por Herbert Mujica Rojas
12-9-2008
El hundimiento de la Covadonga
por Ernesto Linares Mascaro; elinares@yahoo.com
El 13 de septiembre se recuerda el hundimiento de la goleta chilena
Covadonga en el puerto de Chancay, siendo este el logro más
significativo de la Ingeniería Militar, en momentos que ya no se
contaba con una escuadra efectiva para hundir a los buques enemigos.
El bloqueo de Chancay
Desde el inicio de la guerra, varios pobladores del puerto de Chancay
se habían enrolado en el Ejército de Reserva que se formaba en Lima.
Cuando se inició el bloqueo del Callao el 10 de abril de 1880, el
puerto de Chancay sirvió de punto para el contrabando de armas y el
paso de fuerzas del ejército para Lima. En esa época, Chancay se
comunicaba por telégrafo con Lima y contaba con una estación del
ferrocarril Lima – Huacho.
El puerto de Chancay, a pesar de la guerra, vivía en relativa
tranquilidad hasta el 11 de junio de 1880. Chile decidió extender el
bloqueo de la costa peruana y el 11 de junio se inició el bloqueo de
Chancay por la cañonera Pilcomayo (buque peruano que fue capturado por
el blindado Blanco Encalada el 18 de noviembre de 1879, puesto luego
al servicio de Chile con armamento moderno), al mando del capitán de
corbeta Luis Uribe, para impedir el tráfico del ferrocarril.
Chancay era un puerto indefenso, pero esto no impidió que los chilenos
lo bombardearan para impedir el transporte terrestre. Es el
historiador chileno Vicuña Mackenna el que nos narra los esporádicos
bombardeos de la Pilcomayo:
"…la Pilcomayo disparó el 23 de junio cuatro tiros sobre una recua de
mulas, sin causar el menor daño ni a los arrieros ni a las acémilas.
El 1º de julio igual número de disparos y la misma impunidad. El 3 de
julio 25 tiros y ninguna avería. El 4 de julio se hizo fuego a la
playa con ametralladora, pero con resultado negativo. El 14 de julio
11 tiros sobre el cerro de Peraloillo; más el cerro quedó inmutable, y
no mojó sus rocas azotadas por las olas ni una sola gota de sangre
peruana, ni siquiera de cuadrúpedo" .
El 1° de septiembre, la Pilcomayo es relevada por la Covadonga, al
mando del capitán de fragata Manuel J. Orella, en el bloqueo de
Chancay. El 9 de septiembre, Orella deja el mando de la Covadonga al
capitán de corbeta Pablo de Ferrari.
El torpedo que hundió a la Covadonga
El ingeniero Manuel Cuadros, el mismo que fabricó el torpedo que
hundió al crucero Loa en el Callao, fue el responsable de fabricar el
torpedo que hundiría a la Covadonga en Chancay, en colaboración con
Constantino Negreiros.
El historiador naval Francisco Yábar, uno de los que más ha
investigado el tema, sugiere que el torpedo tenía una carga explosiva
de 350 Kg de dinamita , colocada dentro de la estructura de un
elegante bote, pintado de blanco y con chumaceras de bronce.
El teniente 2° Decio Oyague recibió el encargo de colocar el torpedo
en Chancay para volar el buque que bloqueaba ese puerto. Oyague viajó
con el torpedo por tren a Ancón y de ahí, en un bote a remo llegó a
Chancay el 9 de septiembre, acompañado del capitán Ezequiel del Campo,
Jefe la Sección de Torpedos.
El último día de la Covadonga
En la mañana del 13 de septiembre de 1880, la Covadonga se dedicaba a
cañonear al puerto. Tras haber disparado 22 tiros, 4 de ellos sobre el
muelle y el resto sobre dos embarcaciones (algunos tiros cayeron sobre
la población, aunque sin causar daños), llegando a hundir una lancha
de la Casa Grace.
El capitán Ferrari ordenó al aspirante don Melitón Guajardo se
dirigiese con el calafate José María Avila a reconocer al bote. No
encontrando estos nada sospechoso a su bordo lo trajeron al costado de
la goleta para izarlo. Esto se hizo a pesar de que el contralmirante
Galvarino Riveros, Comandante en Jefe de la escuadra chilena, había
ordenado el 7 de julio que no se reconociese ninguna embarcación sin
permiso previo de la nave de la insignia, y el 23 de julio, que no se
permitiera acercarse a la amura de los barcos de la escuadra a menos
de mil metros ninguna embarcación menor, cualquiera que fuese su
bandera, a fin de evitar toda celada. Alrededor de las 15:15 se
procedió a levantarla del agua y estalló el artefacto explosivo, que
un marinero sobreviviente comparaba al estallido de cuarenta cañonazos
a un tiempo, hundiéndose la Covadonga en dos minutos.
En el único bote que se salvó de la explosión, lograron salvarse 29
personas, 12 de los cuales eran oficiales y el resto marineros. De las
tripulación murieron 66 hombres y quedaron prisioneros en Chancay, 46
hombres . Entre los muertos estaba el propio capitán Ferrari. El
armamento que tenía la Covadonga y se perdió en su totalidad era: 2
cañones de avancarga de a 70 libras, un cañón de retrocarga de a 70
libras, 3 cañones de avancarga de a 9 libras, 1 ametralladora
francesa, 50 rifles Comblain, 35 sables, 11 hachas, 12 puñales corvos,
12 revólveres, 160 bombas de a 70 de cañón de retrocarga, 60 bombas de
a 70 de cañón de avancarga, 40 balas rasas para cañón de avancarga y
otros pertrechos más.
