por Herbert Mujica Rojas
5-1-2009
Persecución de un libro (y del autor)
¿Puede la supuesta honra de un gerente general, servir de pretexto
para judicializar el caso de un libro que revela gruesas fallas e
irregularidades como las habidas en la concesión del Aeropuerto Jorge
Chávez a la empresita Lima Airport Partners, LAP, por 30 años? Aquí en
Perú ha sucedido. En el 57avo. Juzgado Penal, me denunció en el 2008
Jaime Daly Arbulú, funcionario de esa firma. Y en el 9no, por extraña
coincidencia y también por el supuesto delito de difamación agravada,
lo hizo Lima Airport Partners. Como no ocurre desde hace decenios en
la patria de nuestros días se persigue un libro ¡Estafa al Perú! ¡Cómo
robarse aeropuertos y vivir sin problemas!
http://www.voltairenet.org/article148321.html ante el silencio culposo
de gran parte de los medios de comunicación, los oídos sordos de
múltiples políticos e intelectuales, autoridades, jueces y colegas muy
bien enterados de cuanto ocurre y ante esa sordina bien vale la pena
preguntarse ¿son esas las caídas hondas del alma que blasfemaba César
Vallejo, es esa la pereza cívica que evade protestar, rechazar y
combatir lo evidente, miserable y ruin de una cacería humana? ¿quién,
de ahora en adelante puede afirmar que no sabía del asunto con
absoluta prescindencia del fortuito protagonista de este capítulo?
Como enuncié el 23-11-2008, en el programa El Perro del Hortelano que
dirige César Hildebrandt, todo el pueblo peruano sabe que el
Aeropuerto Jorge Chávez es una coladera para el narcotráfico que
inocula decenas de toneladas de la droga anualmente y la concesionaria
Lima Airport Partners, LAP, no puede, no hace o no quiere, no sabemos
con certeza qué verbo aplicar, lo correcto para impedir, pulverizar y
destrozar semejante comercio criminal. En efecto, hemos denunciado
penalmente a quienes resultaran responsables y en perjuicio del Estado
peruano (28 millones de habitantes) de esta circunstancia anómala bajo
cualquier punto de vista. Con la excepción de La Primera, el resto de
medios ha ignorado un acto que según las certeras palabras de un
colega "ya era hora que se hiciera formalmente".
Resulta imprescindible un testimonio de humildad de parte. Carezco de
cualquier columna periodística en blanco y negro. Tampoco tengo
minutos en ningún programa radial. Mucho menos soy acogido en la
televisión. Por tanto puedo decir con cierta base que soy casi un
anónimo. Sin embargo Jaime Daly Arbulú y Lima Airport Partners, LAP,
me denuncian en dos juzgados penales distintos y por la misma causa
ante la pasividad de jueces que admiten cualquier pretexto con tal de
"cumplir" su tarea de impartir justicia. ¿Será que tengo un poder, que
soy el primero en no conocer, tan fuerte que me hace objeto de tanta
pasión inferior con tal de meterme a la cárcel bajo la premisa mafiosa
que "muerto el perro, se acaba la rabia"? Algo debe estar ocurriendo
porque los abogángsteres leen cuanto escribo, siguen mis modestas
conversaciones y averiguan qué hago y no hago. Sólo llegan a
librerías, eventos culturales, marchas de protesta y a la construcción
de fórmulas liberadoras del pueblo peruano en interpretación genuina
de mis ideales para los que busco, evidentemente, los caminos de
victoria. Nadie es objeto de esta persecución a la que se quiere
sentenciar el martes 6 en el 57avo. Juzgado.
Me dijo, días atrás, una persona: "no se sienta solo". Sí es cierto.
Hasta hoy el apoyo de sindicatos, asociaciones, gente común y
corriente, profesores, artistas, uno que otro político, contados
periodistas, más del exterior que de aquí, empresarios valientes, ha
sido prodigiosamente enaltecedor de la lucha y del tremendo esfuerzo
que demanda lidiar con palafreneros nativos del poder foráneo en
asimetría evidente y brutal. Las contribuciones han sido simbólicas,
contadas con los dedos de la mano, pero energéticas y bienvenidas.
¿Qué van a hacer de ahora en adelante? No lo sé a ciencia cierta, sólo
puedo anticipar que si persisten en la elevada fe de creer en la
construcción del Perú y continúan ayudando, mi agradecimiento más
diáfano y emocionado va con estas pocas líneas plenas de convicción,
preñadas de elan imbatible, robustas en voluntad de triunfo.
Otra casualidad sospechosa: el ex editor de un diario fue echado del
mismo y a mí me soltaron los perros judiciales con dos casos de esa
índole. En el 2008 habíamos logrado la publicación de más de 30
artículos sobre la guerra de rapiña de Chile contra Perú entre
1879-1883. Los dos hemos sido castigados, uno con la expulsión laboral
y otro con la artillería desde Palacio de Justicia. Coincidencia que
no deja de llamar la atención. ¿No le parece?
El escandaloso silencio de las organizaciones de derechos humanos
comprueba, una vez más, cómo se trafica y de qué modo el dinero y
recursos que se obtienen sirven para cohonestar la violación de estos
derechos en quienes no son amigotes o compadres de los titulares de
estas organizaciones de nuevos gángsteres.
Demando que se olvide el nombre y el apellido de quien está denunciado
si eso produce el alivio de antipatías. Exijo que se entienda que la
razzia contra un libro y su autor, hecho que nos devuelve a las
catacumbas de hace 40 ó 50 años y es una verguenza vomitiva, podría
ser contra cualquier otro y por motivos mucho más baladíes y frágiles.
¿Qué hacer? O aceptar con esa anuencia borreguil cuanto haga el poder
de los mandones desde los tribunales escenarios de venganzas o
trabajar orgánicamente en el rechazo y repudio de estas acciones que
envilecen a cualquier pueblo. Cada quien tiene el derecho –o la
cobardía- de escoger su propio camino. Nadie puede evitar el
conocimiento del facto que debiera más bien exigir que LAP aclare las
sólidas denuncias de que es objeto en el libro ¡Estafa al Perú! No hay
honra –más supuesta y pretextada que real- por encima de los grandes
intereses del pueblo peruano. ¡Y no hay empresa, por abusiva que
fuere, que pueda embarrarse en el destino liberacionista y
revolucionario de 28 millones de habitantes! ¡Y los jueces debieran
entender que el poder para coactar, impedir la denuncia, encarcelar a
hombres libres, sólo es el vil negociado culpable que estupidiza a
cualquier sociedad! ¡Y el Perú no es una excepción!
En pleno combate.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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