Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
14-8-2018
Referéndum: ¡el
pueblo vota con los pies!
Sabiendo que la ciudadanía detesta al Congreso porque lo
reputa como entorpecedor, mediocre, inútil, duros calificativos de repente exagerados,
éste se empeña en darle largas a la discusión o debate que viabilice el
referéndum planteado el 28 de julio por el presidente Vizcarra. Imprescindible
recordar que la NO REELECCION inmediata de legisladores es parte puntual del
planteamiento.
Concedamos que el peor escenario, fechas muy a posteriori o
lejanísimas, sea la resultante del pavor que no confiesan, pero que sienten con
filuda presencia, el que se resulte como fruto de una decisión torpe y
deleznable. La victoria del Congreso sería pírrica. O ridícula.
En ese ámbito no tan improbables ¿a alguien se le ocurre
negar la explosiva posibilidad que se reúnan las más de 2 millones y medio de
firmas para plantear la Iniciativa Ciudadana? El que lo haga no sólo es lerdo
sino un caso terminal de estulticia política.
La Iniciativa Ciudadana colocaría el debate en el Congreso,
es decir, la brasa caliente en las manos de quienes habrían querido fijar para
las calendas griegas el referéndum y todas sus aristas. El Parlamento estaría
compelido a tomar una decisión conseguida con firmas en las calles.
Una movilización masiva, no puede ser de otro modo, para
obtener el voluminoso conjunto de firmas, sería la génesis de un estado
permanente de expectativa ciudadana. Y el día que toque el debate, la
ciudadanía querría felicitar a los legisladores que defendieran la tesis del
pueblo. Y ¿por qué no decirlo? también festejar el triunfo popular forjado
desde las bases ante sí y por sí.
¿Existiría algún Congreso capaz del desatino de desoír el
clamor de la civilidad?
La hipotética situación relatada tiene más de real que de
imaginaria. Con actitudes baladíes el Congreso puede empujar a una definición
de pronóstico malísimo para los empecinados en seguir considerándose vacas
sagradas, con emolumentos robustos y privilegios inmerecidos. ¡Precisamente
porque el que siembra vientos, cosecha tempestades!
Recuérdese que los ajedrecistas tramposos ya da por hecho
que si hay bicameridad, ellos tiene, merced a su “experiencia y preparación”
–como dichen los huachafos rentados- su puesto en el Senado. Habíamos
adelantados que la práctica de mocos por babas también es un asco.
De imperar la sensatez podríase afinar y unificar los
proyectos de reforma constitucional a votarse y ¡de una buena vez! procurar
decisiones positivas. Hay voces que van más allá y propugnan la desaparición
del Congreso. Pero eso suena bonito aunque, ciertamente, tiene mucho de
demagógico.
El pueblo vota en las urnas. Pero también votará en las
calles si se trata de conseguir las firmas en pro de la Iniciativa Ciudadana y
para el referéndum contra la reelección inmediata de congresistas.
¿Quién se atreve a sostener lo contrario?