Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
20-3-2017
¡Tregua, NO perdón!
La furia indomeñable de la
naturaleza decretó estos últimos siete días una tregua política en Perú.
Carreteras destrozadas, puentes caídos, 75 personas fallecidas de manera
trágica, casas derruidas, daños por miles de millones, son hitos de cómo el
país la está pasando. Inevitable decurso que se agrava por la imprevisión y
falta de honestidad de no pocas autoridades de ayer y del presente.
Son estas las situaciones
límites que despiertan el alma dormida de miles de conciudadanos que salieron a
las calles a ofrecer su ayuda para cargar bultos con donaciones, esgrimir
pancartas en las esquinas exigiendo solidaridad, haciendo de la ciudadanía un
ejercicio vívido, emocionante, real. El otro Perú que se guarece en muy
cuestionables castillos en que las diferencias “sí importan”, declinó tales
avenidas para producir momentos estelares de genuina fraternidad con los que
más sufren.
Una tácita tregua política
impuso la naturaleza. Los corruptos adláteres de Odebrecht, entre esos los ex
presidentes de tres administraciones pasadas; los almidonados ladrones que
navegan entre charcos judiciales con magistrados comprables en oferta y
demanda; los rateros que viven expoliando al Perú desde hace décadas, no pueden
¡siquiera! imaginar que están o estarán libres del ajuste de cuentas. ¡De
ninguna manera, tregua NO es perdón!
Los traidores a la Patria, esos
que el 2011 vía un miserable Memorándum de Entendimiento que con la complicidad
de la DGAC, una resolución del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, el
silencio proditor de la Cancillería y amparados bajo el gobierno del señor Alan
García Pérez, no deberían celebrar una victoria de la que carecen. La
advertencia por televisión fue hecha el pasado 12 de febrero y desde entonces
nadie ha escuchado ningún descargo convincente a Enrique Cornejo Ramírez, José
Antonio García Belaunde, Gonzalo Gutiérrez Reinel, a los congresistas entre
2006 y 2011 y empiezan los hombres de prensa a comprender la proporción del
crimen cometido al obsequiar la soberanía aérea del Perú a Lan.
El Perú generoso, el de las
juventudes nuevas y limpias, la Nación que muestra por calles y plazas su
solidaridad, tiene en este reto de la naturaleza la gran ocasión de marcar la
diferencia con corruptos y podridos. He allí el gran desafío: entender que es
hora del recambio generacional y momento de licenciar a quienes no sirvieron al
país sino a sus bolsillos.
Los momentos símbolos de la
resistencia humana del habitante común y corriente son varios, señaladamente el
caso de Evangelina Chamorro quien renació para demostrar el coraje de vivir
escribiendo en el fango y lodo, una de las más bellas páginas del heroísmo
cívico. Puestos ante el reto, los peruanos y peruanas acuden con la respuesta
de su valentía insobornable y límpida.
Un pueblo con espíritu
solidario, capaz de construir imborrables lazos de hermandad, sólo tiene el
derrotero que aguarda a los grandes ¡triunfar! Y para ello, luego de estos
aciagos momentos, habrá que acusar a los ladrones, castigar a los estafadores y
fusilar a los criminales.
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