Columna-Señal de Alerta
Herbert Mujica Rojas-Diario Uno
17-6-2022
¡Corrupción: un cáncer terminal!
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Si
la corrupción existe, muta insolente, reina impune, gobierna por doquier, es
por la simple razón que la permitimos, prohijamos y reputamos, no como la plaga
cancerosa que es sino como una forma de habilidad que celebramos con estupidez
manifiesta. Al presidente ladrón no se le juzga; al edil ratero se le perdona;
al legislador tarado se le reelige; al burócrata leguleyo se le aumenta el
sueldo y al político vendepatria y mercenario se le lleva a los más altos
cargos.
Por
ejemplo ¿para qué debieran servir los partidos políticos?: sólo como usinas y
fábricas de funcionarios del Estado cuya primera y fundamental premisa debiera
ser: ¡el robo es un crimen! Si aplicáramos
la sentencia en cualquier colectividad contemporánea en el Perú, nos
quedaríamos sin clubes electorales o patotas agrupadas para delinquir. En éstas
“el robo es su divisa” y por el tiempo cortísimo, 4 ó 5 años, que dure el
mandato que se entrega bobamente en las urnas a reconocidos truhanes y
facinerosos.
La
corrupción produce éxitos recusables cuando los clubes electorales generan
delincuentes de hablar gárrulo, placer en el hurto, sonrisa cómplice en los
contratos bajo la mesa y conchabo infame para estafar al Perú vía concesiones,
privatizaciones, TLCs y demás monsergas que impone la globalización.
“Las sociedades tartufas que
premian la hipocresía, elevan a estúpidos a la talla de prohombres o
intelectuales sin que lo sean, lastran su existencia, envilecen su presente y
su futuro porque acomodan su pasado con memoria selectiva pero, lo que es peor,
producen eructos históricos de ínfima calidad. No parece raro, entonces, que
pandillas de necios que viven de dólares foráneos se hayan aupado y creído el
papel de formadores de opinión o que políticos ignaros y tímidos, no puedan
exigir un comportamiento moral porque simplemente carecen de ella por gráciles
concesiones que otorgan bajo el supuesto muelle que nadie reclama.
¡Mentira! Quienes no vivimos de la
mermelada que pagan las empresas transnacionales que sufragan a borrachitos
sociales o que declinamos los favores compradores de conciencia, tenemos la
hermandad espiritual y el compromiso indeclinable con don Manuel González Prada
de romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz. Aunque eso moleste,
urtique o soliviante las faltriqueras de paniaguados por doquier. Arriba o
abajo.” La sociedad tartufa http://www.voltairenet.org/article145715.html
, 27-2-2007.