupetro, donde se discutiría
sobre la conveniencia de que Petroperú regresara a la actividad
exploratoria. Hacía 16 años que la petrolera estatal no exploraba y,
por este motivo, no existía un convencimiento real sobre el asunto. Si
bien la Ley Nº 28244 facultaba a la estatal a efectuar tareas de
exploración y explotación, esto último no estaba exento de
cuestionamientos (ver documento).

Ahora, Quimper fue más allá y no sólo argumentó que Petroperú debía
postular, sino que se le debía calificar con el máximo puntaje (20)
por ser una empresa "epónima" del Estado peruano. Da la casualidad que
ésta es, justamente, la razón por la que los noruegos deseaban
asociarse con Petroperú (ver documento). Al ser DPI una empresa
pequeña con un escaso nivel de facturación y con pocos años de
experiencia (fue fundada recién en el 2005, por lo cual no tenía
ningún pozo en explotación), precisaba de un aliado que le ayudara a
obtener un puntaje alto al momento de ser calificada.

El mismo documento fue enviado al entonces ministro de Energía y
Minas, Juan Valdivia, y a Gutiérrez. Más tarde, con algunas
modificaciones, sería remitido a la congresista aprista Luciana León,
hija de León Alegría, para que lo hiciere aprobar en la Comisión de
Energía y Minas del Congreso de la República. Esta gestión finalmente
no se realizó, puesto que la comisión evaluadora de la licitación
internacional de Perupetro accedió al pedido de calificar a Petroperú.

Mientras tanto, León Alegría le escribió a Gutiérrez el 8 de agosto
para solicitarle que aceptara la asociación exploratoria con DPI,
especialmente en lo relativo al lote Kugarakori-Nahua-Nanti (lote
157). Le dijo que tomara en consideración los argumentos de Quimper y
que elevara al directorio de la estatal el pedido. En ese sentido, le
adjuntó el informe legal que Quimper preparó para la ocasión.

Tras insistir arduamente, León Alegría finalmente consiguió que Miguel
Atala, vicepresidente de Petroperú, organizara un desayuno en su casa
e invitara a César Gutiérrez (ver documento), para que pudieren
profundizar más sobre los alcances de la asociación. Luego de ello,
León Alegría le escribió una nueva carta al presidente de Petroperú,
en la cual expuso los beneficios de lograr un acuerdo con DPI. El ex
ministro aprista aprovechó la ocasión para hablarle también de otros
temas que quería trabajar con la petrolera estatal, como la licitación
para modernizar la refinería de Talara (en la que abogaba por un
consorcio venezolano-estadounidense), el transporte de gas de
cabotaje, la venta de asfalto , entre otros.

Sin política de asociaciones

Cuando se lanzó originalmente la licitación internacional de Perupetro
en mayo, César Gutiérrez declaró a la agencia Andina que Petroperú no
se presentaría. "Gutiérrez descartó que Petroperú vaya a participar en
la nueva licitación de lotes con potencial de hidrocarburos que
llevará a cabo Perupetro. 'Con el proyecto de exploración de los lotes
de selva tenemos bastante copada la cartera de exploración de
proyectos de Petroperú'", citó la agencia estatal.
Es decir, a la petrolera nacional no le interesaba o no estaba en
condiciones de presentarse a este concurso. Curiosamente, tan sólo
tres meses después firmaría un acuerdo con DPI y con Pluspetrol para
participar en el mencionado concurso. Aparentemente, Gutiérrez cambió
de parecer entre mayo y agosto del 2008.

Cabe indicar que, al analizar la política de asociaciones que guió el
accionar de Petroperú en su relación con DPI, la Contraloría General
de la República determinó que la estatal peruana no había aprobado
ninguna en particular, por lo cual este tipo de asociaciones se
realizaba de manera discrecional. Los exámenes efectuados por el
órgano de control mostraron que, luego de que en el 2004 se excluyera
a Petroperú de los procesos de privatización y el 2006 se promulgaran
las normas para su fortalecimiento institucional, no se produjo ningún
cambio estructural al interior de esta empresa encaminado a asumir los
nuevos roles que se le otorgaron (como, por ejemplo, la posibilidad de
asociarse para explorar, como ocurrió en este caso).

