Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
31-1-2023
Fuerte repudio a Dina Boluarte, Congreso, Ministerio Público
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Los números no mienten. La encuestadora CPI en su último
estudio constató el altísimo rechazo hacia la presidente Dina Boluarte, 70.6%;
Congreso 87.6%; Ministerio Público 66.7%. Es más que evidente que el
desprestigio profundo socava cualquier estabilidad en el Perú.
El gambito reciente de doña Dina Boluarte para zafarse de
una renuncia que aceleraría las tan ansiadas elecciones generales y de poner
dicha decisión en manos del Congreso, no parece muy sólido.
El Congreso y su imagen pública están por las patas de los
caballos y sus integrantes suelen no reparar en la delicada arquitectura política
que transitamos e insisten en reformas que ellos pretenden indispensables:
reelección, Senado, etc.
¿Qué hay detrás de estas reformas? Hay que decirlo con voz
bronca, a muchos legiferantes ya gustó la asistencia de tropas de secretarias,
pelotones de asesores, choferes que los “doctorean” todo el día, protocolos de
entrada y despedida, gastos pagados a cargo del presupuesto congresal, ingresos
fijos cada fin de mes para pagar sus deudas.
Olvidan los parlamentarios que sus cargos son efímeros como
idéntico el engreimiento que hace la prensa mediocre que les rodea hasta que
sirvan y luego ¡si te vi, no me acuerdo!
Duro constatar que el bien individual y egoísta prima sobre
los grandes destinos nacionales. El vuelo del gran colectivo Perú está en
segundo o tercer orden para cierta gentuza que amén de su escasa cultura, son
huérfanos de cualquier educación política.
El Congreso golpista y vacador que llegó a Palacio
Legislativo el 2021, difícilmente podrá revertir la indecorosa ubicación de ser
más mediocre que muchos de sus antecesores que ya eran bastante malos.
¿Por qué no ha renunciado Dina Boluarte aún?
Su dimisión aligeraría el camino a elecciones generales y el
país se evita los pretextos de toda índole para no enviar a su casa a la
mandataria y congresistas.
Sectores duros han llenado de temores a doña Dina. Que será
enjuiciada por los casi 60 muertos en su breve y accidentado mandato, eso no
hay cómo evitarlo.
Y los monos sabios siempre listos para “aconsejar” le
musitaron que estar en el “poder” hasta el comicio, es la mejor garantía de un
buen pacto conjunto. Elecciones a cambio de paz social.
Las calles siguen intranquilas y levantiscas. Condenemos sin
ambages a los elementos violentistas que provocan destrucción de la propiedad
privada y pública.
Hay una especie de masoquismo cuando se destruyen los bienes
que paga el pueblo con sus tributos. La reposición de aquellos, nuevamente,
tendrá que ser sufragada por los contribuyentes, por tanto, ¡costará el doble!
¿Destrozando una carretera, trayéndose abajo una garita,
inutilizando semáforos, impidiendo el pase de alimentos del campo a la ciudad o
quemando vehículos, se avanza en la conquista popular de algo?
¡Tengo la más firme impresión que esos caminos son
equivocaciones fatales!
Privar a los turistas de gastar sus dólares en zonas de alta
frecuencia en el país, es también un crimen absurdo. ¿Gana o pierde Perú? Cada
turista aterrado o asustado, vuelto a su país, es un propagandista en contra.
Por falta de unidad en el comando, pareciera que ninguna de
estas consideraciones ha estado ¡siquiera! pensada.
La violencia legal –y los mercenarios alquilables- están
listos para justificar cualquier cosa, basta con comprarlos y hasta se ofrecen
con la más absoluta desverguenza.
¿No vemos que hay quienes ven violentistas, senderistas,
terroristas, debajo de cada piedra?
¿Y cómo es que la PNP no los ha capturado?
La vergüenza de detener a 193 personas en la Universidad San
Marcos y, al día siguente, liberar a 192, representa una ridícula muestra de
ineficiencia de la PNP. Entonces ¿no tenían a nadie identificado y no eran
violentistas ni nada parecido?
El Ministerio Público y la polémica presidencia que conduce
a esa institución tampoco se libra del rechazo popular. Se lo percibe como
sesgado y en trabazón, su titular, con cierta gente poco recomendable.
Que la prensa concentrada regale loas, elogie según su
conveniencia y propague la narrativa oficial, es una cosa.
Que el pueblo y el hombre y mujer de la calle piensen
distinto. Otra.