Monday, March 12, 2007

Mandarines de la ignorancia

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
12-3-2007

Mandarines de la ignorancia

¿Será gratuita la especie que los mandarines de la ignorancia andan,
en los últimos días, lanzando y etiquetando como una "provocación" con
respecto a la visita a La Concordia, Tacna, el próximo 5 de abril?
Recordemos, obligado hito indesdeñable, que en esa fecha, el aciago
año de 1879, fue Chile el país que declaró la guerra al Perú. No fue
al revés. Por tanto hay que ser demasiado invertido, literalmente
hablando, para torcer la historia con tanto descaro.

El libreto es conocido. Para los mandarines, cuyo actuar sigue un
guión bien pagado en dólares sin factura ni documentos, en moneda que
alquila su conciencia venal al servicio siempre de la antipatria,
cualquier cosa que, según ellos, irrespete a Chile, constituye un acto
de lesa cortesía y que se contrapone al progreso o a la manida
globalización. La ignorancia es muy estulta y por ello aniquiladora de
cualquier colectivo. El Perú ostenta ese cáncer desde siempre. Sólo
que las reservas espirituales de este país son tan grandes que hasta
hoy han resistido los embates de estos crapulosos capaces no sólo de
vender a sus respectivas madres sino hasta de discutir el último
centavo de la transaccción.

En los miedos de comunicación, en las pandillas políticas, en las
madrigueras pseudo intelectuales colectoras de dólares, se esconden
los mandarines de la ignorancia. Apostrofan de cualquier hito que
cuestione verdades tácitas que han inoculadas con maña aviesa desde
hace mucho tiempo en el imaginario popular que sólo lee titulares u
oye sentencias en noticieros sangrientos y contaminados. No es un
hecho fortuito. Muchos de los fautores de los estropicios pertenecen a
estas gavillas que aúllan por la adhesión del Perú a la Convención del
Mar y, de ese modo, tapar las traiciones y claudicaciones múltiples de
que son tristes protagonistas.

Perú es un país muy rico. Tiene, también, una especie rara que aún no
exporta, no se sabe bien porqué. Debajo de cada piedra hay un
analista. En los árboles, de modo libérrimo y desenfrenado, cuelgan
los politólogos. En las buhardillas que pretenden actuar como
cenáculos de creación intelectual, abundan los estrategas y
geopolíticos. Todos ellos analizan según cómo vengan los fondos, casi
siempre desde Estados Unidos y sus agencias hoy benefactoras para la
"solución" de los temas esenciales del drama nacional. Por rara
situación ¡jamás se arriba a convenciones radicales, sino a paliativos
que prolongan las terapias y estiran los dólares y estimulan nuevas
remesas! Los new rich ¡se las saben todas! No parece una coincidencia
que muchos (el 90%) de los mandarines de la ignorancia sean miembros
de esta nomenclatura oligárquica, endogámica, racista y excluyente.

La ignorancia, sus mandarines y palafreneros, son una combinación
letal y destructora para Perú. Se puede entender que alguien que no
pisó el colegio o jamás llegó a la universidad, tienda a desconocer
hechos y sucesos trágicos de ocurrencia irrepetible por respeto al
futuro de nuestros hijos. Lo que es imposible de aprehender, salvo el
asco que genera la compra de conciencias, es la impostura de que hacen
gala los gandules que graznan desde la televisión, diarios o
radioemisoras llamando provocación a la visita a La Concordia, Tacna,
el próximo 5 de abril. ¡Qué mentalidad de perdedores!

Perú tiene que liberarse vía la educación cívica, adentramiento en la
historia, ministerio grave que siempre solía citar recordando a Riva
Agüero, el ilustre patriota invicto Alfonso Benavides Correa, de estas
cadenas nefastas que le engrilletan a lo más sucio y vil que tiene el
alma humana. Ser saltimbanquis de historias ajenas, gonfaloneros de
maquillajes que propician universidades para morigerar o desaparecer
los abusos y sostener que no pasó la pezuña bestial de la ocupación
invasora chilena y sus desmanes entre 1880-1883, como lo hacen algunas
casas de "estudio", es un trauma que está muy metido en el alma
servil, esa parte oscura, que habita aún en los peruanos. De ese
conocimiento siniestro están muy bien avisados –y remunerados- los
mandarines de la ignorancia. Por eso dicen, actúan y sostienen las
majaderías mentecatas que enuncian. Este país tiene que librarse,
pulverizando, los malos ejemplos de los Pérez de Cuéllares, Wagneres y
Niños Diegos, Novaks, entre otros traidores a los que se suele
dispensar de enorme espacio para la expresión de sus exabruptos
edulcorados.

¿Provocación? ¡Ja, ja! ¡Habráse visto semejante casta de cobardes!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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