A la fecha no existe una unidad orgánica responsable de estos
procedimientos, ni tampoco se ha definido cuáles son los parámetros
que deben cumplirse antes de cerrar una asociación de este tipo. Así,
en los últimos años Petroperú se ha venido aliando con una serie de
compañías (como estaciones de gas natural vehicular, además de firmar
seis convenios de evaluación técnica en las que participa con
Petrobras y Ecopetrol) sin un marco legal que regulara tales vínculos.

De acuerdo con un funcionario de la Controlaría que accedió a hablar
con SE.com bajo la regla del anonimato: "Falta una unidad orgánica
responsable, faltan procedimientos claros para asociarse y, sobre
todo, falta planificación que determine en dónde, para qué y con quién
debe y puede Petroperú consorciarse".

Tal situación explica por qué en mayo del 2008 Gutiérrez podía indicar
que la empresa que dirigía no estaba interesada en participar del
concurso que realizaba Perupetro, y luego, tres meses después,
apareciera a lado de Jostein K. Kjerstad celebrando la obtención de
cinco lotes para la exploración.

De hecho, el ex presidente de la estatal se defiende afirmando que la
ley no le fijaba un plazo para efectuar las modificaciones
estructurales que Contraloría reclama que no se hicieron. Gutiérrez
agrega que era necesario llevar a Petroperú nuevamente al terreno
exploratorio y que lamentablemente no había muchas empresas
interesadas en asociarse con ella.

Se cierra el trato

Desde diciembre del 2007, César Gutiérrez, presidente de Petroperú, se
reunió repetidas veces con Fortunato Canaán, los ejecutivos de DPI y
Rómulo León Alegría (quien fue 19 veces a las oficinas de la petrolera
estatal entre enero y setiembre del 2008, sobre todo a buscar al
gerente general, Miguel Celi). Gutiérrez mantuvo amplia
correspondencia con ellos y, dada la libertad que tenía para decidir
con quién se asociaba la petrolera estatal, fue quien selló la alianza
entre ésta y la empresa noruega.

El paso decisivo lo dio el 20 de agosto. Ese día, el directorio de
Petroperú tuvo en su agenda un punto vital: Pluspetrol acababa de
confirmar que sólo tenía interés en explorar junto a la petrolera
estatal un lote en la cuenca del Titicaca. Petrobras, en tanto, había
decidido meses atrás no participar en la licitación internacional.
Esta información se le había comunicado a Petroperú el 18 de agosto,
pero la confirmó el 20. Dadas las circunstancias, las opciones de DPI
crecieron enormemente. Gutiérrez decidió no esperar más y le dirigió
una carta a Ernesto Arias Schreiber, el representante formal de DPI en
el Perú, para decirle que aceptaba la asociación con la petrolera
noruega. Líneas abajo, le enumeró las condiciones del acuerdo, la
principal de las cuales consistía en distribuir la participación en la
asociación de la siguiente forma: 35% para Petroperú y 65% para DPI.
Además, esta última debía asumir todos los gastos exploratorios.

A las 10:23 am de ese mismo día, llegaron a Petroperú León Alegría,
Arias-Schreiber y Quimper para entrevistarse con Miguel Celi. La
reunión está descrita en un correo que el ex ministro aprista le envió
al día siguiente a Gutiérrez:

"Ayer [20/08] tuvimos la reunión con Miguel Celi, el Ing. Luis Suárez
y una abogada [Tatiana Urrunaga]. Por nuestra parte asistimos Alberto
Quimper [es decir no fue en su calidad de vicepresidente de Perupetro,
sino como abogado de Discover], Ernesto Arias Schreiber y yo. Nos
pusimos de acuerdo rápidamente, se envió a Perupetro la Carta de
Participación Conjunta, cuya copia adjunto y se establecieron algunas
pautas generales para el contrato que firmaremos la primera semana de
setiembre, que estarán en Lima los noruegos. Como ya sabes, los lotes
en que tenemos mutuo interés son: dos off shore uno frente a Lima y
otro frente a Pisco, uno en la cuenca de Madre de Dios y otro en la
cuenca del Marañón (entre el lote 116, 144 y 64). Ten la seguridad de
que nuestra participación será un éxito para el país y un gran logro
para tu gestión. Si Petroperú toda vía no ha instituido un
Reconocimiento al Mérito, espero que lo hagas pronto para que me
puedas conceder la medalla".

Efectivamente, se pusieron de acuerdo rápidamente, pues la carta de
participación conjunta ingresó a Perupetro a las 12:17 pm del mismo 20
de agosto, según el sello de recepción. Aun cuando habían transcurrido
un año y nueve meses desde la primera reunión entre Gutiérrez, Canaán
y León Alegría, llama poderosamente la atención que la formalización
del negocio entre Petroperú y DPI se haya dado en cuestión de un día.

