Religiosidad y
espiritualidad en la música
por Jorge Smith; kokosmithm@hotmail.com
8-4-2020
La Sinfónica Nacional del Perú, nos entregó hace unos días
una bella versión de la La Pasión según San Mateo que es una de
las obras cumbres de la música occidental. No es una obra fácil y lograr un
equilibrio sonoro entre el coro y la parte instrumental e incluso lograr dicho
equilibrio dentro de los diferentes tipos de voces que intervienen en el coro
como también entre los instrumentos que participan en el acompañamiento, es un
bordado muy fino, ingeniería de detalle del mas alto nivel. A veces, más que
acompañamiento de la orquesta, hay un diálogo entre el coro y la orquesta.
Bach poseía una creatividad melódica inagotable y hacía, de
alguna manera, explosionar los cánones formales de la composición musical de su
tiempo. Su inventividad en el manejo de los instrumentos era, por así decirlo,
aluvional. En pocas obras como lo es La
Pasión según San Mateo, Bach metió todo el paquete de su experiencia como
intérprete y compositor. Esta obra grandiosa es pues la suma total del genio
que reinventó para siempre las leyes de la armonía musical.
Hace algunos años un crítico musical en Francia, durante un
año hizo una una encuesta de opinión preguntando cuáles eran las obras más
geniales de la música occidental y fue La
Pasión según San Mateo de Bach junto con la ópera Don Giovanni de Mozart,
las que ocuparon los primeros puestos. Es un hecho curioso pues quizás no haya
dos obras que sean más diferentes en su contenido, en su intención y en su
impacto.
La pasión de Bach, basada en el testimonio de San Mateo, nos
cuenta la pasión de Cristo, sin duda uno de los hechos más dramáticos de la
historia de occidente. Cristo literalmente creó un antes y un después en el
acontecer histórico. El texto está basado en la traducción de Martín Lutero,
que muchos ignoran que también era músico y adquirió forma de libreto para la
obra de Bach, gracias a la pluma de Christian Friedrich Henrici, mas conocido
como Picander. Este era un oscuro escritor pero que gracias a su colaboración
con el Cantor de Leipzig, como se le denominaba a Bach, adquirió también su
dosis de inmortalidad. Bach debió haber sido muy minucioso al aceptar el texto
de Picander, pues el compositor era muy leído sobre temas bíblicos y algunos de
sus eruditos biógrafos indican que en su biblioteca había mas de 80 libros de
teología.
Eso es algo excepcional, pues los libros eran muy caros en
esa época y más caros aun los textos impresos sobre temas sobre los cuales se
hacían tirajes muy limitados. La Pasión según San Mateo tiene un texto
denso, dramático como lo amerita el tema y es servido por una música que sin
caer en la redundancia, podríamos llamar divina. Por sus características, el
contexto y la época del año en que se acostumbra a ejecutar esta obra se la
suele llamar música religiosa y así se la suele clasificar.
Una obra musical no es necesariamente religiosa porque tiene
tales o cuales características y esta genial obra de Bach es, ante todo, una obra
de arte. De lo que sí estamos seguros es que suscita un fuerte impacto emocional
para quien la escucha y, por qué no decirlo, una profunda espiritualidad. En
eso estamos de acuerdo, seamos católicos o protestantes, creyentes o ateos. La
pretendida religiosidad de estas obras de arte absolutas es algo demasiado
restrictivo para encasillarlas. Lo que sí es patente, contundente y no podemos
evadir es la espiritualidad que esta obra nos transmite, lo cual es un valor
agregado a la emoción estética que suscita la belleza misma de la obra.
Si la obra de Bach trata sobre la dolorosa pasión de Cristo,
el Don Giovanni de Mozart es justamente
todo lo contrario. Esta ópera es sobre las pasiones terrenales e incontinentes
de ese inveterado seductor de fue Don Giovanni, o Don Juan , como se le conoce
en la tradición española. No es de extrañar que el nombre se haya convertido en
un adjetivo, para nombrar al hombre seductor, cínico, frío y calculador en su
único objetivo de seducir mujeres y abandonarlas. No hay culpabilidad en Don
Giovanni, en contraposición a Cristo, que mas bien para cumplir su destino
carga con la culpa de los otros. El texto de “Don Giovanni”, sí fue escrito por
un escritor de polendas, excelente poeta además, como lo fue Lorenzo Da Ponte.
La colaboración de Mozart con él, fue muy fructífera pues dio lugar a esa
trilogía genial que son Le nozze di Figaro, “Cosí fan tutte y evidentemente Don
Giovanni, que son la cumbre de la inspiración mozartiana en cuanto a ópera se
refiere.