Los telegramas peruanos que comunicaron el éxito del torpedo están a
continuación:
"Chancay, septiembre 13 de 1880.
Señor secretario de hacienda:
La Pilcomayo a pique en un fondo que deja descubierta la cofa; en ésta
creo hay una ametralladora, i una embarcación de este buque con
dificultad se dirigió a Ancón.
Domingo Romero".
_______________
"Canto Grande, número 7.
Excelentísimo señor:
El ejército ha recibido con júbilo la noticia trasmitida respecto de
la Pilcomayo, comprendiendo que ese buque no podía permanecer
impunemente en poder del enemigo. Felicito a V. E. a nombre del
general Machuca i del mío.
Billinghurst".
________________
"Chancay, septiembre 13 de 1880.
(A las 6 P. M.)
Excelentísimo señor jefe supremo.
Señor secretario de marina:
El buque echado a pique no es la Pilcomayo sino la Covadonga, según
los náufragos, que hasta este momento, 6 P. M., son trece. Se continúa
salvándolos. El comandante Luís Ferrari, según unos, se ha salvado en
un bote dirigiéndose al sur, i según otros está entre náufragos sobre
un madero, i otros dicen que ha perecido. Casi todos están ebrios.
Benavides" .
Críticas al hundimiento
El hundimiento de la Covadonga es uno de los mayores logros peruanos
en la guerra, que dio un apoyo moral en momentos bastante difíciles,
pero desde entonces hasta la actualidad, ha habido duras críticas en
Chile contra ese hecho. Cuando el contralmirante Riveros calificó el
hecho de alevosa celada, le respondió el contralmirante peruano Manuel
Villar escribiendo la destrucción del Covadonga, llamada por él
alevosa celada, no ha sido sino la condigna pena que reciben los
salteadores en mar y tierra: ser castigados por su propio crimen .
El historiador Francisco Yábar hace una importante aclaración respecto
a las críticas chilenas:
Es pertinente mencionar que el uso de torpedos no era considerado en
ese entonces como un arma alevosa, muestra de ello son los conceptos
ya citados una década antes por el ingeniero confederado Von Scheliha
en su obra A Treatise on Coast Defence (Londres, 1868) o en la obra
del comandante de la marina norteamericana J. Barnes titulada
Submnarine Warfare (Nueva York, 1869), que fue la versión
norteamericana del uso de torpedos en la guerra naval, donde justificó
al torpedo como una "…legítima máquina de guerra…" (J. S. Barnes.
Submarine Warfare. Offensive and Defensive. p. 62.). Además, cuando el
contralmirante Riveros manifestó su intención de bombardear los
puertos tildando de alevoso el ataque a la Covadonga, todo el cuerpo
diplomático acreditarlo en el Perú protestó pues consideraban que era
contrario a los uso de la guerra de los países civilizados el atacar
poblaciones indefensas, como lo eran Chancay, Chorrillos y Ancón,
agregando sobre el ataque con torpedos que "…este motivo no podría ser
invocado aquí, puesto que la pérdida de la "Covadonga" es el resultado
de operaciones regularmente practicadas en las guerras…" .
A pesar de que muchos chilenos aceptan en la actualidad que el
hundimiento de la Covadonga es una acción legítima de guerra, hay un
grupito llamado Corporación de Defensa de la Soberanía, que en su
página web dice al respecto:
…el 13 de septiembre siguiente al episodio del vapor de transportes,
los peruanos volvieron a colocar un señuelo mortal dentro de una nave
pequeña cargada de dinamita, en Chancay. Tras una pequeña
confrontación con otra nave peruana que le acompañaba, el comandante
Ferrari de la "Covadonga" ordenó izar la embarcación abandonada y ésta
estalló en plena maniobra, matando ahora a unos 90 chilenos.
La "Covadonga" se hundió por completo en sólo tres minutos, salvándose
unos 70 chilenos. Tanto esta acción como la del "Loa" encendieron en
gran parte la agresividad con que la fuerza naval chilena atacó, poco
después, las posiciones litorales del Perú, especialmente después de
saberse el entusiasmo y criminal regocijo con que la sociedad peruana
celebró estos dos actos salvajes .
Es una versión totalmente deformada, pues no solo el hundimiento era
un acto lícito, sino que inventa un enfrentamiento con otra
embarcación peruana, algo que contradice el parte oficial chileno del
hundimiento de la Covadonga así como las versiones de los
historiadores chilenos de la época. Además, no se menciona que la
Covadonga estaba realizando el acto ilícito de bombardear un puerto
indefenso, destruyendo propiedad privada neutral, tal como
anteriormente lo había realizado la cañonera Pilcomayo. Lo que realiza
la Corporación de Defensa de la Soberanía es deformar la historia a su
conveniencia para disminuir cualquier éxito que tuvo Perú en esa
guerra.