Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
18-10-2006
Pandillas Hipócritas Nacionales
Ayer, durante el macabro festival en que fue convertido el sepelio del
ex presidente Valentín Paniagua, no pocos cadáveres políticos, previa
solicitud de licencia, salieron de sus ataúdes. Decenas de mercenarios
de ONGs saca-dólares a gringos bobos con agudo síndrome de Estocolmo
dejaron estratégicamente sus madrigueras burocráticas. Representantes
del status quo que repica salmodias por una "democracia" en que sólo
5% de la población impone sus majaderías a 26 millones de peruanos,
genízaros profesionales del vivir bien a costa de la cansada ubre del
Estado, dieron acta de nacimiento al ecuménico nuevo partido:
Pandillas Hipócritas Nacionales. Bien ha dicho, con aguda reflexión
condenatoria César Hildebrandt: Paniagua no merecía tanto circo
hipócrita.
Ha escrito el patricio y valiente ex parlamentario, Alfonso Benavides
Correa, en el prólogo a Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar,
aguda exégesis, en su primer tomo, obra del embajador Félix C.
Calderón: "La crítica, sin embargo, no será unánimente laudatoria. Las
críticas se resienten de superficialidad, de carencia de
fundamentación histórica y sociológica seria; no van al fondo en el
examen de los problemas ni intentan revisión alguna de las cuestiones
que realmente importan a la República; optando generalmente por el
ominoso silencio".
¿No parece sospechoso el enorme y delirantemente exagerado esfuerzo de
los miedos (Galeano dixit) de comunicación de embutir el concepto
dudoso que el gobierno transitorio del señor Paniagua fue una
maravilla, un dechado de virtudes, una reconquista de la democracia,
en menos de nueve meses? ¿Y que quienes así impulsan este contrabando
estén más interesados en proteger las múltiples inconductas y estafas
a la opinión pública que se cometieron durante ese corto período, cuyo
yerros, algunos de ellos, sí pueden ser responsabilidad pasiva o
activa del extinto?
Tal parece que, otra vez, la acción recurrente de las Pandillas
Hipócritas Nacionales actuó con descaro e irrespeto flagrante con la
figura de Valentín Paniagua. Sus exequias debieron ser inflexión
serena de homenaje a una persona que tuvo virtudes y también errores
gigantescos que serán materia del análisis histórico y sociológico que
reclama Alfonso Benavides Correa. Pero, pretender convertirlo, en
símil protervo a como actúan ciertas manadas religiosas, en santo
intachable, no es más que una grosería tremebunda que insulta a la
inteligencia nacional supérstite.
Se ha dicho, con fruición estupidizante, que la mesa dialoguera de la
OEA de años atrás, débese al esfuerzo de Paniagua. Y, en realidad,
aquella confabulación de vividores pagados por el Estado no fue sino
una demostración vergonzosa de cómo Perú sometía al ministerio de
embajadas, la OEA, un momento importante de su vida política. ¿No es
acaso prudente recordar que la OEA, ese engendro burocrático, no fue
la agencia de viajes del delincuente Vladimiro Montesinos? ¿O es que
la memoria sufre de amnesias muy oportunas? Y hay que mencionar,
además, dos concesiones hechas en el gobierno transitorio,
lesionadoras de los intereses peruanos: Camisea y LAP, Lima Airport
Partners. Son temas álgidos que no abonan, por cierto, una línea recta
e incólume en torno a la defensa del Perú. Y, en cambio, sí lo hacen
en desmedro de su dignidad y soberanía. ¡Ni siquiera el delincuente
nipón se atrevió a dar luz verde a los dichos obsequios!
Escribió con latigueante como luminosa furia el maestro Manuel
González Prada en Los honorables, Bajo el Oprobio: "Porque en todas
las instituciones nacionales y en todos los ramos de la administración
pública sucede lo mismo que en el Parlamento: los reverendísimos, los
excelentísimos, los ilustrísimos y los useñorías valen tanto como los
honorables. Aquí ninguno vive su vida verdadera, que todos hacen su
papel en la gran farsa. El sabio no es tal sabio; el rico, tal rico;
el héroe, tal héroe; el católico, tal católico; ni el librepensador,
tal librepensador. Quizá los hombres no son tales hombres ni las
mujeres son tales mujeres. Sin embargo, no faltan personas graves que
toman a lo serio las cosas. ¡Tomar a lo serio cosas del Perú!
Esto no es república sino mojiganga."
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
Lea www.redvoltaire.net
hcmujica.blogspot.com