Estas tres obras tratan de una manera u otra sobre la
seducción. Si bien Mozart era un hombre de un magnetismo incomparable y por lo
mismo un gran seductor, Lorenzo da Ponte sobre este tema, era un profesional en
la materia. El fue íntimo amigo de Casanova, el veneciano que fue el seductor
por excelencia. Ambos, Casanova y Da Ponte, en sus voluminosas memorias cuentan
con increíble crudeza los múltiples ardides que utilizaban para seducir todo
tipo de mujeres y los intrincados problemas en los que se metían. Mozart por lo
mismo, no podía tener mejor colaborador para escribir el Don Giovanni que
alguien como Da Ponte, que sabía bien, por experiencia propia, lo que era ser
seductor y por lo mismo también experimentado conocedor de las debilidades de
la naturaleza femenina, por lo cual estas se convertían en fáciles presas de
las artes del seductor. Por eso el retrato musical que Mozart hace de Don
Giovanni será por siempre el mejor retrato de un seductor y también
paralelamente acierta cuando en la misma ópera retrata musicalmente el despecho
de Doña Ana, los celos de Doña Elvira o la pretendida ingenuidad de Zerlina en
Don Giovani. El genio de Salzburgo prácticamente hace una tipología de la mujer
seducida. Mozart va mas allá y es aún mas magistral, retratando las dudas y
remordimientos de Dorabella y Fiordiligi cuando en el Cosi fan tutte, Don
Alfonso las induce a sacarles la vuelta a sus amantes que se encuentran
ausentes.
En todo momento sentimos, cuando escuchamos a Mozart, la
increíble penetración psicológica que tenía para caracterizar a sus personajes.
Capta como nadie, las obsesiones suicidas de ese parrandero arquetíptico que
fue Don Giovanni, como también la visión cínica, fáctica y desprovista de todo
escrúpulo que caracteriza a Leporello, su sirviente. Los personajes femeninos,
a pesar de haber sido advertidas de lo que les va a ocurrir, caen por
curiosidad o por obsesión neurótica, con una ingenuidad conmovedora en las redes
de Don Giovanni. Al final éste es castigado y enviado, por así decirlo, a ser
consumido por las llamas del infierno.
Lo interesante es que cuando comparamos los textos de La Pasión según San Mateo y el de Don
Giovanni hay un tema que llama la atención y es cuando Cristo le dice a Pedro
que antes que cante el gallo Pedro lo negará tres veces. Aquello efectivamente
ocurre, pero Pedro se arrepiente. Don Giovanni, mas bien niega tres veces la
posibilidad de arrepentirse y por lo mismo es condenado.
En el texto de La
Pasión según San Mateo, al ser inquirido Pedro por la primera y la segunda
sirvienta y luego por el coro, sobre si él era uno de los que habían acompañado
a Jesús de Nazaret, en las tres ocasiones Pedro responde: “¡No conozco a este
hombre!”
Después de lo cual el Evangelista declama:
“Y al instante cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de
las palabras que Jesús le había dicho: “Pedro, antes de que cante el gallo me
negarás tres veces. Y, saliendo lloró amargamente.”
Es inmediatamente después de este episodio que a través de la
voz de la contralto, que refleja el dolor de Pedro, que Bach nos entrega esa
aria “Erbarme dich, mein Gott”, que es sin duda el aria mas hermosa de toda su
música. Es una queja dolorosa pero ennoblecida por la magia del compositor,
donde su inagotable inspiración alcanza una dimensión extraterrestre, sublime.
Estos minutos que dura esta aria que es relativamente corta, son un sollozo
contenido, una súplica que sintetiza el dramatismo del momento. Bach que nunca
compuso una ópera, se proyecta en esos momentos en su música, como un
compositor de una capacidad de dramatismo extraordinario y sin duda La pasión según San Mateo es lo mas
cercano a la ópera de todas las obras para canto o corales que compuso.
El aria dice:
“Ten piedad de mí, Dios mío, advierte mi llanto.
Mira mi corazón y mis ojos que
lloran
amargamente ante Ti.
¡Ten piedad de mí!”
En el caso de Don Giovanni, no hay lugar a dolor o
arrepentimiento alguno. El es coherente hasta el final. No se arrepiente de
nada. Hay una moralidad perversa en muchos de los personajes de las obras mozartianas.
Son coherentes en sus convicciones y eso les da una cierta nobleza, tanto
Papageno en La Flauta Mágica, cuando rechaza ir al paraíso pues se siente más a
gusto en la Tierra, o el conde de Almaviva que a pesar de ser un adúltero
guarda algunos principios, renunciando incluso al derecho de pernada a lo cual
su rango lo facultaba y evidentemente Don Giovanni, que en ningún momento
quiere arrepentirse de lo gozado y lo bailado.
El tema de la culpa y el remordimiento son materias que
giran en diversos momentos La Pasión
según San Mateo. La culpa lleva a Judas a ahorcarse cuando asume su culpa,
en cambio en el caso de Poncio Pilatos, el remordimiento previo frente a la
posibilidad de cometer una injusticia solo por la presión del pueblo y asumir
la culpa de ser el que ha condenado a Jesús. Tal situación lo lleva a,
literalmente, lavarse las manos y decir en el texto de la Pasión: “Soy inocente de la sangre de este justo”, lavándose las
manos frente al pueblo y transfiriendo la culpa al pueblo mismo. En unas líneas,
que le hubiesen encantado leer a Sigmund Freud, antes de que Pilatos tome esa
hábil decisión, su esposa le envía un recado para que le digan “No haya nada
entre ti y ese hombre justo, pues hoy he padecido mucho en mis sueños por causa
de Él”.
