Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
5-10-2017
¡Oportunidad de oro
para Alan García!
¿No es una gran ocasión para el dos veces ex presidente Alan
García Pérez, de aclarar todos los casos en que existe presunta participación
suya, directa o indirecta, por intérposita persona y por el privilegio que le
dio el pueblo al elevarlo a la primera magistratura?
Si no la debe, es decir si no participó, no lo salvó la
prescripción o cualquier maniobra hechiza –Megacomisión- no la teme. La gente
quiere conocer el detalle de su limpieza y transparencia.
Los amparos, maromas jurídicas, declaraciones por Twitter,
Facebook y redes sociales, pueden poco cuando en el ambiente flota la
desconfianza y sospecha de malos comportamientos. Y por eso la gente castiga.
¿De qué otro modo interpretar el magrísimo 5.8% del 2016 y cuando otros levantaron
más votos que el alicaído ex mandatario? Los pretextos brillan por su anemia y
destrozan toneladas de palabras que nadie cree.
¿Por qué enormes masas ciudadanas viven con la convicción
que los gobiernos de Alan García Pérez son de lo más corruptos y sucios? Y esa
circunstancia se traslada a los apristas de quienes se afirma que son rateros.
Pregunten a los jóvenes y la colección de calificativos y denuestos son
interminables.
Por tanto, no sólo tiene que aprovechar Alan García esta
ocasión para esfumar las durísimas sospechas que hay sobre él ante el país sino
que debe explicar a los militantes apristas ¿por qué destruyó al Apra? En los
últimos meses se acordó de mencionar a Haya de la Torre, su ideología y
principios doctrinarios. Acaso fuera más útil que recordara que sobre Víctor
Raúl se dijeron horrores pero nunca que fuera un ladrón, estafador, aprovechador
o destructor de movimientos sociales que reconocían en su fraternidad la
soldadura de una dinámica extraordinaria.
Las discusiones legales son bizantinas. Nunca se pondrán de
acuerdo las distintas posiciones y por la simple razón que en Perú hay recetas
para todos los gustos y quienes disfrutan de sus bondades han perfeccionado el
crimen que no se castiga, la factura que no se paga, la traición a la que
llaman “política”.
Los mastines y palafreneros son especialistas en la
adulación revestida de un pseudo criterio sociológico o histórico. Pero
aprovechan los huecos y se adentran en el escuálido debate político criollo en
que la sartén le dice a la olla: ¡no me tiznes!
Ha insistido Alan García Pérez en que él no roba pero otros
sí. Muy bien entonces que lo demuestre echando luz intensa, potente y
definitiva sobre todos los casos. Según su lógica como él no roba, por tanto,
debería estar feliz de esclarecer cuanto se le pregunte, con pruebas y
testimonios irrefutables y para asentar los durmientes y carriles de un gran
acontecimiento histórico.
Si escoge otra vía, la elusión vitanda, la pirotecnia
hechiza, el truco legaloide, con la ayuda de tinterillos deleznables,
proseguirá en su inevitable nadir, rumbo a la oscuridad con que la historia
guarece a los eternos asaltantes de la fe popular.
Al pueblo hay que hablarle claro, sin tapujos y sin máscaras.
Quienes hicieron de la política vil negociado culpable sólo tienen el destino
inevitable del desprecio y luego olvido sempiternos.
¡Haga buen uso de su oportunidad señor Alan García Pérez!
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