Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
8-8-2025
¡Cómo les gusta la mamadera!
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Recordemos con
González Prada en su flamígero texto Nuestros legisladores, Horas de Lucha
1906:
“Minorías, mayorías, palabras de significación aleatoria
cuando se piensa que nuestros legisladores suelen amanecer oposicionistas y
anochecer ministeriales. Hasta en las minorías de apariencia más homogénea
conviene señalar a los hombres-convicción, a los que sostienen una idea, para
distinguirles de los hombres-polea, de los que chirrían por no estar lubricados
con el aceite de
Los oposicionistas de buena fe, desengañados por la
indiferencia de sus compañeros y aburridos con la insufrible garrulería de los
adversarios, acaban por enmudecer, convenciéndose de que no se argumenta con
masas de ventrales, como no se pega testaradas a un muro de calicanto ni se da
puñetazos a un zurrón de sebo.
Entonces ¿de qué nos sirven los
Congresos? ¿Por qué, en lugar de discutir la disminución o el aumento de las
dietas, no ponen en tela de juicio la necesidad y conveniencia de suprimirse?
¡Qué han de hacerlo! Senadurías y diputaciones dejan de ser cargos temporales y
van concluyendo por constituir prebendas inamovibles, feudos hereditarios,
bienes propios de ciertas familias, en determinadas circunscripciones.
Hay hombres que, habiendo ejercido por treinta o cuarenta años las
funciones de representante, legan a sus hijos o nietos la senaduría o la
diputación. No han encontrado la manera de llevarse las curules al otro mundo.
Haciendo el solo papel de amenes o turiferarios del Gobierno, los honorables
resultan carísimos, tanto por los emolumentos de ley y las propinas extras,
como por los favores y canonjías que merodean para sus ahijados, sus electores
y sus parientes.
Comadrejas de bolsas insondables, llevan consigo a toda su larga parentela
de hambrones y desarrapados. En cada miembro del Poder Legislativo hay un
enorme parásito con su innumerable colonia de subparásitos, una especie de
animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos vitales de la Nación”.
Las estadístican no ayudan. El 85% de los aspirantes a parlamentarios, en
senadores y diputados, aspiran a que la cansada ubre del Estado, puntual cada
30 días, les solucione sus hambres cotidianas.
Arreglados los gastos y sin chistar, dedicarán sus esfuerzos a la tejeduría
del tráfico de influencias que dan los escaños que no vienen solos: batallones
de asesores, brigadas de secretarias, choferes que no oyen, no ven, no hablan;
prensa gratis y miedos de comunicación que tienen por consigna reivindicar a
débiles mentales para que farfullen cualquier mamarracho, etc.
Hemos visto en las últimas horas el “sacrificado” gesto de proclamación de
candidatura presidencial entre personas que no saben dónde esconder las dagas
de su antipatía y las cimitarras listas a hundirse en el pecho del odiado
“amigo”. ¿Será verdad tanta belleza?
¡De ninguna manera, el juego vulgar, la estratagema es asegurar una
senaduría, una diputación, un lugarcito desde donde traficar influencias y
proveer a sus asistentes testaferros de recursos que disfrazarán de mil y un
formas. ¿No hubo un ex parlamentario mediocre que mantuvo en su oficina a una
querida a la que luego envió a España?
¿Amor al Perú?, ¿esfuerzos por reconstruir un país en ruinas morales y
levantarlo de la miseria que es su pobreza en todos los niveles?: ¡Pamplinas!
¡El vivo vive del tonto y el tonto de su trabajo.
La democracia electoral, el voto y su expresión que traduce la voluntad
ciudadana, debido a la misérrima calidad de postulantes, trocó en todo lo
inverso: una mácula mecánica que entroniza a no pocos pobres diablos en los
escaños del Congreso y sillones de Palacio.
Lo anteriormente dicho grafica con dureza atroz cómo viven los peruanos
atribulados por malos gobiernos y llenos de patanes y trogloditas ayunos de
figuración y egoísmo sin ton ni son.
No es ciertamente el Congreso el único escenario de lamentables
ocurrencias. Cuando un país involuciona, el cáncer destructivo inocula todo el
organismo. Cuando el escándalo acontece la reacción es en cadena: tribunales,
policía, empresas públicas, municipalidades, ministerio público, poder
judicial, etc.
¿Está perdido el país entonces? Esa sería la respuesta intonsa de quien,
sin luchar, se “resigna” al conformismo ramplón. Los luchadores ven caminos de
solución donde los simplones tan solo identifican dificultades insuperables.
¿No cacarean todos los candidatos a presidente y a senadores
y diputados que desean y tienen ardorosos deseos de servir al Perú? ¿No es por
eso que piden ser votados por la ciudadanía? Lo cierto es que en Perú nadie les
cree y se sufraga por el mal menor.
¿Qué han sido las presidencias y los escaños parlamentarios
en alto porcentaje en todas las asambleas que se reunieron con ese organigrama?
Ese criminal negocio conlleva la muy criolla coimisión
(comisión + coima) y el seguro para vidas cómodas, con bienes muebles e
inmuebles, casas de campo, playa y asociación a clubes exclusivos y de
selección rigurosa donde impera el patrón ¡billete!
Entonces, en lugar que Perú les pague a los aspirantes,
estos, una vez en el puesto, deberían honrar al país y dedicar esos fondos a
causas buenas y no a engordar a vividores tradicionales y conocidos. Los
antecedentes son muy malos, casi un patrón delictivo en la historia patria.