Los sueños como escenario del remordimiento y eventualmente
de la culpa, es algo que ha sido intuido desde siempre por los más grandes
creadores. El lavarse las manos, como lo hace Pilatos, es también una forma
simbólica de tratar de evadir la culpa, cuando dicha acción se vuelve
compulsiva y obsesiva. Shakespeare en su genial obra Macbeth, ilustra tal
situación cuando muestra que Lady Macbeth, que ha cometido un crimen, en la
célebre escena del inicio del V acto, en la cual ella está sonámbula y frente a
un médico y su sirvienta que la observan, se frota las manos compulsivamente,
como si quisiera lavárselas. Mientras repite dicha acción cae en una especie de
monólogo diciendo “¿Por qué no se lavan nunca mis manos?” Ella alucina que hay
manchas de sangre en las mismas y luego agrega diciendo “Todavía siento el olor
de la sangre. Todos los aromas de Oriente, no bastarían para quitar de esta
pequeña mano mía el olor de sangre”. No hay en realidad ni manchas, ni olor y
ambos son solo una proyección de la conciencia culpable de Lady Macbeth.
Si bien para los pitagóricos la música era el arte que mejor
traducía por la función específica de las notas y los tonos, lo que ocurre en
el espíritu humano, como arte es un arte amoral. Reiteramos que mas que
sentimientos religiosos, que pueden a veces ser inducidos por el texto, lo que
sí tiene la música es un gran poder de inducir espiritualidad, espíritu de
reflexión y evocación en todas sus formas. El hecho que el compositor tenga
como intención suscitar tal o cual estado emotivo, a través de melodías o
enfatizando tales o cuales acordes, es algo que aparece con los compositores
románticos del siglo XIX y de alguna manera ya con Mozart en la segunda parte
del siglo XVIII. Los compositores antes de Mozart veían la práctica de un
instrumento o la misma capacidad de componer, como un oficio mas que como un
arte.
¿Era Bach consciente del increíble impacto psicológico que
generaba la escucha de sus obras en sus oyentes? Es muy difícil decirlo. Lo que
sabemos, gracias a los testimonios de la época, es que sus obras impactaban y
sobre todo sus tres mas grandes obras corales como La Pasión según San Mateo, el Oratorio de Navidad o la Misa en si
menor, son obras que desde el inicio, desde la introducción nos impresionan.
Son masas sonoras resonantes, con una arquitectura musical que ejecutada dentro
de una iglesia, pueden suscitar una legítima religiosidad, pero que no era
necesariamente la intención de Bach.
Como todos los grandes compositores, Bach tenía una
permanente curiosidad por los avances de la tecnología instrumental y como
excepcional organista e intérprete del clavicémbalo seguía muy de cerca los
avances de estos instrumentos, pero también la de todos los otros instrumentos
en las incipientes orquestas que ya existían. En La Pasión según San Mateo, Bach utiliza la versión mas moderna de
los instrumentos de su época. Bach vivía en una ciudad muy provinciana como lo
era Leipzig, dentro de un cerrado círculo protestante donde la música se
ejecutaba preferentemente en las iglesias. Su vida transcurrió muy al margen de
las grandes capitales musicales de su tiempo como lo eran Roma, París o Londres,
donde el arte operístico reinaba y se interpretaba en teatros. Este hecho nos
privó que el genial Bach incursionase
abiertamente en la composición de óperas como sí lo hizo su contemporáneo y
compatriota Haendel. La ópera, al llevar hasta las últimas consecuencias todos
los matices y la sensualidad de la voz humana, cambió para siempre la
percepción de la música. Mozart que era un adicto al teatro al componer obras
de carácter religioso como sus misas, nunca deja de darles un carácter
dramático casi teatral.
La obra de Bach por el hecho mismo de tener un apego hacia
lo instrumental, es fácil transferirla de un instrumento a otro sin que pierda
su riqueza, por eso también su obra tiene una gran versatilidad y se la puede
fusionar con el jazz u otros estilos modernos, como también los estilos o
formas musicales que creó Bach, pueden servir como contenedores para músicas de
otros horizontes como las bachianas del brasileño Héctor Villalobos. En todos
los casos la capacidad de crear estructuras musicales precisas, rigurosas en su
forma pero al mismo tiempo de una gran plasticidad, hacen que con justificada
razón en occidente se le considere a Bach como un músico absoluto y su música
perfecta por cualquier lado que se la mire suscitará siempre una espiritualidad
que irá mas allá de cualquier religiosidad y en eso coinciden católicos y
protestantes cuando consideran a Bach el quinto evangelista.