Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
8-12-2022
Torpezas y fracasos. Nadie sabe para quién trabaja
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Ni el supuesto cierre temporal del Congreso comunicado al
país el miércoles por el ex presidente Pedro Castillo y otras medidas,
cumplieron su cometido. Con injustificada prisa el ex mandatario pretendió
anticiparse a los golpistas parlamentarios que intentaban por tercera vez la
ambicionada vacancia. Don Pedro desencadenó las condenas, las renuncias
clamorosas y, por último, la expresión militar y policial que le dejaban
huérfano de cualquier respaldo.
Nadie sabe para quién trabaja. La vacancia que no pudo
lograr la extrema derecha, miope y profundamente reaccionaria para conservar
sus privilegios, espacios de poder y mando efectivo en los resortes del Estado,
la facilitó Castillo con tan desopilante conjunto de torpezas. Y a la postre,
fracasos.
Ver los abrazos, lágrimas y júbilo de los golpistas por un
éxito que no fue suyo sino del casi dos veces victimado en meses pasados,
grafica la mediocridad de unos políticos cuya única ambición ha constituido
lograr la salida de quien reputan como ilegítimo. Lo dramático es que nadie ha
podido probar ninguna clase de fraude en las elecciones que sí ganó Castillo.
Y bajo la efímera cobertura de un “triunfo” hay multitud de
oportunistas que pretenden que esta es la oportunidad de “volver” a la escena
política. ¿Con eso ganarán votos? ¿Quién les limpia del horroroso desprestigio
de su última gestión gubernamental que les ganó el automático mote de rateros y
aprovechadores? Mientras se nieguen a comprender que persistir con ese símbolo,
más segura y rotunda, su extinción.
¿Se salvó en su “virginal limpieza” la Constitución de 1993?
Esa llamada Carta Magna es la que entronizó en su capítulo económico el imperio
del capitalismo salvaje, los contratos ley inmodificables, sin protección de
los trabajadores, con el exclusivo designio de ganancia absoluta para los
dueños que se ríen de los derechos humanos.
Porque los golpistas que en su mayoría absoluta pertenecen a
los bandos poderosos, necesitaban liquidar cualquier esfuerzo por reivindicar
la Constitución de 1979 y sus importantes conquistas sociales, es que cualquier
esfuerzo en ese sentido, tiene que ser fulminado. Y así ha sido desde 1993.
Perú es un país descalabrado que posee un desorden económico
descomunal. Varios millones de hombres y mujeres viven de su trabajo
autogenerado, que amanece en madrugadas en invierno, verano, otoño y primavera,
sin vacaciones, sin derecho a la salud o a la educación o al crédito bancario
porque los intereses son abusivos. ¿Quién se preocupa por sugerirles
organización cooperativa, solidaria, tributante, de acuerdo a un ordenamiento
más equitativo y justo?
¿Cuántos cientos de muchachos, hombres y mujeres,
profesionales flamantes se van del país a tentar suerte en otras latitudes? ¿No
hay cómo combinar dinámicas de trabajo con grandes transnacionales de la
tecnología y la ciencia y con sueldos atractivos que hagan posible un país
vivible?
La pandemia del covid que parece renacer con fuerza
colapsante nos ha hecho recordar cómo es el anti-sistema de salud en Perú. Sin
camas ni hospitales suficientes, huérfanos de un sistema médico que abarque los
villorrios más distantes de nuestra enrevesada geografía, capaz de movilizar
galenos con sentimiento social y de amor por el compatriota, pero bien pagados
y considerados. ¿No es bueno referir cómo cobraban las clínicas particulares
haciendo de la especulación no sólo un crimen sino una práctica?
Por la abundancia de aventureros en la política, Perú no
puede encarar el reto de su existencia presente y futura como un gran proyecto
nacional de aquí hasta dentro de 100 años. Jumentos e ignaros cortoplacistas
medran del Estado y ¡saquean literalmente! las arcas de la Nación sin que ¡les
pase absolutamente nada! La lacra abogadil viene, desde hace 200 años,
cubriendo a los malhechores que además ocupan gerencias, diputaciones,
alcaldías y presidencias.
Profunda reflexión debieran gatillar los sucesos del
miércoles. ¿Quién o quiénes aconsejaban al ex presidente Castillo? Cuanto hizo
no pudiera haberlo hecho peor un suicida. La contabilidad de votos no
garantizaba que la vacancia procediera tan fácil como ha ocurrido. Pero sin la
ayuda de don Pedro ¡eso no podría haber ocurrido de ese modo tan vergonzoso!
¿Y ahora qué? ¿Soportar a los fatuos golpistas –hoy héroes
de la democracia- orgullosos de una hazaña que no es de ellos? Se puede ser
grande en la derrota, pero mucho más colosal en la modestia de los triunfos.
Unos y otros son efímeros, lo fundamental es no dormirse para ser arrastrado
por la vorágine y tampoco ahogado en el éxtasis irrisorio.
Tomar a lo serio cosas del Perú. Esto no es república, es
mojiganga, anunciaba Manuel González Prada.