por Herbert Mujica Rojas
10-1-2007
El Estado rufián
Ha informado el eternamente muerto canciller, José García Belaunde,
que el señor Hernando de Soto será reemplazado por el embajador en
Estados Unidos, Felipe Ortiz de Zevallos, en todo lo referido al TLC.
Agregó e.m., que, sin embargo, de este no tan sorpresivo abandono del
barco, aquél seguiría procurando convencer a los congresistas gringos.
¿No sabía de Soto que este asunto para el cual fue comisionado, tenía
un pronóstico bastante malo desde el principio? ¿Quieren hacernos
creer los entendidos que ya tomaron debida nota que la "situación
política" en Yanquilandia, es otra en nuestros días?
Conviene preguntar de modo directo: ¿para qué han empleado decenas de
miles de dólares en viajes reiterados –léase excursiones placenteras-
para algo que ya veía asomar en el horizonte las orejas demócratas en
lugar de las torpes, cretinas y autosuficientes de las republicanas?
Sólo que la presea fue por doble envión: en representantes y en
senadores. Es decir, el reinado demócrata en Capitol Hill no es un
asunto a ser desdeñado.
Cuando alguien engaña o estafa, a la postre es lo mismo, se convierte
en un rufián. Si un Estado, que está conformado por hombres y mujeres
de carne y hueso, durante decenios, a sus ciudadanos, hace lo mismo,
deviene en Estado rufián porque expolia el dinero público y exacciona,
lastra y envilece la fe ciudadana. Gobierno y Estado en el Perú son
sinónimo de esas acciones que los retratan como ladrones sempiternos
de las esperanzas populares.
¿Alguien, en su sano y puntual juicio, puede creer que Hernando de
Soto desconociera la imposibilidad de lo que se le encomendó? ¿Qué
sagrados designios le hicieron aceptar a sabiendas? Por eso, ahora sí
muy claro, a mitad del río, el señor de marras, mostraba un
descontento más que manifiesto. Imposible olvidarse que de Soto ha
construido su imperio de soluciones financiadas, sebo de culebra, en
Estados Unidos donde se expide como un genuino American citizen y por
eso su ciencia amplia e inequívoca sobre ese país.
La congénitamente inepta ministra del Interior, la peruanoide Pilar
Mazzetti, reconoce que en las pruebas de absorción atómica, realizada
para comprobar si los ocho campesinos ayacuchanos tuvieron manejo de
armas o algo por el estilo, es ¡absolutamente negativa! Entonces ¿por
causa de qué el Estado rufián no suelta a esos connacionales, será
porque hay que tapar la bestialidad de Mazzetti y de ese obelisco con
patas, monumento a la nulidad que es Allan Wagner y su ridícula
"seguridad cooperativa", otro peruanoide, en Defensa?
Mal ejemplo recientísimo. El no-carismático y e.m. canciller García
Belaunde, anunció que Perú acometería el tema de la delimitación
marítima con Chile. No dijo cuándo ni de qué manera. Sabidas son sus
anteriores expresiones acerca de que es un intríngulis "por cuerda
separada" y que no se debe "mezclar" con los tratos dirigidos a
consolidar un TLC para Chile y un acuerdo de complementación económica
para Perú. Discurrir por un acápite, en el que la cobardía y
pusilanimidad han vuelto a ser el arma predilecta y sublime de Torre
Tagle, debía ser motivo de vergüenza y no de frívola como malhadada
alusión. Pero ¿desde cuándo un Estado que engaña y estafa, como todos
sus predecesores, tiene mayor interés en definir, con pantalones y voz
cantante, un asunto de esa envergadura?
La pregunta es ¿qué hace la sociedad para combatir a un Estado rufián?
¿Puede oponerse a lo que el Estado rufián –y todopoderoso- conviene en
aceptar como limosna de las empresas mineras que hacen cuanto les
viene en gana, sólo si tienen buenos precios para sus metales en el
mercado internacional?
¿Está la sociedad premunida de mecanismos para lidiar con arreglos
extraños que impone la ladrona Telefónica que se mueve en Perú como
Pedro por su casa? ¡Y no vengan con el cuento del Congreso o las
veedurías o pamplinas por el estilo!
Bien afirmaba Manuel González Prada: "Para verme con los muertos, yo
no voy al camposanto, busco plazas no desiertos, para verme con los
muertos ¡corazones hay tan yertos, almas hay que hieden tanto! ¡Para
verme con los muertos, yo no voy al camposanto!
Y puedo parafrasear, habida cuenta de mi modesta estatura frente a la
del prócer civil: ¡para verme con los muertos, yo no voy al
camposanto, prendo la televisión, leo diarios limeños que se creen
nacionales, escucho radios y lo que allí dicen son "noticias", para
verme con los muertos, yo no voy al camposanto! ¡Lo que logra un
Estado rufián!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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