Señal de
Alerta
por Herbert
Mujica Rojas
10-6-2021
¡Absurdo antidemocrático!
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Pueden
decir los de Fuerza Popular y Keiko cuanto les provoque y suscite la derrota. Sólo
habrían reconocido y llamado verdad y legítimo si hubieran ganado. Pero no ha
sido así, perdieron.
En Perú el
embrollo legaloide, el espectáculo chato de vocingleros y el teatro que se
monta basado en reclamos extemporáneos es moneda común que usan quienes no
entienden que sus aliados de prensa y medios audiovisuales, como de bancos y
potentados, no logró con sus recursos ingentes, vencer a la muy discreta
campaña de Pedro Castillo.
La sórdida
añagaza pretende, a como dé lugar, el respeto a los votos orientados a su
candidata Fujimori. El libreto es viejo y desacreditado: no cuestionan a las
autoridades electorales pero sí solicitan pedidos de nulidad. En boca del
mentiroso, lo cierto se hace dudoso.
Perú es un
acopio de mentiras institucionales. Disfrazadas han estado, desde 1821, las más
grandes estafas contra el Perú. El pueblo pagó siempre los estropicios que
hicieron los mandamases que se sucedieron de gobierno en gobierno y cuya tarea
más efectiva constituyó en el robo sistemático y el empobrecimiento de los recursos
naturales, mineros, marinos y aéreos del país.
Hay un robo
del que no se habla mucho por la simple razón que el entendimiento popular
apenas si pasa lo elemental. Descuidada la educación, engrilletada a presupuestos
miserables, se prefirió difundir la ignorancia y la estupidez que invertir en
el recurso humano indesdeñable en cualquier empresa social con miras a la
construcción de un Perú libre, justo y culto.
La estafa a
la fe del pueblo, el robo a sus esperanzas de vivir con horizonte de vida, y la
letanía de que “así es la política”, ha sido práctica consuetudinaria y criminal
de malos gobernantes apóstatas a cualquier ambición de justicia social, equidad
y alegría social para construir un país viable.
Sin
partidos políticos, los que hay apenas si son vulgares recolectores de votos
para encaramar rufianes y hampones muy conocedores de cómo funciona la cosa
pública, los peruanos tienen el irreductible cometido de desterrar a quienes
son freno y zancadilla al progreso.
Aquí no hay
defensa del voto, existe la presunción que no sólo se pierde la elección,
también el blindaje, y proseguirán los juicios que establecerán la pena si hay
deméritos para aplicarla. Como no es muy popular decir la verdad, hay que
recordar a Artigas, con ella, ni se teme, ni se ofende.
¡Atentos a
la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!