El oficio enviado por Gutiérrez a DPI recién llegó el 26 de agosto
(según los cargos en poder de la Contraloría) y fue oficialmente
contestado el 27 de ese mes por Arias Schereiber. En la respuesta, el
representante de la empresa noruega señaló que ésta estaba de acuerdo
con todos los términos, salvo con uno que solicitó reconsiderar: pidió
que la distribución de las participaciones en la asociación fuese de
20%-80% y no de 35%-65%, como había pedido originalmente Petroperú.
Este cambio se sustentaba en que todos los gastos serían efectuados
por la petrolera escandinava. Finalmente, Arias Schreiber indicó que
los acuerdos definitivos podrían estar listos la primera semana de
setiembre, c uando la plana mayor de DPI estuviera en Lima. "Tenemos
agendado para el 4 de setiembre una cita con el señor Miguel Celi para
discutir los últimos detalles", escribió.

Es decir, cuando se envió la carta de participación conjunta a
Perupetro no se habían acordado todos los detalles. Recién el 27 de
agosto la abogada de Petroperú, Tatiana Urrunaga mandó los términos de
la asociación a León Alegría. El apuro tiene una explicación sencilla:
el 28 de agosto se cerraba el plazo para presentarse como postores en
la licitación internacional de Perupetro.

Sin perjuicio de ello, la Contraloría detectó también que en las
negociaciones entre DPI y Petroperú no participó Ernesto Barrera
Tamayo, gerente de planeamiento de la petrolera estatal. Barrera
estuvo presente a lo largo de todo el proceso de asociación que dicha
empresa llevó a cabo con Petrobras, Ecopetrol y Pluspetrol, pero no
asistió a ninguna de las reuniones con los directivos de la firma
noruega. Quien sí asistió, como quedó registrado en el correo
electrónico citado líneas arriba, fue Luis Gregorio Suárez López,
miembro de la "unidad de exploración y explotación" de Petroperú. Para
la Contraloría es incomprensible que a estas reuniones no haya
asistido un gerente de línea como Barrera, sino un funcionario de
inferior rango.

De hecho, Suárez se mantuvo en comunicación con León Alegría. En un
correo que el ex ministro de Pesquería le dirigió a Gutiérrez el 28 de
agosto del 2008, le dijo: "Estoy en contacto con el Ing. Luis Suárez
quien generosamente me ha orientado con información profesional".
Aparentemente, Celi había destacado a Suárez para que cumpla con esta
tarea.
A la Contraloría le llamó la atención igualmente que en los acuerdos a
los que llegó Petroperú con otras compañías –como Pluspetrol, por
ejemplo– se tomaron ciertas precauciones y hasta se establecieron
algunos mecanismos de control (se cuenta con abundante documentación y
correspondencia sobre las discusiones y acuerdos a los que se
llegaron) antes de firmar los contratos de asociación. Todos estos
acuerdos fueron aprobados en el Directorio. En cambio, esta situación
no ocurrió con DPI. Hasta la fecha, las razones por las cuales la
petrolera estatal decidió asociarse con DPI no están para nada claras.

Recién el 8 de setiembre –el mismo día en que se abrieron los primeros
sobres de la licitación internacional– Petroperú anunció esta
particular asociación. En el comunicado oficial quedó expuesto
claramente lo que para los noruegos significaba el acuerdo: "a
Discover Petroleum le interesa asociarse con la empresa estatal por su
tamaño empresarial, ya que esto tendrá un peso importante en la
calificación para obtener la buena pro. El máximo puntaje se otorgará
a la empresa que facture más de US$500 millones y Petroperú factura
más de 2,800 millones, entonces nuestra participación aporta mucho y
eso nos ayudó en esta negociación", conforme refirió César Gutiérrez.

¿Qué ganaba en cambio Petroperú? Nadie entiende mucho ese crucial
punto, pero los que sí buscaron beneficiarse a todas luces fueron
Rómulo León Alegría, Alberto Quimper y Ernesto Arias Schreiber,
quienes solicitaron un "honorario de éxito" de US$100,000 para cada
uno (escuchar petroaudio). En el caso de León Alegría hubo pedidos de
hasta US$300,000 (ver documento de Ernst & Young).